DATOS

Así ha beneficiado el sistema electoral a CiU durante 35 años

¿Por qué JxSí y la CUP tienen mayoría absoluta de escaños si no llegaron al 50% de los votos? ¿Es verdad que el sistema electoral catalán ha premiado siempre a los partidos independentistas? Para responder estas preguntas, eldiario.es ha analizado los datos históricos de las elecciones al Parlament de Catalunya para comprobar cuáles han sido los partidos más beneficiados por la ley electoral y qué nivel de distorsión existe entre resultados y escaños.

Casi todas las encuestas predicen para las próximas elecciones del 21-D una batalla muy igualada entre los partidos independentistas (ERC, JxCat y CUP) y los no independentistas (C's, PSC, En Comú-Podem y PP). Una situación que no es nueva en Catalunya.

Este equilibrio en el electorado catalán se se remonta a 1984, tras la desaparición de UCD. Desde entonces, el voto a los partidos ahora independentistas (PDeCat+ERC+CUP) y los no independentistas ha estado casi siempre entre el 45% y el 55%.

En los últimos comicios de 2015, este equilibrio llegó a su máximo. JxSí y CUP alcanzaron el 48% de los votos, al igual que la suma de C's, PSC, C's y CSQEP.

Sin embargo, este equilibrio de los bloques no se mantiene en la distribución de escaños. En todas las elecciones desde 1984, los partidos nacionalistas han sumado mayoría absoluta en el Parlament a pesar de que no siempre han conseguido el 50% de los votos.

En 2015, la suma de JxSí y CUP consiguió la mayoría absoluta con 72 escaños aunque solo llegaron al 48% de los votos. 

¿Eso significa que los partidos independentistas están beneficiados por el sistema electoral? Sí y no. Es verdad que el sistema electoral en Catalunya -–que no tiene ley propia y se basa en el Régimen Electoral General– ha beneficiado históricamente a CiU. Sin embargo, el sistema no ha beneficiado a ERC y la CUP.

Los datos señalan que las distintas marcas con las que se ha presentado CiU –ahora PDeCAT– han sido las candidaturas más beneficiadas en las elecciones catalanas desde el inicio de la democracia. En todos los comicios ha conseguido entre 3 y 6 puntos más en porcentaje de escaños frente al porcentaje de votos.

Por el otro lado, ICV (en 2015, incluido en la candidatura CSQEP), CUP y PP han sido los partidos más perjudicados e infrarrepresentados por el sistema electoral en Catalunya.

¿Y por qué sucede? Aunque muchos echan la culpa a la fórmula d'Hondt (que beneficia ligeramente a las listas más votadas) o las barreras electorales, la razón de esta distorsión está principalmente en la distribución del número de escaños por provincia.

De los 135 escaños del Parlament, Barcelona elige 85 diputados; Tarragona, 18; Girona, 17; y Lleida escoge 15 representantes. Un reparto que se ha mantenido invariable desde 1980 a pesar de los cambios demográficos que han vivido las cuatro provincias catalanas en los últimos 35 años.

Aunque pueda parecer un reparto a primera vista equitativo, no lo es si lo comparamos con la población que vive en cada provincia. Cada diputado elegido en Barcelona representa a 65.000 habitantes. En Lleida, cada parlamentario representa a la mitad: 29.000 habitantes.

En Catalunya, que no cuenta con una ley electoral propia, este reparto de escaños se remonta a un decreto del president Josep Tarradellas convocando las primeras elecciones autonómicas en 1980. Desde su publicación, la desproporción entre habitantes y escaños se ha mantenido durante más de tres décadas, aunque ha mejorado ligeramente con el paso del tiempo.

En Barcelona, la provincia infrarrepresentada, la proporción de escaños es 10 puntos inferior al porcentaje de población de la circunscripción, según datos de la Generalitat. Las otras tres provincias menos pobladas eligen más diputados de los que les corresponderían por porcentaje de población en Catalunya.

Esta distorsión a favor de las regiones menos pobladas es una constante en todas las elecciones en España. En las Elecciones Generales o en las autonómicas de Canarias, por ejemplo, las zonas con menos habitantes también están sobrerrepresentadas para evitar que sean olvidadas en los presupuestos o en las políticas públicas.

Esta distorsión hace que los partidos con mayor fuerza electoral en las provincias menos pobladas puedan conseguir más escaños que los que les corresponden por porcentaje de votos en toda la comunidad autónoma. Este premio al voto en estas tres provincias, que se creó para obstaculizar una mayoría de izquierdas en Catalunya, ha favorecido siempre a CiU y en las últimas elecciones a JxSí.

Mientras que en la provincia de Barcelona las fuerzas independentistas solo llegaron una vez a conseguir el 50% de los votos, llevan siendo mayoría en las otras tres provincias desde 1984.

¿Qué consecuencias tiene esto? Que se crean mayorías parlamentarias que no existen en los votos. Es el caso de las últimas elecciones autonómicas de 2015, en la que JxSí + CUP consiguieron la mayoría absoluta con 72 escaños (el 53% del Parlament) aunque apenas alcanzaron el 48% de los votos.

Si se repartieran los 135 escaños del Parlament en una única circunscripción -cada voto vale lo mismo- y sin barreras electorales, el bloque independentista hubiera perdido la mayoría absoluta, según cálculos realizados por eldiario.es.

Mientras que el resto de partidos apenas notarían el cambio, JxSí hubiera pasado de 62 a 55 escaños con esos resultados y la suma con CUP se quedaría a dos de la mayoría absoluta.

Cómo se hizo

Los datos provienen de las resultados históricos de las elecciones al Parlament publicados por la Generalitat de Catalunya. El porcentaje de voto de cada partido se ha realizado sobre los votos a candidaturas (sin incluir votos en blanco).

El PP no se presenta con su marca hasta las elecciones de 1992, se ha considerado a Alianza Popular (AP) y las coaliciones en las que estuvo incluida como el mismo partido. Para ICV, se muestran los resultados del PSUC en 1980 y 1984. En 1999, ICV y PSC se presentan de forma conjunta en Lleida, Girona y Tarragona.