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Ignacio Aguado y Begoña Villacís, el tándem de Ciudadanos en Madrid que quiere dejar de ser la muleta del PP

Ignacio Aguado y Begoña Villacís, en una comparecencia en la sede de Ciudadanos

Carmen Moraga

Desde la noche electoral del 26M, son el principal foco de atención de las negociaciones que se han iniciado para configurar gobiernos autonómicos y municipales. Ignacio Aguado y Begoña Villacís, el tándem para Madrid de Ciudadanos, andan estos días pendientes del teléfono, en reuniones y despachos estudiando los pactos que en el peor de los casos podrían llevarlos a ser vicepresidente de la Comunidad de Madrid y vicealcaldesa en el Ayuntamiento de la capital. La ambición de ambos dirigentes es gobernar las dos instituciones, pero ante las dificultades que ven para conseguirlo han dejado claro que ninguno de los dos está dispuesto a convertirse en 'muleta' del PP.  

“Somos los que más hemos crecido y vamos a hacer valer nuestro peso”, advirtieron al PP la misma noche electoral, tras largas horas de incertidumbre y muchos nervios. 

Conseguir gobernar en Madrid ha sido y es la gran obsesión de cualquier partido político. Y, por supuesto, del  de Albert Rivera. “Quien quiera presidir España tiene que lograr ganar en Madrid”. El líder de Ciudadanos no se ha cansado de decir esto en campaña. También lo repitió en su comparecencia del domingo pasado, cuando al filo de la una de la madrugada, constató que pese a haber aumentado en apoyos con respecto a 2015 -sobre todo en la comunidad- y haber logrado pasar de 7 a 11 concejales y de 17 a 26 diputados regionales, no habían logrado dar el anhelado sorpaso a los de Casado.

Hasta esa hora reinó un silencio sepulcral en la sede de Ciudadanos. En la planta cuarta del imponente edificio naranja de la madrileña calle de Alcalá, Aguado y Villacís -que acaba de dar a luz-, con su hija Inés en su cochecito al lado, seguían el escrutinio junto a Rivera, Luis Garicano, y otros dirigentes del partido conteniendo la respiración.

Los primeros sondeos apuntaban a un triunfo ajustado del bloque de izquierdas, a la vez que certificaban que no iba a haber sorpaso al PP. El secretario general del partido, José Manuel Villegas, en su primera y única comparecencia, no se mostró muy optimista aunque llamó a la “prudencia” y a esperar a que finalizara el recuento electoral. Apenas dos horas después, las tornas cambiaron y en la sede de Ciudadanos explotó la alegría. Aunque el PP era la primera fuerza del bloque de derechas, comprobaron que los 11 concejales de Ciudadanos, los 15 del PP y los 4 de Vox ganaban en el Ayuntamiento.

“Vamos desalojar a Manuela Carmena y a los populistas de Madrid”, clamaban en un ambiente de fiesta los de Rivera. Algunos miembros del equipo de Villacís estaban al borde de las lágrimas. “No me lo creo, vamos a gobernar el Ayuntamiento”, aseguraban entre abrazos con los compañeros.

El entorno de Villacís no ocultaba su satisfacción por la derrota de 'la alcaldesa del cambio' con la que, pese a reconocer que mantenía “buena sintonía personal”, la portavoz de Cs nunca ha comulgado por sus políticas. Sus banderas electorales han sido la bajada de impuestos; modificar el polémico Madrid Central; acabar con la suciedad de Madrid, y una apuesta clara por la educación concertada,  garantizando a los familias madrileñas “la elección de la educación de sus hijos”.

La dirigente de Ciudadanos ha aprovechado bien este tiempo como portavoz municipal de su partido, convirtiéndose en una de las dirigentes más conocidas y valoradas por los madrileños, según las encuestas. Uno de los asuntos que reconoce que más daño le ha hecho por considerarlo “injusto” ha sido el hecho de que se la acusara de haber omitido en su declaración de bienes que era administradora junto a su marido de una empresa mercantil, con la que se ahorraban impuestos. 

Su embarazo, el escrache que sufrió en la Casa de Campo el día de San Isidro cuando estaba a punto de dar a luz, y hasta el nacimiento de su tercera hija, Inés, con el vídeo de la visita de Rivera al hospital, han sido utilizados en la campaña como reclamo electoral.  

Villacís, que ahora tiene 42 años, entró en Ciudadanos en 2014 como un fichaje personal de Rivera al que conoció en algunas tertulias de medios de comunicación en las que ambos coincidieron. Estudió en el CEU San Pablo y tiene un Máster en Asesoría Fiscal por la Universidad Pontificia de Comillas. Desarrolló su actividad laboral como abogada, en España y en Estados Unidos. Es especialista en Derecho Tributario, Laboral y Mercantil, áreas en las que fue responsable en el grupo Legálitas.

Villacís se define como una “feminista liberal”, “antipopulista” y firme defensora de la conciliación de la vida laboral y familiar. Sin embargo, apenas unos días después de ser madre reapareció en el mitin de cierre de campaña de su partido. Ahora está dispuesta a participar en las negociaciones que podrían impulsarla incluso a la alcaldía de la capital, su gran sueño.

Operación Villacís

Durante toda esta semana los candidatos y dirigentes de Ciudadanos han seguido recibiendo presiones del PSOE para que apoyen en la Asamblea de Madrid a Ángel Gabilondo y se convierta en presidente de la Comunidad a cambio de respaldar a Villacís en el Ayuntamiento y evitar así que Vox pueda entrar en un acuerdo capitaneado por el candidato del PP, José Luis Martínez-Almeida, al que en Ciudadanos ven con escaso carisma y no consideran capacitado para convertirse en alcalde de la capital.  

La 'operación Villacís' tiene pocos visos de cuajar pese a que la propia protagonista llegó hace unos días a deslizar un posible entendimiento con los socialistas. Pero la dirección  del partido, que ha decidido jugar en el campo de la derecha, se niega a apoyar a Gabilondo al que acusa de ser “cómplice del sanchismo”. Pese a ello, desde el PSOE han enviado a todos los portavoces una carta invitándoles a iniciar negociaciones. El propio Gabilondo recuerda a los demás aspirantes: “La candidatura que yo encabecé logró ser la más votada y por tanto entiendo que por una cuestión de responsabilidad debo procurar mantener contigo esta conversación a la mayor brevedad posible”.

Los de Rivera tendrán que ver cómo solventan ahora la situación dado que Vox exige formar parte de cualquier ecuación de Gobierno para apoyar un acuerdo entre Ciudadanos y el PP. 

Ignacio Aguado, el ariete y el sostén de Cifuentes 

Por su parte, el candidato de Ciudadanos a la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, tampoco quiere conformarse con ser el vicepresidente de la CAM. Pero ve difícil otra salida. De hecho, la misma noche electoral anunció que lo primero que haría sería hablar con la dirigente del PP, Isabel Díaz Ayuso, que pese a haberse dejado el 26M casi diez diputados, sigue por encima de Cs como segunda fuerza política en la Asamblea de Madrid. Los de Ciudadanos insisten en que lucharán por conseguir en la presidencia de la CAM un 'pacto a la andaluza'. Es decir, un bipartito apoyado por fuera por Vox, a quien anunciarán los acuerdos que cierren con el PP “por email o sentándonos en una mesa con ellos”, según manifestó este viernes irónicamente José Manuel Villegas, el dos de Rivera.

Sea como sea, Aguado ha dejado claro que esta vez no está dispuesto a ser la 'muleta' de los conservadores como lo fue durante el mandato de Cristina Cifuentes, con la que cerró un pacto de investidura en 2015, lidiando frente a los casos de corrupción que asolaron a los conservadores, casos que tensaron en numerosas ocasiones la cuerda entre ambos partidos pero que nunca llegaron a romper. El dirigente de Cs aguantó estoicamente más de tres años junto a Cifuentes hasta que su máster fraudulento, destapado por eldiario.es, terminó con su dimisión. 

Tras la caída de Cifuentes Aguado siguió mantenido en el poder al PP al que en la recta final de la campaña de las generales asestó un duro golpe con el fichaje de Ángel Garrido, expresidente de la CAM.

Formado como abogado en la Universidad Potificia de Comillas al igual que Villacís, y poseedor de otras dos  licenciaturas, Aguado se ha ganado la fama de ser un hombre serio, tranquilo, que sin tener un gran tirón mediático, gracias a su perserverancia ha sabido hacerse su propio hueco en el tablero político madrileño.

Jugador de waterpolo en su juventud, como Rivera, Aguado se afilió a Cs en 2013. Dos años después, tras ganar las primarias de su partido para ser el candidato a las elecciones autonómicas, pidió una excedencia en Unión Fenosa Gas, la empresa privada en donde llegó a ocupar el cargo de Director de Inteligencia de Negocio y Planificación Operativa.

Con fama de trabajador, y abierto siempre a la negociación, Aguado siempre ha presumido de ser un “madrileño de pura cepa” tras haber vivido en diferentes barrios de la capital, unos más ricos que otros, como La Moraleja o San Blas, por lo que ha asegurado en algunas entrevistas ser un gran conocedor de los “problemas reales de los madrileños” a los que ofrece política muy similares a las de Villacís en el ámbito autonómico.

Su reciente paternidad no la ha exhibido en los medios, como ha hecho Villacís, a la que Rivera nunca ha dejado de elogiar. Precisamente esa diferencia de trato llegó a provocar el runrún interno de que el líder de Ciudadanos buscaba un recambio para la candidatura a la CAM. Pero el tándem con Villacís, que siempre ha creído en él y con la que se lleva muy bien, se impuso de nuevo al final.

Aguado ahora tendrá que demostrar si gracias a esa capacidad negociadora que se le atribuye logra cerrar el acuerdo con el PP sin tener que integrar a Vox en el Gobierno regional que junto a Díaz Ayuso ha empezado ya a diseñar. Mientras tanto, la dirección del partido asegura que no renuncia a convertirlo tanto a él como a Villacís en presidente y alcaldesa de Madrid. La fórmula, extremadamente complicada, es lo que falta por definir.

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