El único debate electoral del 10N, medido en ataques directos, deja un claro resultado: el bipartidismo fue el que se echó más cosas en cara. Pablo Casado tenía como objetivo al presidente en funciones, Pedro Sanchez, al que interpeló 21 veces para criticar su gestión, especialmente la económica y la de Catalunya. También aprovechó para lanzar alguna pregunta que quedó sin contestar, como si pactaría con los independentistas después del 10N.
Sánchez no le fue a la zaga, y su homólogo en el PP recibió también el máximo de sus ataques: en once ocasiones se refirió a Casado, la corrupción de su partido o mencionó que “a ustedes se les fugó Puigdemont”. A Iglesias lo citó menos, concretamente siete veces, la mayoría para distinguirse de él y aclarar que no le gusta la crítica a Amancio Ortega o su idea de referéndum catalán. A Abascal lo mencionó otras siete veces, para hablar del cordón sanitario de la ultraderecha, distinguirse de sus políticas migratorias o recordarle a Salvini, pero no en los asuntos centrales del debate. Al candidato que menos mencionó el presidente en funciones fue a Albert Rivera, y cuando lo hizo fue con sentencias generales referidas tanto a él como a Casado sobre sus pactos con Vox.
Después del fiasco del pacto de izquierdas, Pablo Iglesias se presentó algo contenido contra el presidente en funciones, en parte porque la campaña de Unidas Podemos reposa en la idea de que es posible un nuevo pacto postelectoral. Aún así, le apretó y fue al oponente al que más se dirigió directamente (en seis ocasiones) sobre todo refiriéndose a un posible acuerdo con PP o Ciudadanos o para animarle a que la próxima funcione la negociación. El líder de Podemos prácticamente no atacó directamente a los líderes de las tres derechas, de hecho a Rivera ni siquiera lo interpeló. A Casado se refirió dos veces (una por los “sobres con dinero” y otra por el consentimiento sexual en los casos de violación) y a Abascal, tres.
Fue justamente el líder de ultraderecha de Vox el que salió más indemne del debate, porque sus adversarios prácticamente no se refirieron a él, que pudo hablar sin ser prácticamente cuestionado. En este sentido batió el récord Pablo Casado, que no se dirigió al candidato de Vox ni una sola vez en las dos horas y media que duró el programa.
Albert Rivera sí buscó el cuerpo a cuerpo con él cuando le recordó hasta en dos ocasiones que estuvo cobrando 80.000 euros anuales de un “chiringuito” de la Comunidad de Madrid. También le afeó su política económica proteccionista –le recordó que los aranceles “no son la solución”– y, aunque admitió que ambos se pueden poner de acuerdo para defender la unidad de España, le pidió más compromiso con el proyecto de la Unión Europea. En total, se refirió a él en cinco ocasiones.
No obstante, con quien más buscó el enfrentamiento Rivera fue con Sánchez, al que interpeló de manera directa en una veintena de ocasiones en relación a sus supuestas cesiones a los nacionalistas, los impuestos, el caso de los ERE o la exhumación de Franco. A Casado se refirió 13 veces para afearle los casos de corrupción de su partido (a lo que Casado respondió con cuatro interpelaciones), sus cesiones en materia de competencias a la Generalitat de Catalunya o los datos del paro que, dijo, también eran malos con el PP en la Moncloa. A quien menos atención prestó Rivera fue a Iglesias, con el que dijo discrepar en materia económica y fiscal. Fue mutuo, porque Iglesias se refirió a él cero veces.
Abascal, por su parte, centró la mayoría de sus ataques en el presidente en funciones, al que criticó por sus supuestos vaivenes en materia territorial. “Un día sale adornado con una gran bandera y al siguiente dice que en España hay cuatro naciones”, aseguró. También le acusó de despertar “viejos odios” entre españoles por medidas como la exhumación de Franco y le preguntó hasta en dos ocasiones cuánto cuesta la atención sanitaria de los inmigrantes en situación administrativa irregular y que él definió como “ilegales” sin que Sánchez le diera respuesta. En total, se refirió a él en 13 ocasiones.
A los otros tres rivales políticos, Abascal se refirió de manera directa en cuatro ocasiones a cada uno. Protagonizó uno de los momentos tensos de la noche cuando dijo a Iglesias que no iba permitir que le diera lecciones de “defensa de las libertades”. A Casado lo mencionó por la postura del PP en Catalunya y a Rivera por las diputaciones.