Borrell coge el testigo de Solana: nuevo jefe de la diplomacia europea

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

Josep Borrell estará al frente de la diplomacia europea. El ministro de Exteriores español, en funciones, ocupará uno de los principales cargos de la arquitectura comunitaria, los que se han estado negociando durante tres días, sin dormir, a puerta cerrada en Bruselas. 

Pedro Sánchez es el líder socialista más importante del momento y se esperaba que consiguiera uno de los principales puestos: para su familia política o para España. Primero batalló por su familia política, y no logró colocar a Frans Timmermans al frente de la Comisión Europea. Y luego se centró en su país, y logró el puesto de Alto Representante para la Política Exterior.

El puesto tiene sus raíces en aquel míster PESC que se creó a la medida de Javier Solana. O que el propio Javier Solana creó a su medida. Venía de ser secretario general de la OTAN durante diez años y la Unión Europea quiso retenerlo. Lo nombró responsable de la Política Exterior, Seguridad y Cooperación, seguramente con menos peso en el organigrama actual de la Comisión, donde el Alto Representante es vicepresidente, pero Solana supo darle, entre 1999 y 2009, un valor que otros que vinieron después no lograron.

Borrell, de 72 años, fue cabeza de lista del PSOE en las últimas elecciones europeas, pero renunció hace una semana a tomar posesión del acta. “No hace falta ser parlamentario para ser comisario, pero sí había incompatibilidad entre eurodiputado y ministro”, decía el miércoles pasado en Bruselas: “No es tanto que a mí me guste o no, sino señalar que muchas de las personas que votaron la candidatura que encabecé entendían que mi destino no era necesariamente estar en el Parlamento”.  ¿Se ve como comisario? “Creo que tengo capacidad para serlo, sin duda alguna”, zanjó Borrell.

En una entrevista en eldiario.es antes de las elecciones, Borrell reflexionaba así sobre la política exterior europea, que encabezará a partir de otoño: “No se puede en serio hacer una política exterior decidida por unanimidad. El problema es que los 28 no quieren perder la unanimidad”.

En efecto, la política exterior es competencia nacional, no está cedida a la Unión Europea, por lo que las posiciones políticas exteriores es muy difícil que sean nítidas y rápidas, porque requieren el acuerdo de todos los Estados miembros. 

Además, Borrell se va a encontrar con que los numerosos viajes que le van a dar una notable visibilidad internacional, le van a impedir asistir a buena parte de las reuniones del colegio de comisarios, con lo que su capacidad de influir en la toma de decisiones del Ejecutivo comunitario puede verse limitada.