Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

El brexit se come la paella y el pudding

EFE

Londres/Alicante —

0

Félix Benito vende aceite de oliva, jamones, cochinillo y otros productos españoles en Londres. Desde meses atrás hace acopio de existencias para que a los británicos no les falte chorizo en la paella.

Adrián Juárez regenta un supermercado británico en Rojales (Alicante) y revisa con preocupación los números. A sus clientes les ha dado por ahorrar ante un futuro incierto y ya no entran a buscar el pudding con impuestos de su país, se conforman con la marca blanca del hipermercado valenciano.

El brexit se ha colado en las despensas y amenaza con dejar sin plato principal ni postre.

 

ARROZ CON COSAS

El mito de la “excepcionalidad británica”, su supuesta diferencia respecto al continente europeo, ha sido el caldo de cultivo que ha impulsado el brexit y, quizá, algunas aberraciones culinarias -según los puristas- como la que perpetró el chef inglés Jamie Oliver cuando echó chorizo a la paella.

Félix Benito, salmantino afincado en Londres desde 1978, no tiene culpa alguna de la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), pero sí ha contribuido a que en la cesta de la compra de muchos británicos sea habitual encontrar productos españoles, aunque, a veces, los combinen a su manera.

Él fue uno de los primeros importadores en este país de vinos, conservas, jamones, cochinillos o aceite de oliva de España a través de la empresa C&D, que fundó en 1985 y que ahora dirige con su hijo, del que espera que se haga cargo del negocio cuando se jubile.

Sin embargo, el descanso deberá esperar porque quiere estar al frente de la nave para capear cualquier tormenta que traiga el brexit, un divorcio que califica de “locura”, como su esposa, británica y defensora de la UE.

“Los restaurantes españoles comenzaron a aparecer en Londres hacia 1986 ó 1987. Nosotros fundamos la compañía antes y, en ese sentido, fuimos pioneros. Creo que hemos beneficiado mucho a este sector, ha habido una buena simbiosis”, expone Benito, de 71 años, mientras inspecciona pedidos en sus instalaciones del sureste de la capital.

Su empresa tiene ahora 22 trabajadores y suministra a supermercados, restaurantes y grandes distribuidores de vinos. También tiene almacenes propios, un espacio que está resultando clave para hacer acopio de existencias, ante el temor de que hubiera un brexit sin acuerdo.

TEMOR AL GRAN CHEF

La aplastante victoria Boris Johnson en las recientes elecciones generales ha allanado el camino para que el Parlamento apruebe el plan de salida que pactó con Bruselas y aleja el fantasma de una separación salvaje. No obstante, le da un enorme poder para imponer condiciones en la fase de transición, que concluirá el 31 de diciembre de 2020.

Los vaivenes y la incertidumbre han llevado a Benito a aumentar sus reservas. “Normalmente, tenemos stock para aproximadamente tres meses y ahora tenemos para cinco o seis. Este mes hemos traído el doble, o más. Así es más difícil porque, por ejemplo, debes plantearte qué añada de vinos traes. Cuando salgan los blancos de 2019 en enero o febrero quizá no podamos traerlos porque todavía tenemos reservas”, observa Benito.

Su volumen de negocio también ha bajado ligeramente, pero el brexit afecta, sobre todo, a aquellos que quieren abrir un nuevo establecimiento. “Se ha estancado totalmente”, lamenta.

Antes, recuerda, venían “chicos españoles o profesionales” de la hostería “muy preparados, con ganas de trabajar” y lanzaban negocios “cada día”. Unos “prosperaban y otros no”, pero siempre “había un movimiento positivo”.

 

LA CUENTA, A ESCOTE

Asimismo, teme que el Reino Unido se convierta en un país tercero y la UE deba proteger el mercado interior, complique los trámites de importación con la introducción de nuevas tareas administrativas que cuestan tiempo y dinero.

“Según cifras del propio Gobierno británico, el coste burocrático de licencias y permisos de importación va a costar unos 15.000 millones de libras anuales y eso lo vamos a pagar entre todos. Pero realmente no sabemos cómo rellenar esos documentos, no lo hemos hecho nunca”, reconoce.

Pese a todo, Benito no tiene intención de abandonar el Reino Unido porque, después de 40 años, esta es su casa y ha aprendido a vivir con la “british excepcionality”.

Ese ideal, dice, lleva a algunos ingleses a creer “que son especiales” y hay “brexiteros” que añoran el imperio británico. Tienen “nostalgia histórica de lo que fueron, no lo aceptan”.

En su opinión, los medios de comunicación han contribuido a generar una imagen negativa de la UE diciendo “mentiras” durante las últimas décadas.Ante esa desinformación malintencionada, “burradas” como la del chorizo en la paella de Jamie Oliver son, al fin y al cabo, una gran campaña de publicidad para este sabroso y humilde embutido español.

 

PASTEL SIN CARNE

“Wait and see'” (esperemos a ver qué ocurre) es una de las frases que más se escuchan en las tiendas especializadas en productos para la numerosa colonia británica de la Costa Blanca cuando se pregunta por el brexit. Los propietarios de estos establecimientos temen que el posible regreso de una parte de ellos a su país o una depreciación de sus pensiones, a causa por ejemplo del cambio euro-libra, les repercuta.

Uno de estos locales es el supermercado Smartshop, en una urbanización de Rojales (Alicante), donde cinco de los siete empleados son británicos, toda la cartelería está en inglés y los productos son de marcas y envasados al estilo “british”.

Su gerente, Adrián Juárez, ha notado que las ventas han bajado, aunque cree que no porque los británicos hayan vuelto a su país sino porque gastan algo menos para ahorrar ante el “miedo” a que el brexit les afecte en el bolsillo.

La mayor parte de sus clientes son parejas de jubilados que buscan para su día a día marcas específicas inglesas, que tienen un precio algo superior a las de las tiendas españolas, y también quesos, pasteles de carne ('pie') y productos de charcutería con su corte y presentación habitual, como si estuvieran en el Reino Unido.

 

DERECHO DE ADMISIÓN

“Wait and see”, insiste la cajera de otro supermercado británico, el Wilkings, ubicado en la localidad próxima de Benifójar. Desde su mostrador confirma que todos sus clientes están expectantes ante el brexit, y que algunos, por un motivo u otro, temen que les fuerce a volver a casa.

Y lo mismo cuentan en la peluquería 'The Strands, en la urbanización La Marina-Oasis de San Fulgencio, el pueblo de España con más porcentaje de británicos. Su propietaria, Michelle Sellers, afirma que alrededor de treinta de sus clientes han regresado al Reino Unido.

“Se escucha que con el brexit tendrán que empezar a pagar por la Sanidad y que no se cobrarán las pensiones, pero en realidad nadie tiene información correcta ni sabe qué pasará”, lamenta.

La causa de la situación actual es que “la gente asume lo que oye en el bar y lo que lee en los titulares sin ir más allá”, y se resignan al tan repetido en las últimas fechas “wait and see”.

Evelyn, una de sus clientas, de unos 70 años, se siente muy defraudada con los políticos de su país y, después de superar un cáncer, teme perder la subvención de pública de sus medicamentos. En Reino Unido ya no tiene familia ni hogar, por lo que también le inquieta sentirse rechazada: “no sé si después del brexit los españoles nos querrán aquí”.