Broncano vs. Motos, la madre de todas las batallas televisivas
De entre todas las batallas con las que los españoles pueden golpearse sin piedad, tal que en el cuadro de Goya, esta semana hemos tenido una fantástica en el escenario en principio menos habitual en los asuntos de vida o muerte. Dos programas televisivos se enfrentan en horario de máxima audiencia, como si eso no hubiera ocurrido nunca, y la gente afila el hacha porque tiene muy claro cuál es el lado correcto de la historia. Algunos incluso emplean esa expresión en las redes sociales. ¿Tú, con quién estás? Como dice el chiste malo y grosero, a los indiferentes se les aplica la legalidad vigente.
La primera semana de emisión de 'La Revuelta', el programa de David Broncano en TVE, ha estado marcado inevitablemente por ser su primer duelo directo con 'El Hormiguero' que presenta Pablo Motos, el indiscutible éxito televisivo de la última década con 18 años de vida en la pantalla. De alguna manera, ambos espacios han salido vencedores. Las audiencias del primer programa han sido espectaculares, mejores de lo que esperaban sus creadores. El programa de Antena 3, que ya sabía que también se la jugaba, ha tenido su mejor arranque de temporada de siempre. No importa. Es la Cúpula del Trueno televisiva y hay gente que piensa, que lo desea, que sólo uno puede salir vivo.
En Twitter, el estreno se contempló con la serenidad que caracteriza a la mayoría de sus usuarios. “Hay dos Españas: la de la Revuelta o la del Hormiguero. Tú eliges” (6.000 likes). La gente que disfruta con La Revuelta es “el resumen de la más completa degradación del ser humano”, dijo alguien que se identifica como “doctor en periodismo” (no parece que le hayan servido de mucho los estudios). “¿Alguien duda que si estuviéramos en 1939, Hitler habría ido a divertirse al Hormiguero?” (8.000 likes). Ni siquiera el creador de la ley de Godwin podía haber previsto algo así.
También estaban los que se lo toman a cachondeo. “Me meo con mi TL (el 'timeline' de Twitter) celebrando cada día a las 8 de la mañana las audiencias de Broncano como si nos fuese la vida en ello”.
¿Quién empezó esta locura, por otro lado tan divertida? Desde el primer momento, el Partido Popular denunció que se trataba de una operación política pergeñada en Moncloa con las peores intenciones. Pedro Sánchez se había puesto el disfraz de programador televisivo y había decidido que necesitaba reclutar un soldado para acabar con Pablo Motos. No, no estaba pensando en Óscar Puente ni en Tezanos y sus creativas encuestas, sino en un cómico que llevaba siete años haciendo un programa de humor en Movistar. Uno que nunca se había caracterizado por utilizar contenidos políticos en sus guiones.
Fue Alberto Núñez Feijóo el que llevó el asunto al Congreso con un comentario en un debate sobre política exterior: “Entre el programa que quiere llevar a las noches de TVE más los pinganillos que han traído a este Parlamento, se financiaba la ley ELA y sobraba dinero”. Algo parecido dijo Isabel Díaz Ayuso, también utilizando a los enfermos de ELA. Es un ejemplo demagógico de manual criticar un gasto que rechazas comparándolo con otro que todos deberían apoyar. Eso sin contar con que el presupuesto de RTVE está cerrado y sólo se utiliza para financiar la radiotelevisión pública, no la atención de enfermos o la contratación de médicos.
En algunos medios, se suscribió por completo esa teoría: “Moncloa presionó 'por tierra, mar y aire' para fichar a David Broncano: así se planeó la destitución de Elena Sánchez”, tituló El Mundo en marzo.
En abril, Motos ya no pudo contenerse y sacó el asunto en su programa. “El problema es que Moncloa quiera acabar con Pablo Motos”, dijo indignado uno de sus colaboradores. Quizá por llevar tanto tiempo en lo más alto de las audiencias, el presentador cometió un error propio de un novato inseguro. En vez de ignorar un nuevo intento de destronarle –que vengan, que aquí les estamos esperando–, demostró que tenía miedo o que consideraba inaudito que alguien quisiera arrancarle unos puntos de share.
Como bien saben los políticos, a veces no hay nada mejor que sufrir ataques del rival que más te interesa. Tanto la derecha como el programa de Motos estaban concediendo a Broncano la mejor publicidad posible mucho antes de que pusiera el pie en el plató. Aquella que no puedes pagar y que además te sale gratis.
La génesis de 'La Revuelta' fue tan traumática que descabezó RTVE. Sumada a enfrentamientos anteriores en la cúpula, originó la destitución de la presidenta, Elena Sánchez, y de su director de contenidos, José Pablo López. TVE necesitaba realmente un programa como el de Broncano para defender sus audiencias nocturnas. Y no se puede decir que tirara la casa por la ventana, porque el presupuesto del nuevo espacio era inferior al del que sustituía.
Organizadas las trincheras y repartido el armamento, llegó 'La Revuelta' y comenzaron las hostilidades. Lo primero era comprobar el dato de audiencia del estreno. No es realista exigir a un programa que arranque siendo un exitazo, pero en televisión la gente no duerme pensando en cómo empezará. Si empiezas mal, es probable que no sobrevivas. El lunes anterior, TVE había tenido una media del 9,4% y su programa estelar de la noche, el 'Grand Prix', un 10,5%. Un 9%-10% le habría servido a Broncano para respirar aliviado. Un 12%-14% habría sido un buen dato para iniciar la travesía.
¡Badabing! La audiencia media fue de un 18,1%. Los datos eran aún mejores en segmentos de la audiencia en los que TVE lleva años de capa caída. Un 25,9% en el público de entre 13 y 24 años y un 29,3% con los que tienen entre 25 y 44. Llevar a un programa a un público nuevo que había perdido interés en la televisión generalista es como el Dorado del negocio. Algo que muchos intentan alcanzar, pero que no se consigue casi nunca.
“Nadie esperaba estos datos. Ni el más loco de nosotros había apuntado tan alto”, contó el miércoles Miguel Campos, guionista del programa, en el podcast de este diario. Marta Barandela, redactora jefa de este diario y espectadora asidua de 'La Resistencia' (el programa que hacían antes Broncano y su equipo), apuntaba a una de las razones de su éxito: “El componente de caos y surrealismo que rodea a todo el programa y que tiene mucho que ver con el humor de Broncano”.
Como plato principal, Broncano invitó para la entrevista a un surfista ciego –dos palabras que el público no sabía que podían ir juntas–, mientras 'El Hormiguero', que tuvo un 23%, contaba con Victoria Federica, la nieta del exrey Juan Carlos que, a falta de otra actividad laboral, va de influencer por la vida. Un contraste revelador. La nietísima no ofreció grandes frases, más allá de que este verano ha descubierto la fideuá y que de España le gusta todo, pero es una 'celebrity' que puede tener tirón entre una parte del público. Aitor Francesena, cinco veces campeón del mundo en surf adaptado, resultó ser un torbellino, como si hubiera nacido para salir en televisión.
Las cadenas utilizaron los trucos del oficio. TVE recortó la duración del telediario para que 'La Revuelta' empezara antes, una decisión que no habrá gustado en la redacción. Antena 3 eliminó un corte de publicidad en 'El Hormiguero', que es una táctica con la que se pierde mucho dinero y que no puede prolongarse eternamente. Si alguien en Telecinco le hubiera pedido a Paolo Vasile que eliminara un bloque de anuncios para favorecer la audiencia de un programa, lo habría mandado de una patada a Siberia a dar la información del tiempo en pantalón corto.
Uno de los rasgos que se adjudican al sentido del humor británico es que admite que hay que saber reírse de uno mismo. No vale sólo con burlarse de los demás. Esa idea no está tan arraigada en España. En el programa de Broncano, ese caos y surrealismo se aplicó desde el primer día al propio equipo y las polémicas que había arrastrado. Ya anunciaron que lo que iban a hacer era “la misma mierda” que en Movistar.
Uno de ellos, Grison, se abrió la camisa el lunes para enseñar un tatuaje con la cara de Pedro Sánchez, “por justificar el sueldo de este primer mes”. Parecía difícil superar ese momento, pero sólo hubo que esperar unos segundos. La abrió del otro lado y apareció la cara de Pablo Motos. “Para asegurarme el trabajo del año que viene”. El teatro se vino abajo y Broncano se puso a tocar el bombo. No se puede ser más gamberro en 'prime time'.
El miércoles se produjo lo nunca visto. Broncano ganó a Motos (19,9%-18,2%). También había disfrutado el día anterior superándole en el tiempo en el que coinciden en pantalla, y por detrás en la audiencia media por sólo una décima. El jueves, 'El Hormiguero' reaccionó con fuerza al contar con un entrevistado potente, el futbolista Lamine Yamal. La media de estos cuatro primeros días es del 20,5% para Motos y el 18,4% para Broncano. 'La Revuelta' no podía imaginar un mejor estreno ante un portaaviones televisivo. El barco pirata está de fiesta. Ron para todos.
Algunos se han picado. Los presuntos defensores del libre mercado no querían que alguien hiciera competencia a Motos, y mucho menos que fuera en la televisión pública. Un columnista de ABC despreció al equipo de Broncano definiéndolo como “gente tosca haciendo el ganso que se nos presenta como la crema de la intelectualidad gafapasta”. La Plataforma TVE Libre, que defiende los intereses del PP en la cadena, le felicitó por el artículo y calificó el programa de “chavismo vistoso”.
Otro columnista incidió en la conspiración política. El programa es “una plataforma” para el sanchismo: “El sesgo ya llegará; de momento lo que importa es desactivar la bomba que cada noche reventaba las consignas oficiales con una onda expansiva demoledora”. Se desconoce qué pensará Motos sobre la definición de su programa como un ariete de la derecha contra el Gobierno.
Curiosamente, el análisis de los dos programas publicado en ABC fue muy favorable con ambos. “Estamos ante un Nadal-Federer, pero en la televisión, donde ambos presentadores, veteranos en su formato, se enfrentan en abierto con la profesionalidad necesaria y con los elementos clave para triunfar”.
'El Hormiguero' está concebido como un programa de entretenimiento para toda la familia, pero por alguna razón su responsable incluyó hace pocos años una tertulia política, que siempre está sesgada contra el Gobierno, y en la pandemia se convirtió en un icono de la derecha por sus críticas a Sánchez (hasta que él mismo se puso enfermo y cambió un poco el discurso).
Es imposible convencer a los políticos, y a los que se comportan igual, de que la televisión es una fuente de entretenimiento por encima de todo, y así la consumen los espectadores. Creen firmemente que gracias a ella se ganan elecciones. Desdeñar su influencia, también en la política, es algo que sólo hacen los idiotas, pero no hay que olvidar que la gente tiene ahora innumerables formas de enterarse de lo que pasa. Cuando un político echa la culpa a la televisión de todos sus problemas suele ser porque no quiere hacerse responsable de sus fracasos personales.
En 2021, en una época en que nadie ni se le acercaba en las audiencias, Motos acabó un programa con un extraño sermón para mostrar su hartazgo “con lo políticamente correcto”, lo que quería decir que no aguantaba las críticas que le estaban lloviendo en redes. “Vivir resentido es como cavarse un hoyo del que cada vez es más difícil escapar”, dijo de una forma que revelaba... su resentimiento.
Por la parte que toca a Broncano, seguro que se pasa este fin de semana tocando el bombo.
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