La competición entre el Partido Popular y Vox por detentar la hegemonía en la derecha cruza fronteras. Pablo Casado y Santiago Abascal coincidieron este viernes en sendas visitas a mandatarios conservadores o ultras de países de Latinoamérica. El líder del PP completó en Chile su gira por diferentes Estados, que incluyó a Argentina, Uruguay y Paraguay. El mensaje que ha llevado el jefe de la oposición ha sido el de forjar una “alianza por la libertad” entre partidos de su misma familia política, e incluso un “Partido Popular Iberoamericano”. La reacción de Vox fue inmediata. Tras arremeter contra Casado por abrir la puerta a una gran coalición con el PSOE, Abascal le acusó de haberse “quitado la careta” y anunció un viaje a Brasil para reunirse con el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro y venderle su alianza contra las izquierdas tras fracasar en un movimiento similar con los ultras europeos, a quienes Casado también defiende pese a haber sido repudiados en parte por el Partido Popular Europeo.
Casado ha planificado la gira por el “Cono Sur” como un viaje de partido, ideológico, con un discurso muy derechizado y contundente. Desde el sur iberoamericano ha usado los diferentes foros de los que ha gozado (entrevistas en medios, ruedas de prensa o conferencias) para criticar al Gobierno de España, a otros países y a líderes latinoamericanos, además de para arremeter con especial dureza contra el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero por su labor de intermediación en Venezuela.
Desde que aterrizó en Argentina, el líder del PP ha vendido su “alianza por la libertad” como un elemento para “defender que la democracia y la libertad lleguen a todos lo países de Iberoamérica”. “Pedimos que sea España la que en las instituciones pida una posición común sobre la dictadura castrista, los embargos y sanciones a los jerifaltes del régimen de Maduro y la condena a los encarcelamientos en Nicaragua”. En una entrevista al diario paraguayo Abc, Casado zanjó: “No hay que dialogar con dictadores”.
Casado, en una idea originaria de la FAES de José María Aznar, ha defendido que la OTAN extienda sus relaciones a Iberoamérica y ha reivindicado la Hispanidad “cinco veces centenaria”.
Con Venezuela como excusa, en otra entrevista al medio uruguayo El País, dijo que “Rodríguez Zapatero tiene intereses [personales] y dinerarios en su supuesta mediación con Venezuela, que algún día espero que se conozcan”. Y zanjó: “Él no está buscando ninguna transición pacífica para Venezuela, sino su propio lucro personal, lo cual es absolutamente inaceptable”.
Pero más allá de estos tres países en concreto, siempre con especial atención a Venezuela, Casado ha arremetido contra mandatarios de países donde, en su opinión, “no soplan vientos de cambio”, que quiere decir que en los recientes comicios que se han celebrado en ellos ha salido un resultado diferente al esperado, o promovido, por el PP. “Se ha visto en Perú, en Bolivia y se acaba de ver en Honduras”, ha dejado dicho. Tres países que en este 2021 han celebrado elecciones y donde se han impuesto las opciones progresistas: Pedro Castillo en Perú, Luis Arce en Bolivia y Xiomara Castro en Honduras.
En Bolivia, los ciudadanos han devuelto el poder al MAS, el partido de Evo Morales, que fue expulsado por un golpe de Estado. El Gobierno de la expresidenta, Jeanine Áñez, ha sido acusado de “violaciones” de los Derechos Humanos y de torpedear las elecciones que perdió. La exdirigente, hoy encarcelada, fue promovida por Vox para recibir el premio Sajarov del Parlamento Europeo. En Honduras ganó en las urnas Xiomara Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya, derrocado por los militares en 2009 en lo que tanto la Organización de Estados Americanos como la ONU consideraron, también, un golpe de Estado. En cuanto a Perú, Castillo derrotó a Keiko Fujimori, hija del dictador Alberto Fujimori.
Estas tres elecciones no han convencido a Casado. Como tampoco lo hizo la del también izquierdista Alberto Fernández en Argentina. En Chile, último país que ha visitado el líder del PP, se celebrará la semana que viene la segunda vuelta de las presidenciales, en las que se enfrenta el progresista Gabriel Boric con el ultraderechista José Antonio Kast, quien reivindica al dictador Augusto Pinochet y pide que se investiguen los “crímenes” durante el Gobierno democrático de Salvador Allende. En el país del Pacífico, el partido de Casado no tiene relación con el partido de Kast, sino con el del presidente saliente, Sebastián Piñera.
Vox contraprograma en Brasil
Kast es más del estilo de Vox. De hecho, Santiago Abascal se reunió con el después candidato ultra hace dos años y ambos compartieron la necesidad de luchar contra el “marxismo cultural”. Ahora, lo apoya como presidente de Chile para “frenar al comunismo”.
Vox hace ya mucho que se fijó en Latinoamérica como un lugar propicio para los contactos políticos y económicos, al detectar “un ascenso de los partidos conservadores y nuevas formaciones de derecha”. El principal referente de los de Abascal no es otro que el presidente brasileño Jair Bolsonaro. Y para apoyarle en las inminentes elecciones, donde deberá enfrentarse a un renacido Lula da Silva, quien lidera las encuestas tras recuperar la libertad personal y política después de demostrarse un compló judicial para derrocarlos a él y a su sucesora, Dilma Rousseff.
Junto a Abascal ha viajado a Brasil el eurodiputado Hermann Tertsch. El partido ultra español ha arremetido en redes sociales contra Pablo Casado por su viaje por Latinoamérica y ha contraprogramado con otro en el que intenta vender su propio proyecto, la “Iberosfera”, alternativo a la “alianza por la libertad” del PP. Su objetivo, en palabras de Abascal: “Fortalecer alianzas frente al narcocomunismo y la dictadura progre. Recuperemos la democracia y la libertad en la Iberosfera”.
Dos significantes para un concepto muy similar y que pretende excluir de las relaciones con Europa a los países cuyos ciudadanos, como dijo Mario Vargas Llosa en la convención del PP, “no voten bien”. Las alianzas de España deberían pivotar sobre la ideología, según el planteamiento tanto de Casado como de Abascal.
El presidente de Vox tiene intención también de vender en tierras americanas su reciente intento, fallido, de crear un grupo de partidos ultraderechistas en Europa. Las formaciones lo volverán a intentar en una nueva reunión que se celebrará en Madrid.
La cita se produjo en Polonia, cuyo Gobierno ha recibido una dura sanción de la Comisión Europea por poner al Poder Judicial bajo el control total del Ejecutivo. Junto a polacos y españoles, Marine Le Pen o el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, cuyas actuaciones también le han valido sanciones de Bruselas. De hecho, su partido iba a ser expulsado del Grupo Popular Europeo, pero él decidió irse antes. Casado siempre le defendió, igual que Abascal.
Precisamente sobre Polonia habló hace pocas fechas el líder del PP, contrariado con las medidas adoptadas por el Gobierno comunitario, que preside su compañera de partido Ursula von der Leyen. En un coloquio junto a la escritora Anne Applebaum celebrado a finales de noviembre, Casado dijo: “Europa tiene que asumir con una política adulta la salida de la crisis, en especial los gobiernos de izquierdas que están presionando para que haya estrategia expansiva sin condicionalidad, sin responsabilidad, derivando las consecuencias a las próximas generaciones”. Y añadió: “¿Por qué se exige menos al Gobierno español que al chipriota? ¿Por qué se exige menos a España que a Polonia? Por qué la izquierda blanquea lo que hacen sus correligionarios?”.
Casado no irá a Brasil, como Abascal, cuya visita saludó en Twitter el hijo del presidente. Eduardo Bolsonaro, diputado en el Parlamento de su país, fue señalado en 2019 como el hombre de Steve Bannon en Brasil. Bannon, hoy repudiado, fue la mano derecha de Donald Trump en la campaña que le llevó a la Presidencia de EE UU. El enviado de Bannon en Europa señaló hace tres años su interés por aterrizar en España, donde quería reunirse con Vox. Pero también con Pablo Casado. Aquella alianza no cuajó, pero algunos de sus protagonistas siguen empeñados en construirla.
Contra el Grupo de Puebla
Bolsonaro se enfrentará así a su bestia negra, Lula da Silva. El expresidente brasileño es uno de los fundadores del llamado Grupo de Puebla, una alianza política entre figuras progresistas latinoamericanas y españolas. Entre sus nombres, además del expresidente brasileño y su sucesora, Dilma Rousseff, figuran el exmandatario uruguayo Pepe Mujica; el presidente argentino, Alberto Fernández; el boliviano, Luis Arce; y el expresidente de Ecuador Rafael Correa.
La representación española la asumen el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y la ministra de Igualdad, Irene Montero, quien entró en el grupo en 2020 auspiciada por el exmandatario socialista.
El Grupo de Puebla es el enemigo común de Casado y Abascal. Y contra él proponen sus modelos, bien se llame Iberosfera o “alianza por la libertad”. “Cuando parece que nuestros adversarios se reúnen en el Grupo de Puebla y cuando el expresidente Zapatero blanquea dictaduras, se hace más imprescindible que nunca que nos unamos en una alianza por la libertad”, ha dicho Casado en Argentina.
Vox no se queda atrás. El llamado Foro de Madrid que promueve es, según su propia descripción, una “alternativa al Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla”. Es decir: “una alianza internacional entre líderes y fuerzas políticas patriotas en defensa de la libertad frente al narcocomunismo en la Iberosfera”. En este sentido, en sus redes también se pueden leer mensajes como: “Dar la batalla cultural por la libertad frente a la izquierda globalista y el Cartel de Puebla es más necesario que nunca”.
Pese a competir entre ellos, Casado defiende que el PP gobierne con Vox. O, precisamente, compiten porque comparten buena parte de ideología y de electorado. En la entrevista al medio uruguayo El País ya citada, Casado dice: “¿Son iguales para nosotros Podemos y Vox? No. Vox defiende la Constitución española, la unidad nacional, el libre mercado, las libertades individuales. Podemos, no. Podemos defiende un régimen que en mi opinión es iliberal, que va en contra de la Constitución, la unidad nacional, la libertad de empresa”.