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Casado congela cualquier posibilidad de pacto con el Gobierno y enmarca el cese de Álvarez de Toledo en un cambio en las formas

Ana Pastor, Cuca Gamarra, Pablo Casado y José Luis Martínez-Almeida, en la Junta Directiva Nacional del PP. / Ricardo Rubio / Europa Press

Sofía Pérez Mendoza

20 de agosto de 2020 21:46 h

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El giro del centro al Partido Popular para el nuevo curso político se quedará solo en las formas. La destitución de Cayetana Álvarez de Toledo y el ascenso de perfiles más moderados en el partido abrió la puerta a todo tipo de especulaciones sobre un nuevo viraje a la moderación de Pablo Casado. La propia exportavoz parlamentaria sugirió el día de su abrupta salida que su cese estaba ligado a un acercamiento del PP al Gobierno de Pedro Sánchez. Álvarez de Toledo citó la negociación para renovar el Consejo General del Poder Judicial, cuyo mandato lleva muchos meses agotado, e incluso a las conversaciones sobre los Presupuestos que arrancarán a la vuelta de vacaciones.

El presidente de los populares ha tardado 48 horas en despejar cualquier atisbo de duda sobre su contribución a la gobernabilidad, tras la Junta Directiva Nacional celebrada este jueves por vía telemática. Ante los suyos descartaba alcanzar acuerdos con el Ejecutivo. La misma posición mantenida hasta ahora y la que llevó al PP a votar incluso contra la continuidad del estado de alarma durante las últimas semanas. Habrá cambio de caras, sí, y ahí están el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida convertido en portavoz nacional, y Cuca Gamarra como número uno en el Congreso, pero la filosofía será la misma: ni agua al Gobierno de Pedro Sánchez. “No podemos formar parte de la gobernabilidad de Pedro Sánchez porque somos su alternativa”, afirmó ante la mirada de todos los barones por videoconferencia, incluida la recién destituida Cayetana Álvarez de Toledo, que asistió telemáticamente al encuentro.

Casado establece así límites a la nueva etapa, en la que pide templanza en los modos pero mantiene la misma política de alianzas. Con el rumbo que ha marcado a los suyos, el líder del PP niega la aproximación de posiciones en asuntos cruciales como los Presupuestos Generales del Estado o la renovación de la cúpula del Consejo General del Poder Judicial. También rechaza de plano un Gobierno de “concentración moral” con el PSOE, que defendió Álvarez de Toledo hasta el último día –en la entrevista con El País que colmó la paciencia del presidente, según fuentes del PP– ni cuestiona los pactos en las instituciones que gobierna con la extrema derecha de Vox (Madrid, Andalucía...) “No somos –aseguró– un intercambio de Podemos, no somos una muleta sustitutoria. Nadie en esta Junta aspira a ser ministro de Sánchez sino a derrotarle en las urnas”.

Miembros del Gobierno desearon esta semana que el relevo de Álvarez de Toledo por Cuca Gamarra al frente del grupo parlamentario popular facilitara el “entendimiento” y un “diálogo más fluido” para “avanzar en los grandes asuntos”. Lo dijo la ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias. Algo que dos días después se ha echado por tierra mientras el Ejecutivo mantiene la previsión de presentar las cuentas en septiembre.

El presidente nacional, además de enmendar las posiciones de Álvarez de Toledo de forma implícita y bajo un mensaje elegante de despedida –“Gracias por todo, Cayetana, puedes contar siempre conmigo”–, quiere rebajar el tono agresivo que caracterizaba a la exportavoz y apostar por el perfil más “gestor”. “Hay que evitar el error de que para defender las convicciones hay que cavar trincheras y utilizar palabras como puños”, señaló Casado, que pidió a los dirigentes “argumentos, persuasión y empatía” y no caer en la “trampa” de “actuar con agresividad marcando perfil hasta convertirlo en arista” en alusión al vuelo libre emprendido por Álvarez de Toledo durante su año, contra viento y marea, en la portavocía del Congreso de los Diputados.

La elección de José Luis Martínez-Almeida, designado por Casado como candidato al Ayuntamiento de Madrid por su tono bronco de oposición a Manuela Carmena, es estratégica en este punto porque aprovecha la popularidad tras su transformación pero no desconecta del todo con el electorado más próximo a Álvarez de Toledo al formar parte del ala más conservadora del partido. Cuca Gamarra, apoyo de Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias que la enfrentaron con Pablo Casado, encarna lo que le faltaba a la portavoz, a juicio de Casado: fidelidad al argumentario y control en las formas. Por si alguien albergaba dudas sobre la línea a seguir, la remodelación deja otro ascenso: el de Xavier García- Albiol –el regidor de Badalona resucitado por el fracaso de las izquierdas, verso suelto y conocido por sus mensajes xenófobos–, que llegó el cargo hace solo tres meses, a la cabeza de un nuevo comité de alcaldes.

“Ensanchar las bases” tras cinco derrotas electorales

Ante las quejas de “falta de libertad” y “autonomía” de la todavía diputada por Barcelona (no ha dejado el escaño), que criticó la “autoridad” impuesta por el “señor Casado”, el líder nacional hace una defensa de la “política de partido”, no “como una debilidad de carácter sino como un acto de valor”. “No es sumisión ni falta de sinceridad. Es nobleza”, aclaró. Tres días antes, Álvarez de Toledo criticaba en su soflama contra Casado tras hacerse pública su salida que es “una forma de esclavitud formar parte de un partido en el que no te puedes expresar con libertad”.

El discurso de Casado deja entrever, también, que afronta este nuevo curso político con una aspiración que dos años después de llegar a la presidencia del PP no alcanza: que la formación vuelva a recoger a los votantes del “centro derecha”, “ensanchar la base del partido” y “ser el cobijo de 10 millones de españoles”. “Queremos salir al encuentro de la mayoría silenciosa que necesita una fuerza transversal”, indicó. Cinco derrotas electorales después, el partido no termina de despegar en las encuestas pese al desgaste del Gobierno de Sánchez ni de consolidarse como alternativa. “Hace dos años todos hablaban del sorpasso de Ciudadanos al PP, y hace un año, del sorpasso de Vox al PP. Y ahora solo del sorpasso del PP al PSOE. Los que daban por amortizado al PP se equivocaron”, lanzó en un momento de su intervención. Después recordó a los dirigentes que los pilares de su proyecto seguían vigentes: “la defensa de España, su unidad y la Corona; el estado de derecho, la libertad individual, la defensa de la familia y la rendición de cuentas”.

La Junta Directiva Nacional de este 20 de agosto ha sido una balsa de aceite para Casado. “En el PP no hay cayetanistas”, resumía un dirigente del partido. El relevo no ha encontrado oposición en la formación y, por el contrario, despeja el camino para el reencuentro de los barones con Casado tras las tensiones crecientes provocadas por las salidas de tono de Álvarez de Toledo, que llegaron a dinamitar las estrategias comunicativas del partido. Esta reunión en nada se ha parecido a aquella celebrada hace poco más de un año, que terminó seguida de una comida donde los barones trataron sin éxito de presionar al presidente nacional para que diera marcha atrás con el nombramiento de Álvarez de Toledo.

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