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No se producirá ninguna dimisión en la dirección nacional del Partido Popular después de que el domingo la formación conservadora lograra el peor resultado de su historia en las elecciones generales del 28A –obtuvo 66 escaños, menos de la mitad de los 134 logrados en 2016–. El Comité Ejecutivo Nacional del PP, celebrado este martes en Madrid, cerró filas en torno al líder del partido, Pablo Casado, que en ningún momento se ha planteado dejar la presidencia a la que llegó hace diez meses tras ganar las primarias: “Tengo un mandato de cuatro años”.
La debacle en las urnas y la presión interna de los barones –diez de ellos tomaron la palabra durante el Comité para reivindicar la “centralidad” del PP– sí forzarán a Casado a modificar de nuevo su estrategia a menos de un mes de las elecciones autonómicas y municipales del 26 de mayo en las que los populares se juegan todo su poder territorial.
Con el objetivo de recuperar a los cerca de cuatro millones de votantes perdidos en las elecciones del domingo, que en su mayoría se fueron a Ciudadanos y Vox –partidos con los que el PP ha mantenido una lucha encarnizada por cada voto conservador–, el líder popular que tras su triunfo en las primarias puso en marcha un giro a la derecha en el partido pretende ahora erigirse en el líder del “centro político español”.
“Centrados en tu futuro” ha sido precisamente el lema escogido para los comicios del 26M, una consigna calcada al “Centrados en el futuro” empleado por Mariano Rajoy en las generales de 2008, las últimas que el predecesor de Casado en la presidencia del PP perdió frente a José Luis Rodríguez Zapatero.
El anuncio del viraje se producía este martes, después de que los dos barones autonómicos con más poder institucional, el gallego Alberto Núñez Feijóo y el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla, exigieran a la dirección del PP un nuevo rumbo alejado del escoramiento a la derecha emprendido por Casado desde que ganó las primarias.
“Uno nunca puede mover del centro una de las piernas porque es donde está la mayoría”, sostenía el presidente andaluz a las puertas de la sede nacional de Génova, justo antes de entrar en el Comité. Feijóo, por su parte, consideraba a primera hora que el actual “es el momento de ensanchar el partido: cuando lo hemos limitado pues lamentablemente no hemos ganado”. En términos similares se expresaron el castellano leonés, Alfonso Fernández Mañueco, o el extremeño, José Antonio Monago.
Apenas habían pasado 48 horas desde la derrota en las urnas y tan solo cuatro días desde que Casado, en el último minuto de la campaña, se abriera a incorporar a la extrema derecha de Vox en su Gobierno por si PP, Ciudadanos y la formación de Santiago Abascal lograban el domingo un resultado en las generales que les permitiera sumar para echar a Pedro Sánchez de la Moncloa. “Vox o Ciudadanos, tengan diez escaños o tengan 40, van a tener la influencia que ellos quieran tener para entrar en el Gobierno”, dijo el viernes, último día de la campaña, en una entrevista en esradio.
Ahora, menos de una semana después de equiparar a su partido con Vox al asegurar que los posibles votantes del partido de Abascal no tenían “ninguna razón” para no votar al PP, Casado ha decidido modificar de raíz su relación con la formación extremista.
En rueda de prensa, Casado pronunciaba las palabras que se había resistido a verbalizar durante meses, a pesar de que entrevista tras entrevista y comparecencia tras comparecencia se le había preguntado hasta la saciedad por la ideología en la que, a su juicio, debía situarse al partido de Abascal, o directamente, por si lo consideraba un partido de extrema derecha.
Pero eso fue antes de que los populares cosechasen la derrota más humillante de sus treinta años de historia e incluso de las que registró Manuel Fraga al frente de AP en los ochenta. “Vox es de extrema derecha”, decía por fin este martes tras el Comité Ejecutivo Nacional del PP. A puerta cerrada, durante la reunión, Casado llegó a tildar -al que hasta el viernes estaba llamado a ser su socio- partido de “ultraderecha”, según confirmaron a eldiario.es varios de los asistentes.
El líder del PP ha llegado a atacar directamente a Santiago Abascal porque, a su juicio, “debe mucho al PP, del que ha estado cobrando de fundaciones chiringuitos y mamandurrias, como él dice, hasta antes de ayer”. Se refería a los organismos y fundaciones en los que la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre –una de las madrinas políticas de Casado– enchufó al hoy líder de Vox que, por ejemplo, ejerció de director de la Fundación para el Mecenazgo y el Patrocino Social creada por la Comunidad de Madrid y de la que, solo en 2013, cobró más de 82.000 euros sin que dicho organismo registrara ninguna actividad.
En su recién estrenada estrategia, Casado también tiene previsto pasar al ataque contra Ciudadanos, la formación que en las generales se quedó a apenas nueve escaños del PP y que pretende arrebatar a los populares la hegemonía del centro derecha. El partido de Albert Rivera, con el que el líder de los populares pretendía gobernar tras el 28A reeditando el modelo andaluz que hizo a Juan Manuel Moreno Bonilla presidente de la Junta, es ahora para Casado “socialdemócrata disfrazado de liberal” e incluso de “centro izquierda”.
La autocrítica del líder del PP tras llevar al partido a su peor resultado de la historia en unas generales se limitaba este martes a considerar que durante la campaña no había sido lo suficientemente duro contra Ciudadanos y Vox, las formaciones con las que luchaba por cada voto de la derecha. “Estábamos dirigiéndonos solo contra Pedro Sánchez sin darnos cuenta de que el adversario de Ciudadanos y Vox era el PP”.
Lejos de cuestionar sus planteamientos programáticos, Casado cree que el de minusvalorar a sus adversarios fue “el principal error cometido” en campaña y, si se tiene en cuenta la rueda de prensa ofrecida este martes, el único. “No somos intercambiables ni lo mismo que Vox y Ciudadanos, vamos a recuperar nuestro espacio electoral”, apuntaba, sin explicar cómo pretende atraer a esos votantes.
Tras defender en los últimos meses la necesidad de aglutinar a las derechas –entre las que incluía a Ciudadanos y a Vox– en torno al PP, hablando incluso de la necesidad de la “refundación” de ese espectro ideológico y presentándose como su líder, Casado consideraba en cambio este martes que “es falso que en España haya tres derechas, era un tópico, falsario, no hay tres derechas: el PP es el único partido de centro derecha”.
Este nuevo discurso fue especialmente celebrado por algunos de los barones territoriales que acudían al Comité Ejecutivo Nacional en el que han intervenido diez de ellos, además de otros cinco dirigentes populares. “Se acabó lo de las tres derechas”, explicaba uno de los dirigentes autonómicos. “Fue una idea de José María Aznar que nos ha hecho polvo”, argumentaba, recordando la debacle electoral de este domingo.
Que en menos de un mes vayan a celebrarse las elecciones autonómicas y municipales libraba a Casado de posibles peticiones de dimisión por parte de los dirigentes más críticos con su gestión tras la debacle del 28A. “Ahora se tiene que apoyar en los candidatos autonómicos y municipales. Va a haber un cierre de filas hasta el 26M y luego ya se verá”, resumía uno de ellos al salir del Comité Ejecutivo.
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