El pasado fin de semana al Partido Popular le llovieron las críticas por parte de víctimas del terrorismo de ETA que se sintieron utilizadas por las derechas como arma política contra el nuevo Gobierno progresista durante la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Esas denuncias de familiares de asesinados y de quienes padecieron directamente la violencia no han frenado en cambio las pretensiones del líder del PP, Pablo Casado, que está decidido a seguir arrogándose la defensa de las víctimas durante toda la legislatura, para la que ha prometido una oposición sin tregua contra el Ejecutivo con acciones en los tribunales y en las calles.
Este jueves, apenas dos días después de la reelección de Sánchez en una bronca sesión en el Congreso agitada precisamente por los insultos de las derechas contra el Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos, el primer acto de agenda de Casado tras la investidura fue la reunión a la que convocó en la sede nacional del PP de la calle de Génova de Madrid a la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Maite Araluce.
Fuentes de la dirección del PP explican que la cita no fue casual, sino que Casado quiso que su primer encuentro tras la investidura fuera “con los representantes de las víctimas del terrorismo”, cuya defensa y utilización política seguirán constituyendo uno de los principales ejes de la estrategia contra el nuevo Gobierno
El líder del PP trasladó a Araluce en dicho encuentro que su partido seguirá presentando iniciativas “en defensa de la dignidad, la memoria, la justicia y la reparación de las víctimas”. Entre estas medidas destacan “prohibir los actos de homenajes a terroristas” y apoyar modificaciones en la Ley de Reconocimiento de Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo.
Construir “el verdadero relato”
De igual forma, según informaba el PP en una nota, Casado y la presidenta de la AVT –una de las asociaciones de víctimas más próximas a los populares– coincidían en la “preocupación por las leyes aprobadas en el País Vasco y en Navarra denominadas de abuso policial, que han sido recurridas ante el Tribunal Constitucional por el Partido Popular”. El líder de los populares trasladaba además a Araluce su propósito de “seguir trabajando para construir el verdadero relato, y no el que algunos quieren trasladar, de lo que supuso la existencia de la banda terrorista ETA y el sufrimiento que causó a la sociedad española”.
A punto de cumplirse dos años de la desaparición de la banda y nueve desde que anunció el fin de la violencia, las derechas de PP, Vox y Ciudadanos trataron el fin de semana de convertir a ETA en la protagonista absoluta de la sesión de investidura de Pedro Sánchez después de que EH Bildu –partido que integra a la izquierda abertzale que nació del rechazo a la violencia– anunciara su abstención y asegurara al líder del PSOE la posibilidad de resultar reelegido.
Durante su discurso, además de insultar a Sánchez con descalificativos como “sociópata”, “fake” o “mentiroso”, Casado acusó al líder socialista de pactar “con un partido que considera a ETA la vanguardia de la democracia, justificando el asesinato de socialistas”, utilizó las palabras de dos víctimas de la banda criticando al nuevo Gobierno para atacar al PSOE y cargó contra la izquierda por formar un Ejecutivo con “los separatistas, los batasunos y los populistas liderados por el PSOE”.
El tono se fue elevando durante el resto del pleno, que se prolongó hasta el martes, momento de la segunda votación en la que Sánchez fue elegido por mayoría simple. Especialmente convulso fue el turno de intervención de la diputada de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, a la que desde la bancada popular le lanzaron gritos como “asesinos” o “terroristas”.
“ETA no ha sido acabada”
La primera chispa saltó cuando Aizpurua aludió al rey para calificar su intervención televisada el 3 de octubre de 2017 como un “gesto de autoridad”. A partir de ese momento, los gritos de la bancada conservadora no cesaron durante el resto de su intervención. Los diputados de Vox, PP y Ciudadanos golpearon sus mesas con la palma de la mano mientras proferían gritos de “viva el rey” en respuesta a la diputada que estaba interviniendo.
Casado pidió la palabra y aludió al artículo 103 del reglamento para exigir de Batet una llamada al orden a la portavoz de EH Bildu. “Ha vertido conceptos injuriosos. Acabo de escuchar la intervención más nauseabunda que he escuchado en este hemiciclo y el candidato no ha defendido ni al rey de España ni a las víctimas del terrorismo”.
Durante el pleno la diputada del PP Teresa Jiménez Becerril señaló a los miembros de EH Bildu en la Cámara Baja: “Eso es ETA y está pactando con ellos, aplaudan”, gritó la diputada recibiendo el aplauso de la bancada de su partido. El hermano de Becerril y su mujer fueron asesinados por la banda terrorista en el año 1998, en Sevilla. Después, en un tuit, la diputada aseguró que ETA, disuelta en 2018, “no ha sido acabada”.
Un día después, el domingo, el PP acusaba al Gobierno de ceder ante ETA. “Bildu lo deja claro: sin nuestros votos, no hay legislatura. Los proetarras condicionando el Gobierno de España. ETA ya ha conseguido su propósito”, señalaba la número tres de los populares, Ana Beltrán. Y Casado escribía en su cuenta de Twitter: “Es infame que Pedro Sánchez no defienda al Rey, la Constitución y las víctimas del terrorismo frente a los ataques de una condenada por apología del terrorismo. El PSOE toma como rehenes a los españoles para mantenerse en el poder humillándose ante proetarras, separatistas y comunistas”.
Ya el martes, Casado leyó en la tribuna la carta de José María Múgica, hijo del dirigente socialista Fernando Múgica asesinado por ETA en 1996, criticando a Sánchez por la abstención de Bildu: “Produce una náusea infinita”.
Todas estas declaraciones del PP molestaron sobremanera a varias víctimas de ETA. Josu Elespe, hijo de Froilán Elespe, edil del PSE-EE de Lasarte asesinado por la banda terrorista en 2001, respondió a las alusiones a ETA en la sesión de la investidura y, en concreto, a la afirmación de Becerril sobre la pervivencia de la organización terrorista: “Me hace feliz que ETA no exista, que tengamos un gobierno de izquierdas en España, y que se encare el problema catalán desde el diálogo. Mi padre pensaría lo mismo”, dijo en Twitter.
María Jáuregui, por su parte, hija del exgobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jáuregui, del PSE, asesinado por ETA en 2000, respondía también a las palabras de Becerril y del propio Casado respaldando también públicamente al Gobierno progresista. “Mi aita también estaría feliz, Pablo Casado, porque ETA no existe, porque vamos a tener un Gobierno de izquierdas y porque era un firme defensor del diálogo”, ha replicado Jáuregui a través de Twitter.
A estas críticas se sumaba esta semana la presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite), Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, exportavoz del PP en San Sebastián asesinado por ETA en 1995. “¿Podías dejar de utilizar a las víctimas del terrorismo y arrogarte su representación en tu debate de investidura?”, le preguntaba a Casado en un tuit. “Lo que consigues es que cada vez más víctimas muestren públicamente su apoyo a Sánchez”, zanjaba.
Utilización “vil” de las víctimas
También Rosa Lluch, hija del exministro Ernest Lluch, asesinado por ETA en 2000, lamentaba el miércoles en una entrevista en Radio Euskadi que PP y Vox utilizaran de “forma tan vil” a las víctimas del terrorismo en el debate de investidura. Ella criticaba que, ante “la posibilidad de un nuevo gobierno de izquierdas, hemos vuelto a salir a la palestra” no para “saber qué necesitan” las víctimas, sino para “hablar en nuestro nombre y echárselo en cara unos a otros”.
El PP ha evitado valorar todas estas críticas y ha mantenido su discurso vinculando al nuevo Ejecutivo con ETA y el terrorismo.