Casado lanza la opa final para quedarse con los restos de Ciudadanos

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, ha lanzado su opa final para tratar de absorber en el PP lo que queda de Ciudadanos, la formación que hasta el miércoles era su principal socia de gobierno en comunidades y ayuntamientos y con la que sigue gobernando en importantes feudos de la derecha, pero con la que rivaliza por el mismo electorado desde hace años. La decisión de Inés Arrimadas de romper su alianza con los populares en Murcia presentando dos mociones de censura junto al PSOE para desbancar al PP tanto del Gobierno regional como del ayuntamiento, y el terremoto político que generó ese giro, con la consiguiente ruptura por parte de Isabel Díaz Ayuso de su Ejecutivo de coalición con Ciudadanos en la Comunidad de Madrid –y la moción de censura del PSOE contra el Gobierno de PP y Ciudadanos en Castilla y León–, han precipitado ese intento de absorción que Casado ya venía barruntando desde hacía meses.

Lo que trata de aprovechar ahora el líder del PP es tanto el descontento interno que generó el giro de Arrimadas en las filas de su formación política, así como su debilidad electoral, que se refleja en todas las encuestas y que se materializó en las catalanas del 14 de febrero, en las que Ciudadanos pasó de primera a séptima fuerza del Parlament, al perder 30 de sus 36 escaños. Esa fragilidad se agudiza, según el equipo de Casado, después de que el miércoles Ayuso adelantara las elecciones destituyendo a todos los consejeros de Ciudadanos, incluido su vicepresidente, Ignacio Aguado, que no se esperaba esa respuesta de la que hasta ese día era su jefa tras la moción de censura en Murcia. La próxima contienda es propicia para los intereses del PP y se da en un territorio que gobierna desde hace más de dos décadas, aunque sin mayoría absoluta en los últimos dos mandatos. La demoscopia dice que Ciudadanos está cayendo en Madrid y que parte de su derrumbe lo recoge el PP, a diferencia de lo que sucedió en Catalunya, donde fue capitalizado por Vox.

Desde entonces, las llamadas de los principales cargos populares a dirigentes de Ciudadanos para que se pasen al PP han sido constantes. El mismo miércoles, el secretario general de los populares, Teodoro García Egea –cuyo poder interno en el PP ha quedado tocado al ver desmoronarse las alianzas en las autonomías que él mismo negoció y que constituían su único capital político– realizaba el primer ofrecimiento a todos aquellos miembros de la formación que se dice “liberal” para que se sumaran a las filas populares. “El PP abre las puertas de su casa para que miles de personas, dirigentes, militantes y simpatizantes de Ciudadanos defraudados con la decisión de Inés Arrimadas y su cúpula puedan venir y construir una alternativa al Gobierno de Sánchez e Iglesias”, aseguraba.

Este jueves, Ayuso realizaba una invitación similar al asegurar que le gustaría incorporar a su candidatura para las elecciones del 4 de mayo –que se celebrarán si finalmente no prosperan las mociones de censura presentadas por PSOE y Más Madrid, cuya validez acabará dirimiéndose en los tribunales– a dirigentes de Ciudadanos, “como puede ser el caso”, decía, de la que hasta el miércoles fue la consejera de Cultura de su Gobierno, Marta Rivera de la Cruz. “Ha sido una de las mejores, una consejera excepcional, leal a su partido como pocos”, sostenía la presidenta madrileña en una entrevista en Onda Cero. “He hablado con dirigentes de Ciudadanos que venían desde hace tiempo lamentando la situación que se venía produciendo”, añadía Ayuso a última hora en otra entrevista en Telecinco, en la que remarcaba que las posibles alianzas las debe decidir la dirección nacional, informa Fátima Caballero. Por el momento, sin embargo, ni Rivera de la Cruz ni ningún otro dirigente de Ciudadanos ha manifestado al menos públicamente su pretensión de dejar el partido y marcharse al PP.

Frente a esos intentos del equipo de Casado por absorber a Ciudadanos, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que se ha erigido en el contrapeso interno al líder nacional del PP y al que se considera de un perfil más moderado, abogaba por tratar de reconducir la relación con el partido de Inés Arrimadas: “Si retiran la moción de censura en Murcia, volveríamos a reconstruir la confianza hoy destruida”, aseguraba este jueves, en rueda de prensa.

En cualquier caso, tras el choque definitivo que se produjo el miércoles entre Casado y Arrimadas, cuya relación empezó a romperse hace ya meses por la disposición al entendimiento con el Gobierno progresista de la líder de Ciudadanos, este jueves ambos se lanzaron reproches mutuos y hasta evitaron saludarse durante un acto con motivo del Día Internacional de las Víctimas del Terrorismo en el que coincidieron en Madrid.

El líder del PP tildó de “grave irresponsabilidad” y de “grave error” que Ciudadanos rompiera el Ejecutivo murciano y se uniera al PSOE para presentar una moción de censura contra el PP tanto en el parlamento autonómico como en el ayuntamiento de la capital regional, una decisión de la que responsabilizó a Arrimadas con la que, según dijo, no habló hasta “tres horas después” de que se conociera la noticia de la presentación de la citada moción.

Arrimadas reprocha a Casado haber incumplido el pacto en Madrid

La líder de Ciudadanos, por su parte, se mostró muy molesta con el hecho de que, en esa conversación, Casado no le anticipara los planes de Ayuso de romper el Gobierno de Madrid. “Hablé con Pablo Casado antes de que Ayuso convocara elecciones y le expliqué la situación de Murcia, de la que él ya estaba al tanto porque durante mucho tiempo hemos intentado reconducir la situación, mis compañeros de Murcia lo han intentado dentro del acuerdo de gobierno”, apuntó, en una entrevista en Antena 3. “Nosotros teníamos un pacto y así se lo dije, que nosotros no íbamos a hacer nada en ningún otro gobierno porque no se daban las circunstancias y yo entendía que ellos también iban a cumplir su parte de no hacer adelantos electorales”, lamentaba la máxima dirigente de Ciudadanos.

La desconfianza entre ambos partidos se reflejó gracias a un micrófono abierto que permitió escuchar un pequeño trozo de la conversación que mantuvo la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, con el propio Casado, en el citado acto por las víctimas del terrorismo. “Como gobiernen PSOE y Podemos la Comunidad, nos habéis jodido”, le espetaba ella al líder del PP, culpándole de las posibles consecuencias del adelanto electoral en Madrid. Villacís y el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, habían comparecido juntos minutos antes para tratar de defender que el enfrentamiento entre Arrimadas y Casado y la guerra total de Aguado y Ayuso no afectará, al menos de momento, a la alianza entre PP y Ciudadanos en la ciudad de Madrid.

Casado también dijo este jueves que veía las elecciones en Madrid como la oportunidad para que se cumpla una de sus obsesiones desde que llegó a la presidencia del PP, en 2018: la “reunificación del centro derecha” en el PP, después de años de división en tres partidos –PP, Vox y Ciudadanos– que le han hecho encajar una derrota electoral tras otra. “Las elecciones madrileñas van a ser la primera etapa de la unidad del centro derecha en torno al PP. Yo llevo intentándolo tres años con el resto de los partidos de centro y de derecha. Si no lo han querido, lo haremos ahora por la base”, advirtió Casado este jueves, en alusión a Ciudadanos y Vox. “Los madrileños podrán unir al centro derecha en la papeleta del PP para gobernar con mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid”, remachó.

El líder del PP había dado los primeros pasos para iniciar la absorción de Ciudadanos en su partido tras las catalanas en las que los populares también encajaron una amarga derrota: lograron el peor resultado de su historia en Catalunya y perdieron uno de los cuatro escaños que habían logrado en 2017, quedándose relegados como la última fuerza del Parlament. Pese a la debacle, la teoría que defiende la dirección de Casado es que, frente a la debilidad territorial de Ciudadanos, que ni siquiera tiene representantes institucionales en todas las comunidades autónomas y que, además, ha perdido la hegemonía en su principal plaza, Catalunya, el PP sigue siendo la principal fuerza de la oposición a nivel estatal y es “la única alternativa posible” al Gobierno de PSOE y Unidas Podemos.

Ahora se trata de seguir el camino que se inició en la precampaña catalana con el fichaje de la exportavoz de Ciudadanos Lorena Roldán, que concurrió el 14F en la lista de los populares por Barcelona como número dos, logrando escaño en el nuevo Parlament, aunque su contratación no supuso un revulsivo para el partido en Catalunya ni evitó la debacle del PP. Esta 'opa hostil' del PP a Ciudadanos ya tuvo un primer episodio en el ámbito municipal con la moción de censura presentada por populares y Vox contra el alcalde de Villaviciosa de Odón, uno de los pocos que gobernaba el partido de Arrimadas. En el proceso que ahora se abre puede tener un papel relevante el exlíder de Ciudadanos, Albert Rivera, que se ha mostrado muy crítico con el giro al centro realizado por su sucesora después de que él decidiese entregar todo el poder territorial a Casado tras las municipales y autonómicas de 2019 y que ahora, desde su despacho de abogados, se ha convertido en uno de los asesores jurídicos de cabecera del PP, al que ayuda en la presentación de sus recursos contra las leyes de la izquierda.

Fricciones internas en Ciudadanos

El plan del PP para fagocitar a Ciudadanos cuenta también con que en el partido de Arrimadas las aguas internas bajan revueltas. La decisión de la líder de precipitar la moción de censura en Murcia de la mano del PSOE sin consultarlo con la Ejecutiva ha causado un hondo malestar entre algunos dirigentes autonómicos, pese a que muchos coinciden en que la situación allí con sus socios era “insostenible”, como ha reconocido la propia Arrimadas y venían advirtiendo los dirigentes regionales de Ciudadanos. El ejemplo de ese malestar lo expresaba sin tapujos el miércoles en Twitter el valenciano Toni Cantó. Pero no es el único.

Otros dirigentes regionales también creen que Arrimadas debería convocar de forma urgente la Ejecutiva para que explique por qué se toman decisiones de ese calibre sin consultarlas ni someterlas a los máximos órganos del partido. “Arrimadas podría haber tenido al menos el detalle de haber comunicado en el chat de la Ejecutiva que acababan de presentar la moción en Murcia y haber emplazado a los compañeros a una reunión para explicarles las circunstancias y los motivos. Pero no solo no lo hizo sino que ni siquiera compareció ante los periodistas para dar cuenta ella de esa decisión tan importante”, explica una de ellos.

Por su parte, la corriente crítica Renovadores Cs ha enviado a Arrimadas una carta dándole un ultimátum: o convoca una Asamblea ordinaria o fuerzan una extraordinaria en cuanto pasen los meses preceptivos que marcan los estatutos después de unas elecciones.

En la dirección se defienden y aseguran que hay ciertas decisiones políticas –como es el caso de la moción de Murcia– que tienen que llevarse “con discreción” porque de lo contrario se habría filtrado la noticia y no hubiera podido materializarse. “Es un caso excepcional, solo circunscrito a la región de Murcia”, ha insistido Arrimadas en todas las entrevistas que ha concedido estos días. Pero en la formación son muchos los que creen que la presidenta del partido no calibró bien las graves consecuencias que iba a conllevar ese paso, como la convocatoria anticipada de unas elecciones en Madrid por parte de Ayuso y el fulminante cese de Ignacio Aguado y de los consejeros de Ciudadanos del gobierno regional.

Esa pérdida de poder tan importante que ya han sufrido de forma inesperada en la Comunidad de Madrid preocupa mucho ahora al partido, ya que existen encuestas que les pronostican un nuevo batacazo electoral, que se sumaría al de Catalunya. Según uno de estos sondeos que algunos medios atribuyen al propio partido pero que fuentes de la dirección desmienten que sea suyo –“No tenemos encuestas”, afirman, tajantes, a elDiario.es– la victoria sería para el PP en la Comunidad de Madrid, con 39 diputados frente a los 30 que tiene ahora, pero no podría gobernar solo con Vox –que aumentaría de 12 a 15 escaños– sin el respaldo del partido de Ignacio Aguado, que pasaría de 26 a unos 16 diputados. Dicha encuesta, realizada entre el 2 y el 9 de marzo, apenas unos días antes de la convocatoria electoral por parte de Ayuso, no deja a la izquierda bien parada ya que atribuye al PSOE la misma representación que ahora, 37 diputados –lo que supone que no ganaría las elecciones–, y Más Madrid perdería dos diputados. Otras encuestas posteriores, como la de Electomania, dejan a Ciudadanos fuera de la Asamblea regional al no sobrepasar el listón del 5% de los votos. 

Ante ese panorama, el temor a una desbandada de cargos hacia el PP e incluso a la extrema derecha de Vox –con la que tanto Ciudadanos como el PP pelean por el mismo electorado– aumenta después de ver que el partido está en franca decadencia. Los afines a Arrimadas piden calma para no empeorar las cosas. Pero la sensación de fracaso se extiende y el desánimo se ha adueñado de las agrupaciones y la militancia, muy mermada a lo largo de estos dos últimos años.

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