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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Casado receta moderación y centralidad en campaña mientras aplica su modelo ultraliberal en Madrid

Como mera estrategia de cara a las elecciones generales del próximo 10 de noviembre y forzado por los principales barones de su formación política, el líder del Partido Popular, Pablo Casado, abrió la precampaña tratando de escenificar un nuevo viraje ideológico, esta vez hacia el centro y la moderación, con el objetivo de pescar votos de Ciudadanos e incluso de “descontentos” del PSOE.

En la práctica, sin embargo, las políticas que proyecta y está poniendo en marcha el PP allí donde gobierna y, especialmente, en la Comunidad de Madrid que preside Isabel Díaz Ayuso –una de las grandes apuestas personales de Casado para las pasadas elecciones autonómicas del 26 de mayo–, apuntan hacia una estrategia bien diferente que se basa en el modelo más ultraliberal y conservador que también defendió el líder del PP durante los primeros meses de su mandato al frente del partido.

Pese al discurso de los populares a nivel nacional que se centra en la capacidad de gestión del PP y que busca atraer a votantes incluso socialdemócratas –como ha llegado a asegurar la portavoz del partido en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo–, Ayuso quiere mantener a la comunidad madrileña como el gran laboratorio neoliberal de España.

Esta semana la presidenta de la Comunidad de Madrid anunciaba que 30.000 madrileños se beneficiarán de las primeras bajadas de impuestos del nuevo Gobierno regional que entrarán en vigor el próximo 1 de enero de 2020 y que supondrán un ahorro de 16,4 millones de euros para los ciudadanos. Se trata del inicio de la “mayor rebaja de impuestos de la historia” a la que se comprometió en el debate de investidura de la Asamblea de Madrid, el pasado mes de agosto.

La teoría de la curva de Laffer

La teoría de Ayuso, siguiendo a algunos de los gurús neoliberales, defiende que una rebaja de impuestos hace crecer la economía y como consecuencia dispara la recaudación. Parte de la llamada teoría de la curva de Laffer, que ha hecho fortuna en el pensamiento neocon, pero lejos de cumplirse, la deuda de la región se ha triplicado los últimos diez años hasta alcanzar los 35.150 millones de euros. Solo el último semestre, desde la puesta en marcha de la última rebaja, el incremento ha sido de 1.800 millones.

A la rebaja generalizada de tributos se han sumado otros beneficios fiscales que aplica Madrid a los impuestos cuya gestión cede el Estado a las comunidades autónomas. La Comunidad de Madrid ha sido pionera a la hora de bonificar impuestos como Sucesiones y Donaciones, Patrimonio o Actos Jurídicos Documentados. Si el primero ya se bonificaba al 99% entre padres e hijos y entre cónyuges, en 2018 se introdujo un 15% para transmisiones entre hermanos; y un 10% entre tíos y sobrinos. Las transferencias de Patrimonio están directamente libres de impuestos.

Por estos beneficios hay expertos que ya califican a la región de “paraíso fiscal” y la Administración autonómica deja de percibir cada ejercicio más de 800 millones de euros.

Telemadrid “esencial no es”

A la política económica se suma el cuestionamiento por parte de Díaz Ayuso de la continuidad de los servicios públicos. El último ejemplo es el de Telemadrid. Este viernes la presidenta madrileña advertía de que no subirá el presupuesto de la televisión pública autonómica y, en una entrevista en Onda Cero, volvía a pedir a la cadena “austeridad”, dado que no la considera un servicio público “esencial” como consecuencia de la fragmentación de audiencias.

“Lo que tengo que cuestionar es lo que es viable, lo que es necesario... y lo que está claro es que esencial no es pero importante es”, reconocía. En septiembre, Ayuso defendió que la cadena “ya no es un servicio público esencial” y que su Ejecutivo estará vigilante y “verá” si es mejor cerrarla. Para la presidenta regional, Telemadrid “ha de justificar las cuentas” y piensa tener con el ente público “la misma hostilidad que con el resto”.

“Ha de ser un servicio público con audiencia, porque un servicio público sin público no es un servicio y le voy a pedir la misma hostilidad que al resto, vamos a ver cómo funciona y decidiremos”, declaró en una entrevista en Esradio. Esta semana aseguró que “no todos los medios de comunicación son esenciales” en alusión a Telemadrid. En el programa La noche en 24 horas de TVE señaló el miércoles que existen “grandes fragmentaciones de audiencia por las plataformas como HBO y Netflix” y por lo tanto “hay que procurar los mejores servicios públicos con los menores impuestos”.

A pesar de su intento por girar al centro, Casado ya ha advertido que las tesis y políticas que defiende Ayuso en Madrid son las que pondrá en marcha el PP a nivel nacional en el caso de que consiga llegar a la Moncloa. “Es el modelo a seguir”, aseguraba el líder de los populares esta semana.

Con sus últimas declaraciones, en cambio, tanto la propia Ayuso como la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, han roto el supuesto viraje a la moderación de Casado. La presidenta madrileña levantó polémica con sus declaraciones sobre la exhumación de Franco y la quema de iglesias y se salió del perfil discreto del partido. Y la portavoz parlamentaria se mantiene como la línea dura del partido, levantando incendios internos como su apuesta por Rosa Díez o sus ataques al PP vasco.

“La gran plaza mayor de la España razonable”

La política derechista del partido en la Comunidad de Madrid contrasta con las pretensiones de lanzar una imagen de moderación que Casado puso negro sobre blanco en el Comité Ejecutivo Nacional del pasado 23 de septiembre y que sirvió como inicio de la campaña del 10N.

“Quiero liderar una mayoría centrada y con un calendario de ambiciones nacionales que cumplir, orientado a ofrecer a los españoles la tranquilidad y el progreso que desean”, dijo entonces. “Una mayoría que no quiere hacer cosas contra nadie sino a favor de muchos, y que tiene que unirse para hacerlas”.

“Quiero que el Partido Popular actúe como la gran plaza mayor de la España razonable, que quiere convivir, que aprecia a los demás aunque no comparta sus ideas, donde todos puedan sentirse reconocidos y acogidos. Quiero un Partido Popular ampliado, más popular y menos partido, integrador, reconocible por moderado, responsable tanto de la defensa de sus propias posiciones como, sobre todo y antes, de la defensa del sistema que todos compartimos”, añadió.

Como se ha demostrado con las consecuencias que han generado en la Comunidad de Madrid, las políticas neoliberales que el PP pone en marcha allí donde gobierna cuestionan en cambio el sistema del Estado del bienestar que Casado dice defender en sus últimas comparecencias públicas.