Para el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, EH Bildu, la formación independentista a la que tilda de “proetarra”, y Vox, socio del PP para gobernar en comunidades y ayuntamientos, forman parte del mismo “bloque extremista y populista” que torpedea sus intereses y ejerce de “salvavidas” del Gobierno progresista de PSOE y Unidas Podemos. Esa es la conclusión a la que ha llegado el líder de la oposición después de que el jueves EH Bildu apoyara y Vox se abstuviera en la votación de la convalidación del real decreto del Ejecutivo sobre los fondos europeos –que permitirá a España recibir 140.000 millones de euros para hacer frente a la pandemia–, en la que PP y Ciudadanos votaron 'no', pero que el Gobierno logró salvar por la mínima en el Congreso de los Diputados.
Casado ha pedido por ello a todos los cargos de su partido que equiparen a las formaciones de Santiago Abascal y Arnaldo Otegi en sus comparecencias públicas. En un nuevo argumentario interno –las consignas que la dirección del PP envía cada día a todos sus dirigentes, para que las repitan en sus respectivas declaraciones– difundido este viernes, Génova 13 defiende ese paralelismo entre Vox y EH Bildu, a los que incluye en “las pinzas parlamentarias del extremismo y populismo” de las que, a juicio de la cúpula del PP, se beneficia el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
“Vox y Bildu han salvado el sistema clientelar que el Gobierno impone en el reparto de los fondos europeos”, sentencia el equipo de Casado en su último argumentario interno, en el que llama a la formación de extrema derecha “salvavidas de Sánchez”. “Habría dado tiempo a negociar otro real decreto y que el Parlamento hubiera aprobado un texto consensuado de los grupos parlamentarios. El presidente Casado propuso la creación de una autoridad independiente para gestionar los fondos. Pero no. Sánchez ha preferido las pinzas parlamentarias del extremismo y populismo”, recalca el texto de la dirección popular.
El PP, pero también Ciudadanos, han iniciado una guerra contra Vox, el partido que les apoya en las comunidades y ayuntamientos en los que las dos fuerzas gobiernan en coalición –Comunidad de Madrid, Andalucía, la Región de Murcia y el ayuntamiento de la capital, entre otros– desde que el jueves se conociera la abstención de la extrema derecha en el decreto de los fondos europeos. Esta nueva evidencia de la división de las tres derechas, que ya apenas recuerdan la unidad de acción que trataron de escenificar en 2019, en la conocida foto de Colón –de aquello solo quedan los citados acuerdos autonómicos–, se produce en medio de la batalla que PP, Vox y Ciudadanos mantienen en la recién iniciada campaña de las elecciones catalanas del próximo 14 de febrero, en la que vuelven a pelear por el mismo electorado.
La lucha en Catalunya
Los tres partidos quieren aglutinar en sus siglas a los votantes catalanes que se identifican con constitucionalismo de derechas. Ciudadanos busca mantenerse como la primera fuerza de ese espectro ideológico tres años después de ser la ganadora de las elecciones en Catalunya y pese a las encuestas que le auguran un importante batacazo el 14F, al pronosticar que podría lograr menos de la mitad de los 36 escaños que logró en 2017.
El PP, por su parte, lanzó el jueves su campaña con el fin de intentar superar al partido de Inés Arrimadas –al que ya lanzó una opa hostil a principios de mes, con el fichaje de Lorena Roldán, hasta entonces una de las dirigentes más visibles de Ciudadanos en Catalunya– en votos y escaños, algo que la dirección de Casado ha querido dar por hecho aunque los sondeos siguen situando a los populares por detrás de Ciudadanos en estimación de voto, si bien con una leve mejoría tras tocar suelo en 2017, cuando lograron solo cuatro diputados. Y Vox se ha fijado como objetivo quedar por encima del PP, una posibilidad que aventuran encuestas como la última del CIS, conocida el jueves, aunque no así la del Centre d'Estudis d'Opinió publicada este viernes.
En este contexto de guerra entre las tres derechas, el inesperado gesto de Vox absteniéndose en el Congreso para facilitar la convalidación de un decreto del Gobierno servía a PP y Ciudadanos como munición para tratar de arrinconar a su socio autonómico en el bloque de las fuerzas que apoyan al Ejecutivo, intentando así obtener rédito electoral para los comicios catalanes.
Este viernes, Casado afirmaba en una entrevista en Antena 3 que, con su abstención, Vox había dado “carta blanca” al Ejecutivo y “un salvavidas” a Pedro Sánchez “para que pueda sobrevivir más tiempo al frente del Gobierno”. “Bildu y Vox salvaron la cara a Sánchez”, insistía el líder del PP en su equiparación, antes de incidir, en la línea de sus argumentarios internos, en que “los extremos se unen y los radicales se ayudan”.
Para defender esa tesis, Casado aseguraba que Sánchez “ayudó” a Vox en la campaña de las generales de noviembre 2019 “con la exhumación de Franco”, un asunto que la dirección del PP considera que enardeció a los sectores sociales de extrema derecha que dieron al partido de Abascal 52 escaños en el Parlamento y lo situaron como la tercera fuerza del país, al mismo tiempo que los populares encajaban su segundo peor resultado de la historia –89 escaños–, solo por detrás del batacazo de las generales de abril, cuando obtuvieron 66 diputados. En contraprestación, sostiene el líder del PP, ahora Vox “ayuda a Sánchez en su campaña vital catalana”.
También desde Ciudadanos, que el jueves llamó al partido de Santiago Abascal “socio” del Gobierno, su presidenta, Inés Arrimadas, aseguraba este viernes en Antena 3 que Vox había “regalado” la convalidación del decreto sobre los fondos europeos a Pedro Sánchez “sin conseguir ningún tipo de cambio”. En respuesta a sus socios, Vox ha adoptado una estrategia victimista escenificando su indignación con Casado y Arrimadas y asegurando que su abstención se debió a su defensa de “los intereses de los españoles” y no para ayudar al Gobierno.