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'No es no'. El líder del Partido Popular, Pablo Casado, ha hecho suya la premisa que popularizó en 2016 el hoy presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, cuando siendo secretario general del PSOE se enrocó en el rechazo a facilitar la investidura de Mariano Rajoy. A Sánchez esa postura le costó el cargo en el fatídico Comité Federal del 1 de octubre de ese año en el que los barones con más poder orgánico del partido, entre ellos la entonces presidenta andaluza Susana Díaz, forzaron su dimisión y establecieron una gestora que finalmente dio luz verde a la abstención de los socialistas para que Rajoy siguiera en la Moncloa.
Ahora es Casado el que se aferra al 'no' a Sánchez sea cual sea el escenario de las próximas semanas e incluso aunque las negociaciones del PSOE con Unidas Podemos y las fuerzas nacionalistas no den sus frutos, dando lugar a un nuevo bloqueo institucional como el que ha marcado los últimos meses.
Tras ver al rey en la Zarzuela dentro de la primera ronda de contactos del monarca después del 10N, el líder del PP recalcaba este miércoles que no dará su brazo a torcer y, por tanto, no habrá ningún paso por parte de los populares para que el socialista permanezca en el poder. “La posición del PP es que votaremos negativamente si Sánchez presenta su candidatura”, apuntaba en rueda de prensa en el Congreso.
El presidente de los populares justificaba su postura en que “el PP es la alternativa sistémica, institucional que hay al PSOE. No podemos liquidar a un Gobierno constitucionalista y, a la vez, liquidar la alternativa constitucionalista. Y no podemos dejar la oposición en manos de Podemos y Vox”.
A juicio de Casado, al margen de las negociaciones con Unidas Podemos y las fuerzas nacionalistas, Sánchez tiene “otras alternativas posibles”. Por ejemplo, explicaba, “se podría revalidar el pacto del abrazo”, en alusión al acuerdo alcanzado en 2016 entre Sánchez y el entonces líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que fracasó al no tener apoyo parlamentario para la investidura. “Otra opción es que PSOE y Unidas Podemos voten a favor, el PP, Vox y los independentistas en contra y Ciudadanos y Navarra Suma opten por la abstención”, señalaba.
Casado, que cree que si Sánchez no consigue la investidura debe dimitir, reafirmaba ese rechazo a pesar de las presiones que recibe tanto del exterior, principalmente por parte de Ciudadanos, como de sus propios compañeros de filas que abogan por buscar vías de entendimiento con el PSOE.
En su empeño por remarcar el papel de líder de la oposición que trata de ejercer desde la misma noche de las elecciones –en las que Sánchez fue el claro ganador y el líder del PP volvió a quedarse sin opciones de llegar a la Moncloa pese a mejorar su resultado del 28A con 800.000 votos más y 89 escaños–, Casado censuraba de plano la última propuesta lanzada horas antes por la actual portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, tras verse con Felipe VI: un acuerdo entre los “tres partidos constitucionalistas”, PSOE, PP y Ciudadanos, como “la única vía moderada y estable para garantizar la estabilidad de España”.
La del Gobierno de concentración es una idea que también han defendido distintos dirigentes populares en las últimas semanas. Han chocado así con las tesis de su presidente y han generado un debate interno que incomoda al equipo de Casado que, oficialmente, apunta que esa discusión es en cambio “buena” para el partido.
Unas horas antes de que el líder del PP se desplazara hasta el Palacio de la Zarzuela para ver al rey, era la portavoz popular en el Congreso de los Diputados, Cayetana Álvarez de Toledo, la que en una nueva muestra de su independencia orgánica reclamaba el Ejecutivo conjunto de PP, PSOE y Ciudadanos durante una charla con estudiantes en la Universidad Carlos III de Madrid.
“Lo he comentado muchas veces. La realidad es que solo hay tres opciones: el proceso de sedición, ahora encabezado por el PSOE desde Moncloa; un Gobierno de concentración constitucional; o terceras elecciones. Es evidente qué opción prefiero: la segunda. Un Gobierno, y subrayo Gobierno, de concentración constitucionalista con PP, PSOE y Ciudadanos. Pero esa opción exigiría una condición previa, sine qua non. El PSOE tendría que hacer una enmienda a la totalidad de la política que lleva impulsando desde la época de Zapatero”, zanjaba Álvarez de Toledo.
Aunque consideraba que “no hay ninguna posibilidad de que eso ocurra”, el líder del PP vasco, Alfonso Alonso, uno de los barones más críticos con la gestión de Casado, también reconocía en una entrevista en RNE que “la única opción real de construir un proyecto que sea una alternativa estable en España para un Gobierno era un acuerdo entre el PP y el PSOE”.
A favor de esa gran coalición también se ha mostrado el expresidente del Gobierno José María Aznar, uno de los padrinos políticos de Casado. En un acto de FAES celebrado tan solo una semana después de las elecciones generales, el exmandatario abogó por conformar “una alianza de partidos constitucionales” para que PSOE, PP y Ciudadanos gobernaran el país de forma conjunta, una opción que fue totalmente descartada por la dirección popular que, al ser preguntada por las palabras del expresidente del Gobierno quiso dejar claro que “el único que representa al PP es Pablo Casado”.
Otra de las madrinas del actual líder popular, la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre que dio a Casado su primer cargo orgánico en 2005 como presidente de las Nuevas Generaciones de Madrid, iba aún más lejos que Aznar la semana pasada al proponer que los populares cedan parte de sus votos en el Congreso de los Diputados en la sesión de investidura para facilitar que Sánchez sea reelegido y pueda formar un Gobierno del PSOE en solitario sin necesitar para ello a Unidas Podemos o las fuerzas nacionalistas.
Durante el acto de celebración del aniversario de la Constitución organizado por la Comunidad de Madrid, la expresidenta madrileña consideró que el hecho de que el Gobierno de España “caiga en manos de los independentistas y de los comunistas bolivarianos es un drama que hay que evitar a toda costa”. “Personalmente creo que Pedro Sánchez gobernando en solitario sería mejor. Habría que ofrecerle a Pedro Sánchez los votos que fueran necesarios, cincuenta y tantos, para que pueda investirse y gobernar en solitario, que es lo que ha dicho todo el tiempo que quería hacer”, señalaba Aguirre demostrando que también sigue yendo por libre y que no acepta la doctrina de la dirección de su partido.
El líder del PP volvía a tratar este miércoles de zanjar el debate interno surgido sobre la relación con el PSOE al que también se habían sumado días atrás barones como el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo o el de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que llegó a abrir las puertas a un acuerdo con Sánchez asegurando que el PP “siempre” estaría dispuesto a hablar con él.
Todos ellos son partidarios de buscar fórmulas de entendimiento con la formación socialista, clara ganadora de los comicios del 10N. Pero Casado, de momento, lo tiene claro. Como Sánchez en 2016, el líder del PP insiste en que 'no es no'.
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