Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El Constitucional acusa al Supremo de sentenciar los ERE sin argumentos
Las denuncias por acoso dinamitan una investigación de la Universitat de Barcelona
Opinión - El porno es el nuevo demonio. Por Ana Requena
CRÓNICA

El castañazo del PP en Estrasburgo ha sido de los que se oyen en toda Europa

Centenares de escaños vacíos en el Parlamento Europeo en el debate sobre la ley de amnistía.

83

La pantalla situada detrás de Alberto Núñez Feijóo en la rueda de prensa con corresponsales extranjeros mostraba un grito desesperado en forma de 'hashtag': Help Spain. ¡Socorro! ¡Ayudadnos! ¡La democracia está en peligro en España! Esta semana, hemos tenido noticias de la primera reacción de las instituciones europeas: un inmenso bostezo. El pleno de la Cámara en Estrasburgo dedicado a la futura ley de amnistía ofreció una imagen nítida. Menos del 15% de los 705 escaños estaba ocupado. Ni siquiera una mayoría de los 176 eurodiputados del Partido Popular Europeo se encontraba presente.

Era el estreno de una película que no interesó a nadie. Los titulares habían dicho que era la pieza clave de la estrategia del PP contra el Gobierno después de dos manifestaciones en Madrid con gran poder de convocatoria. Ahora tocaba reclutar a Europa para la causa, algo que se daba por hecho, según la dirección nacional del partido, convencida de su estrategia ganadora.

Fue como gritar '¡Fuego!' en mitad de un cine y ver cómo los espectadores siguen con la película y las palomitas. Para votar el acuerdo comercial con Nueva Zelanda, se presentaron en el hemiciclo cerca de seiscientos diputados.

Algunos titulares parecían escritos antes de que comenzara el pleno. “El Parlamento Europeo saca los colores a Sánchez y deteriora la imagen de la democracia española”, escribieron en El Español. Hábilmente, colocaron una foto en la que todos los escaños estaban ocupados. “La Eurocámara retrata a España en la senda de Hungría y Polonia”, se leía en ABC. La clave era colocar a España en la misma posición de los gobiernos de extrema derecha de los otros dos países, enfrentados a la Comisión Europea por su falta de respeto a la independencia judicial.

Alguien se había olvidado de alertar a los eurodiputados sobre la gravedad del asunto. En el multiverso de la derecha, “la situación en España se ha convertido ya en un asunto europeo de primer orden, del que el Gobierno de Pedro Sánchez saldrá difícilmente indemne”, decía el artículo. Lo mismo en el editorial de ABC, que afirmaba que “el Parlamento Europeo vivió este miércoles una jornada tristemente histórica para España”.

En el mismo periódico, el columnista Ignacio Camacho echaba encima una bañera de agua fría sobre esa jornada aparentemente histórica. Europa no se va a implicar mucho en el debate que interesa al PP, decía. “Las multitudinarias manifestaciones contra la amnistía apenas han tenido fuera del país un vago eco en periódicos y noticiarios”. “Ruido hay, pero muy escaso comparado con los escándalos húngaro o polaco. O alguien encuentra pronto el modo de aumentarlo o la vía europea acabará (también) en fracaso”.

Siempre hay ruido en el debate político español. Eso está garantizado. Parte del follón se ha trasladado a Bruselas, pero, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, los eurodiputados tenían otras cosas más importantes antes que prestarle atención.

La esperanza del PP era que Didier Reynders, que ocupa la cartera de Justicia, fuera su adalid a la hora de desgastar al Gobierno español o incluso de amenazarlo con sanciones si persiste en sacar adelante la ley de amnistía. El liberal belga se limitó a cumplir el expediente con un discurso en el pleno con el que reiteró las posiciones ya conocidas de su departamento.

Sobre la amnistía, dejó una frase que se quedó muy lejos de las aspiraciones del PP y Vox. “El debate y el análisis van a ocurrir principalmente en España dentro de los procedimientos constitucionales españoles”.

Eso es bastante obvio y es compatible con que Reynders espere a la aprobación del texto en el Parlamento para dar su opinión. Está obligado a hacerlo, no ya por las protestas que le lleguen de España, sino porque no puede mantener una posición de principios diferente a la que tiene la Comisión sobre Hungría y Polonia.

El Gobierno de Sánchez es consciente de esto último. Por eso, no dio ningún paso para aprobar una reforma que permitiera la renovación del CGPJ con mayoría absoluta en el Parlamento y poner fin a la mayoría reforzada que obliga a un pacto con el PP.

Pensar que las instituciones europeas vayan a centrarse en España en estos momentos supone un agudo desconocimiento de la realidad. La guerra de Gaza ocupa la mayor parte de la atención y es probable que la de Ucrania vuelva a monopolizar el interés de los gobiernos dentro de no mucho tiempo. En el plano interno, el asunto más delicado que la UE tiene entre manos es la aprobación de un nuevo pacto sobre inmigración ante el que aún no existe un consenso definido.

Los resultados de las elecciones de Holanda han vuelto a recordar que esa polémica continúa teniendo consecuencias muy graves en varios países. El fracaso en las urnas del partido en el poder en Polonia, unida a la caída de votos de Vox en España, hizo pensar a muchos que la amenaza del populismo de extrema derecha en Europa estaba comenzando a remitir. El primer puesto y los 37 escaños obtenidos por el PVV de Geert Wilders, con su discurso xenófobo contra los extranjeros, han demostrado que estaban equivocados, como lo han hecho las últimas encuestas de Alemania, que confirman a AfD como el segundo partido con cerca de un 20% de apoyos.

El objetivo último del PP es conseguir que la Comisión Europea imponga sanciones económicas a España con la retirada de los fondos europeos. Llevan más de un año intentándolo y el único botín han sido titulares sobre el “riesgo de congelación” que nunca se ha llevado a la práctica.

Los socios ideológicos del PP montaron una delegación que visitó España en febrero. Ni encontraron indicios de infracción de la normativa europea ni se atrevieron a afirmar que la llegada de las ayudas estuviera en peligro.

Lo mismo ocurrió con los planes del Gobierno sobre las pensiones que la Comisión terminó por aceptar por muchas dudas que tuviera. Lo del proyecto de ley andaluz sobre Doñana tampoco acabó muy bien para la oposición.

¿Qué ocurre cuando sufres una derrota tras otra en Europa? Que vuelves a intentarlo. Los titulares se han reanudado esta misma semana a cuenta de la decisión del Gobierno de mantener en el cargo al fiscal general. ¿Qué hará el PP? Ir a Europa a recibir previsiblemente otra patada: “El PP usará 'con toda intensidad' en Europa el caso del fiscal general en pleno debate sobre la amnistía y la separación de poderes en España”.

Con toda intensidad, desde luego. Que no se diga que no sale adelante por falta de ganas.

Hay gente que no aprende.

Etiquetas
stats