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Entrevista Exministra de Sanidad y exdiputada del PP

Celia Villalobos: “Lo que rodea a Pablo Casado es demasiado de derechas”

Iñigo Aduriz

25 de septiembre de 2020 23:07 h

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Año y medio después de que dejara la política al no sentirse integrada por la dirección de su partido y por su presidente, Pablo Casado, la exministra y exdiputada del Partido Popular Celia Villalobos (Benalmádena, Málaga, 1949) ha conseguido volver a ser uno de los personajes del momento por su participación en Masterchef Celebrity (TVE), el programa sobre cocina en el que compiten distintos rostros famosos. Coincidiendo con el estreno de dicho programa, Villalobos acaba de presentar un libro, La política apasionada (Península, 2020), que repasa toda su trayectoria política y en el que no ahorra las críticas a la actual dirección del PP. La exministra recibió a elDiario.es esta semana en la azotea de un céntrico hotel madrileño.

En el libro se muestra muy crítica con el triunfo de Pablo Casado en las primarias de 2018. ¿Por qué cree que ganó el Congreso del partido?

Porque los discursos son muy importantes, y un discurso en el ámbito de un congreso interno del partido no es lo mismo que uno para buscar los votos de los ciudadanos. A mí me gustan las primarias de los votantes, tipo americano. Me gusta el voto del ciudadano votante, no del militante. Yo quiero que los 11 millones de votantes del Partido Popular puedan elegir quién puede ser el candidato, como en Estados Unidos. Pero los militantes no representan la forma de entender la vida del conjunto de los votantes. En un Congreso como el de 2018 era más fácil llegar al corazón de los militantes, y eso Pablo Casado lo hace bastante mejor que Soraya Sáenz de Santamaría.

¿Hubo errores por parte de la candidatura de la exvicepresidenta?

Yo no estuve en la candidatura, yo la apoyé.

Usted acusa al actual líder del PP de haber ejercido el “revanchismo” y de acercarse a la “derecha reaccionaria” de Vox.

Intento describir algo que no lo he dicho yo, lo ha dicho todo el mundo. Cuando la izquierda gana unas elecciones o gana un Gobierno –como en este caso en el que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa por una moción de censura–, tiene una enorme capacidad de mantenerse. La ha tenido siempre, porque este país a la izquierda le perdona todo mientras a la derecha no le perdona nada. Lo estamos viendo ahora mismo. El vicepresidente del Gobierno [Pablo Iglesias] tiene un lío en su partido por una presunta forma irregular de financiación. ¡No lo recoge nadie! ¡Es como si eso pudiera estar justificado! Sin embargo, al PP lo destrozan cada vez que surge lo más mínimo, da igual que sea en un pueblo o en una provincia. Estoy convencida de que el señor Sánchez va a intentar durar unos cuantos años, y va a ser un período muy complicado para el Partido Popular, que va a quemar a mucha gente.

Le preguntaba por el “revanchismo” del que acusa a Casado.

Él dijo que iba a integrar y lo que ha integrado es a su gente. Y eso no lo digo yo, eso es lo que ha pasado. No integró a nadie de la otra candidatura, y yo lo entiendo.

La actual portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, sí que apoyó a Sáenz de Santamaría en las primarias.

Bueno, vamos a ver, una golondrina no hace primavera. Pero, en cualquier caso, lo entiendo. Él ganó un congreso y tiene todo el derecho del mundo a poner a quien le dé la gana. Lo que ocurre es que yo sigo entendiendo que lo que rodea a Pablo es demasiado de derechas. El Partido Popular es un partido con una enorme capacidad de agrupar a muchísima gente. Tenga en cuenta una cosa: cuando al ciudadano español se le pregunta en una encuesta del CIS dónde se sitúa, la media de este país está en el 4,8, siendo el cero la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha. Pues bien, al PP lo sitúan en el 8. Si la mayoría de los españoles está en el 4,8 y tú estás en el ocho, ¿cómo diablos ganas elecciones? Centrándote.

En este momento Casado ha simulado un nuevo giro al centro con el cese de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso y su sustitución por Gamarra. ¿Considera que es el camino correcto?

Yo eso no lo voy a valorar, yo ya estoy fuera de esto. La decisión que tomaron en su momento, mirando siempre de reojo a Vox, deja un espacio enorme en el centro, que es el espacio normal y habitual de ganar elecciones.

Muchos votantes tradicionales del PP también se fueron a Vox. ¿Cómo se les debería atraer para que volvieran a confiar en ustedes?

Sí, y también se fueron a Ciudadanos y a la abstención, igual que a otros muchos partidos. Hay que tener capacidad de unir. Eso lo hizo José María Aznar en el 90. Tenemos que volver otra vez a reflexionar sobre esa cuestión. ¿Cómo? Eso ya se lo tiene que preguntar al señor Pablo Casado y a sus asesores, si es que los tiene.

En el libro también aborda la evolución ideológica de Aznar, que le nombró a usted ministra de Sanidad. Sostiene que también la incluyó a usted en las listas para dar una imagen más centrada del PP.

No, vamos a ver. Yo conocí a Aznar cuando todavía estábamos en la oposición, en el año 1984. Y Aznar era una persona muy centrada y muy razonable. Fue capaz de unir el centroderecha en este país, cosa que es muy difícil y muy complicada porque hay muchos gallitos. Cuando me nombró ministra, yo seguí dentro del partido y seguí defendiendo las cosas que he defendido siempre. Y seguí siendo diputada por la provincia de Málaga durante 32 años. Ese Aznar a mí me gustaba.

Ahora veo a Aznar más callado, pero intentar controlar el partido cuando te has ido no es sano

¿Qué le ha pasado?

Eso ya se lo tendrá que preguntar a él. Yo no tengo ni idea.

¿No le gusta el Aznar actual?

Ahora lo veo más callado, pero intentar controlar el partido cuando te has ido me parece que no es sano.

¿Se refiere a los años complicados que le hizo pasar a su sucesor al frente del PP, el expresidente Mariano Rajoy?

Yo me fui de alcaldesa de Málaga y jamás he intentado que [mi sucesor y actual alcalde] Paco de la Torre hiciera las cosas que yo quería que se hicieran. Él era el alcalde y le dije: “Si me necesitas para algo, me llamas”. Hay que saber irse de los sitios y creo que José María no se terminó de ir bien.

¿Se siente Celia Villalobos huérfana de opciones políticas en este momento?

No, yo soy del PP y lo único que quiero es que ganemos.

Antes insinuaba que en los temas de corrupción los medios magnifican más los que afectan al Partido Popular.

Al PP no se le perdona, y no solo ocurre con la corrupción. Aznar tenía una mujer que se llamaba Ana Botella, que fue alcaldesa de esta ciudad [la entrevista se realiza en Madrid], y no le perdonaron jamás que la mujer de Aznar fuera alcaldesa de Madrid. Y, sin embargo, el señor vicepresidente actual, don Pablo Iglesias, tiene a su señora de ministra y está perfecto. Me parece bien en los dos casos.

A Rajoy lo único que le importaba era sacar la economía p'alante. Lo que sucediera fuera de eso le traía sin cuidado

En el libro usted dice que también sintió que le trataban como 'la mujer de' por ser la esposa del asesor Pedro Arriola.

Sí, sí, claro, es que es muy fuerte. Mi marido era asesor del presidente, ni era militante del partido y si era votante es su problema, que me imagino que lo sería. Pero bueno, ¿esto qué es? ¿Qué pasa, que en la izquierda está bien y en la derecha no? Es que está bien en los dos lados. Es algo que tenemos que superar.

Respecto a la Operación Kitchen, ¿cree que puede estar implicada María Dolores de Cospedal como sostiene la Fiscalía? ¿Confía en que Rajoy no sabía nada del espionaje a Bárcenas?

Rajoy ha sido un presidente muy atípico como político. No conozco a ningún político que sea capaz de decir públicamente que el primer periódico que lee es el Marca. Eso significa que tiene personalidad y que se ocupa de lo que interesa. De lo que estoy convencida es de que mientras ha sido presidente del Gobierno, a Mariano Rajoy lo único que le importaba era que no intervinieran España, sacar la economía p'alante o que hubiera empleo... Lo que sucediera fuera de eso le traía absolutamente sin cuidado. Lo que no entiendo es al señor secretario de Estado.

Se refiere al exsecretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, imputado en la causa junto al exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.

Yo lo conocí de letrado de la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados, habiendo aprobado unas oposiciones muy complicadas. Y si tú eres un hombre experto en Derecho y alguien te propone algo ilegal, ¿por qué lo haces? Lo normal es que le hubiera dicho a esa persona, que supongo que habla siempre del ministro: “Oye, tío, que esto no lo podemos hacer”. Y si no te hacen caso, te vas a tu casa, pero no pones de miserable a todo el mundo, porque el primer miserable es el que acepta cosas que no debe aceptar.

¿Cree que este caso puede ser definitivo para la caída del PP? Se ha hablado incluso de una refundación o de la venta de la sede de la calle Génova 13 de Madrid.

Pero si no es un problema de refundación. Hay tres o cuatro señores, –que hay que demostrarlo porque aquí es que hablamos de boquilla y vamos muy rápido, hay mucho ruido y pocas nueces–, pero el partido es muy grande. Imagínese que en Podemos la sentencia final es que ha habido financiación irregular y que han utilizado el dinero de forma torticera. ¿Borramos a Podemos? ¿Por qué? ¿Es que tiene la culpa la señora ministra de Trabajo? ¿Es que tiene la culpa el militante o el concejal de Málaga de Podemos? Mire, no. ¿Es que en el PSOE son todos responsables de los ERES o de la corrupción de determinados alcaldes del Partido Socialista? Mire, no, las culpables no son las siglas. Es que esto de que el PP se tiene que refundar. ¿De qué estamos hablando?

Esto de que el PP se tiene que refundar, ¿de qué estamos hablando?

Otra de las discrepancias que manifiesta en el libro respecto a la actual dirección del PP es que tratara de situar el foco de origen de la pandemia en las manifestaciones del 8 de marzo.

Es que yo creo que tenían que haber suspendido todo. Al Gobierno le dio vértigo tomar una decisión tan dura como suspender todo, los partidos de fútbol, las reuniones familiares, los mítines de los partidos, las manifestaciones en la calle a favor o en contra de lo que fueren. ¿Por qué? Porque ya tenían en la mano lo que podía pasar. Porque ya hay un núcleo de científicos en el Ministerio de Sanidad, que cuando yo llegué no existía y lo creé yo, vamos, mi equipo. Les dio vértigo, porque me imagino a la ministra de Igualdad en jarras diciendo: “¿Cómo vamos a suspender la marcha?” Pues mira, chica, sí, por salud pública. Da miedo y vértigo político suspender algo que todavía no se sabe exactamente si realmente va a ser un problema o no. Pero es que en política las decisiones que son desagradables hay que tomarlas. Fallaron.

Cree, por tanto, que ha habido una falta de previsión por parte del Gobierno.

Por supuesto, del Ministerio de Sanidad, del Gobierno y de las delegaciones del Gobierno de las 17 comunidades autónomas. Ha habido bastantes crisis. Le recuerdo la del ébola. ¡La que se armó en este país! Gobernaba el PP, claro. Si gobierna la izquierda no pasa nada. Y todo porque tuvieron que matar a un perro. ¿En estos momentos cuántos muertos llevamos? ¿55.000? Y nadie le echa la culpa a este Gobierno.

Por parte del Partido Popular, que es el principal partido de la oposición, y por parte de algunos medios de comunicación, sí que ha habido muchísimas críticas. También ha habido protestas en las calles.

Sí, pero perdone. Entonces [con la crisis del ébola] había gente en la calle contra Mariano Rajoy y querían matar a la ministra de Sanidad.

Ahora, por ejemplo, en barrios como el de Salamanca, en Madrid, también ha habido varias manifestaciones contra el Gobierno por su gestión de la pandemia.

Yo no le estoy hablando del barrio de Salamanca, le hablo de algo mucho más gordo. Porque aquí hubo un movimiento en toda España en contra del Gobierno de Rajoy igual que ahora mismo hay aquí en Madrid barrios donde la gente sale a la calle contra el Gobierno de la Comunidad de Madrid y en Castilla-La Mancha hay cantidad de pueblos cerrados por lo mismo, porque no queda otra, y no pasa nada.

En el libro usted dice que la izquierda utiliza a las mujeres como “arma arrojadiza” y critica que se utilice una especie de “victimismo” por parte de las mujeres de la izquierda.

La izquierda está intentando crear un feminismo de mujeres que son víctimas de la sociedad, víctimas de los hombres que tienen que ser protegidas. Tienen la verdad absoluta sobre qué es el feminismo y hacia dónde tiene que ir en la defensa de la igualdad de la mujer. Quieren tenernos como rodeadas de una especie de algodones cuando las mujeres lo que queremos es libertad. Sabemos lo que valemos y lo único que queremos es seguir avanzando. Se ha creado esa especie de: “¡Eh! No la toquéis, que es muy frágil”. No, mire usted, no. Eso es profundamente negativo para lo que durante tantos años hemos luchando, que ha sido por ser respetadas dentro de la política. Eso no es que necesitemos medidas especiales para nosotras o que los hombres son malvados. Ese no es el camino.

La izquierda está intentando crear un feminismo de mujeres víctimas de los hombres que tienen que ser protegidas

Está siendo muy complicada la relación entre el Gobierno y el Partido Popular.

Es muy complicado un acercamiento con Pedro Sánchez. De entrada, Pedro Sánchez ha elegido un camino pidiendo perdón porque muera un etarra en la cárcel.

No pidió perdón, lo que dijo es que sentía la muerte.

¿Y siente la muerte por otras cosas, de otras personas? Él ha decidido hacer Gobierno con Bildu. Él ha decidido hacer Gobierno y sacar presupuestos con el nacionalismo catalán. Es su decisión y con eso consiguió una moción de censura. Si fuera consciente de la situación trágica en la que está viviendo en estos momentos España desde el punto de vista económico, social y sanitario no estaría haciendo lo que está haciendo. Si el Partido Popular hubiera contado a lo largo de los 50 años de democracia los impedimentos del Partido Socialista para cambiar el Consejo General del Poder Judicial y lo que ha opinado de determinados jueces, sería un escándalo. Este señor se permite como presidente del Gobierno hablar de reuniones internas. Eso no ha pasado en este país jamás. Es muy complicado poder pactar con alguien como Pedro Sánchez. Te da un abrazo y al día siguiente se sienta con Bildu.

¿Es más fácil dialogar y llegar a acuerdos con Pablo Casado que, por ejemplo, llega a acuerdos con Vox?

Pablo Casado es una persona muy razonable.

Pero sí considera más lícito llegar a acuerdos con Vox que con Bildu.

El PP ha llegado a acuerdos [con Vox] para gobernar en dos comunidades autónomas. Pero no están ni en el Gobierno ni parece que les hagan demasiado caso.

Es muy complicado pactar con alguien como Pedro Sánchez, te da un abrazo y al día siguiente se sienta con Bildu

En el caso de Bildu tampoco.

A mí no me gusta Vox, nada, pero los etarras nada. ¿Me entiende? El día que Vox mate a alguien, para mí serán exactamente igual que los etarras. Hoy son unos enloquecidos de la política en la extrema derecha. Los otros son unos asesinos, ¿vale? Y mientras no pidan perdón por los 800 y pico de asesinatos y por los que han intentado matar –entre otros, a mí–, que no me vengan con milongas. No me compare.

Durante muchos años se pidió a la izquierda abertzale que condenara la violencia.

Y no la han condenado.

Y cuando se han desmarcado de la violencia, tampoco los consideran interlocutores viables.

Que la condenen, que no es tan complicado, que pidan perdón al pueblo español, que le pidan perdón y ya está resuelto. Claro que yo quería que se integraran. Yo me he tenido que sentar con Amaiur cuando era vicepresidenta primera del Congreso a negociar cosas que yo llevaba en el Parlamento, y sus antecesores me habían intentado matar dos veces. Yo sé distinguir, pero pide perdón, si no pasa nada. Se quedaría la sociedad española mucho más tranquila.

¿Qué ha supuesto para usted la participación en MasterChef?

Lo fundamental es que la vida no es solo la política. Demostrar que un político puede hacer otras cosas diferentes, divertirse o pasar malos ratos era importante.