Pablo Iglesias personalizó en un periodista de El Mundo su denuncia de que los medios tienen intereses editoriales y empresariales por encima de la verdad; hasta el punto de retorcerla para sus fines. Asociaciones de periodistas y buena parte de la profesión periodística han protestado por la actitud del secretario general de Podemos por estas palabras, por las que luego se disculpó:
Pero, ¿hasta qué punto los medios privados son independientes? ¿Hasta qué punto las empresas periodísticas viven al margen de presiones políticas? ¿Los políticos atacan a los periodistas? De acuerdo con un estudio de la Asociación de la Prensa de Madrid, “más del 80% de los periodistas recibieron presiones en 2014”.
En 2011, el rey Juan Carlos increpó a los periodistas cuando le preguntaron por su salud. “Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa”, espetó.
Pedro J. Ramírez, director de El Español, se ha sentido víctima de presiones políticas tras dejar la dirección de sus dos anteriores medios: Diario 16 y El Mundo. Ramírez dejó la dirección del primero de los periódicos en 1989, según denunció, por publicar la guerra sucia contra ETA –los GAL– durante los gobiernos de Felipe González. El caso acabó con varias condenas, entre ellas al exministro del Interior José Barrionuevo; el exsecretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera; y el exgeneral de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo.
Veinticinco años después, en 2014, Ramírez fue destituido como director de El Mundo, “por presiones de los poderes tras una brutal campaña del gobierno”. El Mundo había publicado, meses antes, los SMS de apoyo de Mariano Rajoy a Luis Bárcenas.
Algo semejante ha denunciado en varias ocasiones José Antonio Zarzalejos, quien abandonó la dirección de ABC en 2008 por presiones políticas de Esperanza Aguirre, según él mismo ha explicado. En una entrevista con Capçelera, publicación del Colegio de Periodistas de Catalunya, Zarzalejos explicaba: “Yo decido no secundar la gran mentira que era ‘la conspiración del 11M’, ni el secuestro de la derecha por parte de una serie de medios, singularmente la COPE, pero también El Mundo, que aconsejan a la derecha situarse en posiciones más extremas. ¡Marcándole la agenda! Y convirtiendo al PP en un brazo marquetiniano de ambos medios de comunicación con la jerarquía eclesiástica madrileña detrás. Yo me rebelo ante esta situación y dos años y medio después esta situación es la que me vence. El 6 de febrero de 2008 me cesan y cuando pregunto por qué lo hacen escasamente un mes antes de las elecciones generales el consejero delegado me dice: ”Porque queremos hacer nosotros las elecciones. Y no me quieren ahí sobre todo en la fase poselectoral, porque el asalto al liderazgo del PP por parte de Esperanza Aguirre era una hipótesis verosímil y sabían que ABC conmigo en la dirección no iba a favorecerlo, sino todo lo contrario. Lógicamente, si yo hubiera dirigido el diario en el periodo postelectoral no habría favorecido las tesis de la derecha más dura que encabeza Aguirre y los neocons que la rodean, gente que proviene de la izquierda y que se ha situado en posiciones radicales de la derecha. Preventivamente Aguirre jugó un papel muy importante en mi cese“.
La misma Esperanza Aguirre se burló en febrero de La Sexta, a la que llamó “la secta”:
La mano de Aguirre también está detrás de la salida de Germán Yanke de Telemadrid, la cadena pública madrileña, que se produjo después de una tensa entrevista a la expresidenta regional, en la que ella acusó al periodista de “comprar el discurso de los adversarios”.
Pero hay más casos. Julia Otero perdió su puesto de trabajo en Onda Cero (La radio de Julia) en 1999 cuando Telefónica desembarcó en la cadena y decidió fulminar el programa líder de la radio vespertina –sustituida por Marta Robles–. La propiedad de la cadena también prescindió de Concha García Campoy, quien llevaba La Brújula, y fue reemplazada por Javier Algarra, hoy en Intereconomía. Otero regresó a Onda Cero en 2007, cuando la propiedad ya era del Grupo Planeta.
Otro periodista que perdió su puesto de trabajo por las presiones políticas fue Luis Fernández, subdirector general de Telecinco y máximo responsable de los informativos de la cadena: en septiembre de 2000, cinco meses después de que José María Aznar lograra su mayoría absoluta, Tele 5 despidió al responsable de una redacción premiada por su independencia informativa.
Con la llegada de la mayoría absoluta de Aznar, quien pasó años sin conceder entrevistas a ningún medio del Grupo Prisa del mismo modo que Mariano Rajoy no ha concedido ninguna a eldiario.es, también saltó otro director de su puesto. En este caso, Joan Tapia, de La Vanguardia. La familia Godó cambió a Tapia por José Antich en un gesto que se interpretó como de mano tendida a Moncloa: el relevo se produjo diez días después de las elecciones generales. Un movimiento similar realizaron los Godó con Antich, 13 años después, para colocar al frente del diario a Màrius Carol. En este caso, la decisión editorial y empresarial se interpretó como un viraje de La Vanguardia hacia posiciones más críticas con el proceso soberanista catalán.
Además de destituciones de responsables periodísticos por conveniencias políticas o editoriales, los ataques, desplantes y burlas de políticos a periodistas han sido numerosos.
En octubre de 2006, el ex presidente Aznar le coló un bolígrafo en el escote a la entonces reportera de Noche Hache (Cuatro) Marta Nebot mientras le hacía unas preguntas.
Recientemente, el ex ministro del Interior socialista José Luis Corcuera se encaró al analista político Carmelo Encinas en El Cascabel, de 13 TV, cuando Encinas recordó a Corcuera las presiones que ejerció como ministro a sus entonces superiores de la SER para “intentar amordazarlo”.
En febrero de 2004, el Gobierno de Aznar se negaba a comparecer ante el Parlamento para hablar de las armas de destrucción masiva que sirvieron como coartada para justificar la invasión de Irak. Pero lo que sí hacía era bromear cuando se le preguntaba por el asunto. El ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, respondió a una periodista de la Cadena SER que le preguntó: “Llevo una semana guardando el mismo euro para el que me preguntara por las armas de destrucción masiva. Se lo ha llevado usted”, le espetó mientras se metía la mano en el bolsillo para sacar un euro que lanzó por la mesa hacia la periodista, Sonia Martín, mientras ésta repetía la pregunta.
¿Hasta qué punto los medios privados son independientes? ¿Hasta qué punto las empresas periodísticas viven al margen de presiones poíticas? ¿Los políticos atacan a los periodistas?