París, 2 sep (EFE).- El atentado contra “Charlie Hebdo”, cuyo juicio empieza este miércoles, supuso el inicio de un período negro en Francia marcado por la sucesión de ataques yihadistas y un cambio en la relación de los franceses con la libertad de expresión.
Cuatro millones de personas salieron a manifestarse en el país días después de ese ataque contra el semanario satírico, el asesinato de una policía y el secuestro en un supermercado judío a las afueras de París, con 17 víctimas mortales en total.
Al impulso de solidaridad que los movió ese 11 de enero de 2015 lo llamaron “el espíritu Charlie”.
Se tradujo en un famoso eslogan que corrió como la pólvora por las redes sociales de medio mundo sin que muchos de sus usuarios hubieran oído hablar nunca de “Charlie Hebdo”: “Je suis Charlie” (Yo soy Charlie).
“Preguntarse qué queda hoy del espíritu de Charlie es erróneo. Cuando hay un atentado se producen reacciones de solidaridad que duran días, semanas o meses, pero después volvemos a la normalidad”, opina el sociólogo Gérôme Truc, especializado en estudiar la reacción de la sociedad ante los atentados, como el ataque contra las Torres Gemelas o la Estación de Atocha.
Hoy, cuando los franceses son interrogados sobre los atentados de 2015, la palabra que les viene de manera espontánea es “Bataclan”. Salvo en enero, cuando la prensa recuerda el aniversario de la matanza de “Charlie”, según Truc.
Convertida en una especie de estandarte de la lucha contra el fundamentalismo islámico, pero criticada por posturas a veces recuperadas por la extrema derecha, la propia redacción de “Charlie” ha lamentado en sus páginas sentirse abandonada.
“Creo que 'Charlie' vuelve a estar solo. No hay ninguna solidaridad. El mundo olvida, como siempre, y se ha hecho más difícil”, dijo el periodista Philippe Lançon, que contó en “El Colgajo” el ataque y la veintena de operaciones a la que tuvo que someterse para que le reconstruyeran la mandíbula.
LA VICTORIA DE LOS TERRORISTAS
El abogado de la revista, Richard Malka, aseguró este agosto en el semanario “Le Point” que los hermanos Kouachi, los terroristas que atacaron “Charlie”, han ganado.
“¿Quién publicaría hoy caricaturas de Mahoma? ¿Qué diario? ¿Qué obra de teatro, película o libro se atrevería a criticar el islam?”, preguntaba.
Tal vez como respuesta, este mismo miércoles “Charlie” recupera en portada las polémicas caricaturas de Mahoma que en 2006 provocaron las amenazas de los yihadistas y en última instancia la matanza de 2015.
Según un sondeo de la cadena “BFM TV”, un 31 % de los franceses piensa que publicar este tipo de contenido es “una provocación inútil”, un 59 % cree que tienen razón al defender la libertad de expresión y un 10 % prefiere no responder.
... Y DE LA EXTREMA DERECHA
Esta es la huella del ataque en el día a día de la sociedad gala: “Charlie” sigue provocando en nombre de la libertad de expresión y el derecho de blasfemia, y no hay debate sobre la libertad de expresión que no hable de aquel 7 de enero de 2015.
En muchas ocasiones en contra del propio semanario, que ha debido justificarse incluso por viñetas consideradas racistas solo compartidas por la extrema derecha.
“En el paisaje público en Francia una de las cosas que ha cambiado desde 2015 es el incremento de la presencia del discurso de extrema derecha, de aquellos para quienes defender la libertad de expresión no era más que un pretexto”, opina el politólogo Éric Fassin.
Fassin cree que la extrema derecha, que también se refugió en el “Je suis Charlie”, aprovechó la jugada para defender sus causas y hoy tiene más voz en la prensa que hace cinco años.
“Los terroristas querían un debate contra los musulmanes. Radicalizar a la sociedad. Los franceses no se han posicionado públicamente contra los musulmanes, pero sí vemos que las minorías son cada vez objeto de mayores ataques”, añade.
La línea entre las críticas al islam y los ataques contra los musulmanes se ha vuelto demasiado estrecha en la revista y en el país.
Días después de que en diciembre de 2015 varias mujeres denunciaran agresiones sexuales en Colonia (Alemania) que incriminaron a demandantes de asilo, “Charlie” difundía una polémica viñeta.
Aylan, el niño kurdo que murió con tres años tras naufragar la patera en la que intentaba llegar a Europa, era dibujado como un adulto que acosaba a mujeres. “¿Qué hubiera sido del pequeño Aylan si hubiera crecido?”, decía la polémica ilustración.
En aquella matanza, los terroristas y los extremistas ganaron más terreno que quienes se refugiaron junto al semanario en un eslogan ya mundialmente conocido y del que, según las encuestas, solo se acuerdan cuando llega enero.
María D. Valderrama