Sólo China puede convencer a Putin, y Sánchez y la UE lo saben
Nadie como Xi Jinping puede influir en Putin, ni Erdogan ni nadie. Sólo Xi. Sólo China. Y China ha lanzado un plan de paz que no termina de convencer a Europa. Pero que tiene dos elementos sobre los que se puede construir un proceso que termine con la guerra de Ucrania: el rechazo a las amenazas nucleares y la defensa de la integridad territorial y la soberanía de los Estados, en línea con la Carta de la ONU pero, también, con el patio trasero chino: Taiwan. “Xi habló tres o cuatro veces de unidad territorial en la conversación”, relatan las fuentes.
Sólo China puede convencer a Putin, y lo sabe Pedro Sánchez, y lo sabe la Unión Europea.
El presidente español ha sido el primero en visitar China después de que Xi presentara su plan de paz a Vladímir Putin en Moscú. Xi quiere tener un papel internacional, no en vano es una superpotencia en un mundo en que sólo hay dos, y en el que está desarrollando una influencia creciente en regiones donde, además, la guerra se percibe de una manera distinta a como se ve en Europa: África, América Latina, Asia...
El peso de China en el sur global es creciente, su preponderancia en Asia es indiscutible, y por eso EEUU reacciona con su Aukus con Australia y su cortejo a Taiwán. El mundo tiene varios ejes, y lo sabe China y lo sabe EEUU.
En ese sistema mundo la invasión rusa de Ucrania repercute en el mensaje que se esfuerza en trasladar Xi de armonía, cooperación, desarrollo, bienestar y mejora de las condiciones de vida de los millones de pobres que viven más allá de las fronteras de Occidente.
Xi no quiere aparecer ante el mundo como un señor de la guerra de Putin, explican fuentes del gobierno español tras la reunión de Sánchez con el líder chino. “La guerra no le conviene, le viene mal, y puede desempeñar un papel en contribuir a que pare”, explican fuentes del Gobierno, en una semana que acaba con el presidente Sánchez reunido con Xi después de haber aprobado la reforma de las pensiones en el Congreso con el aval de Bruselas –y el voto en contra del PP–.
La delegación española se ha vuelto de Pekín “satisfecha” de una visita que tenía sus complejidades. Si bien Sánchez ha aplaudido los esfuerzos por el diálogo de Xi, también le ha pedido algo que hasta ahora no había hecho ningún líder en persona: que hable con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y que sea éste quien marque el camino de la paz.
“Nadie le había dicho a la cara que hable con Zelenski”, explican fuentes del Gobierno: “Pero tampoco ha dicho que vaya a llamar mañana. La visita ha ido muy bien porque hemos hablado con franqueza de todo y nos han escuchado”.
“Cuando el presidente mencionó los derechos humanos en la reunión me agarré a la mesa”, tercia otra persona de la delegación presente en la reunión, en la cual sólo había dos mujeres presentes, las dos españolas: Emma Aparici, directora del departamento de Asuntos Exteriores de la presidencia del Gobierno; y Carmen Pérez, directora general del departamento de Información Internacional de Moncloa.
Se trata de un proceso. Xi quiere tener un papel en el mundo. Y la Unión Europea quiere tener una relación autónoma con China, potencia con capacidad de maniobra con Putin, no subordinada a Estados Unidos, sobre todo teniendo en cuenta que la guerra se produce en suelo europeo.
Ese proceso, explican fuentes del gobierno español, tiene varios desarrollos. El primero, que China no alimente la guerra de Putin, cosa que parece se está consiguiendo, “lo cual evidencia que esa amistad sin límites, sí que tiene límites”, reflexionan en la delegación española.
Y los siguientes caminarían hacia una implicación activa en el fin de la guerra. Por el camino, la ofensiva diplomática china va de la mano de la europea. Después de Sánchez, pasarán por Pekín en las próximas semanas Emmanuel Macron, Ursula von der Leyen, Giorgia Meloni y Josep Borrell. “Lo importante es que Xi va a escuchar lo que no había escuchado hasta ahora”, explican fuentes del Gobierno.
Hace ya más de 14 meses que comenzó la invasión rusa de Ucrania. Y, de alguna manera, se empieza a andar un camino que ya el propio Borrell sugería en marzo pasado. “Es obvio que China tiene una clara influencia sobre Rusia”, decía el jefe de la diplomacia europea hace un año: “Pedí a China que use toda su influencia y que sea parte de la iniciativa diplomática para tratar de lograr un alto el fuego inmediato, y que las negociaciones se lleven a cabo correctamente”.
“Es un país que puede jugar un papel muy importante, si quiere, en la búsqueda de una solución diplomática para el final de la crisis”, decía Borrell, quien en una entrevista en El Mundo afirmaba: “La diplomacia no puede ser solo europea o estadounidense, aquí tiene un papel que jugar la diplomacia china. (...) No hay alternativa. No podemos ser nosotros los mediadores, es obvio. Y no puede ser EEUU: ¿Quién si no? Debe ser China, confío en ello. Ni lo hemos pedido ni lo han pedido ellos, pero como tiene que ser una potencia y ni EEUU ni Europa lo pueden ser, China podría serlo”.
Un año después, China sigue siendo la única que puede convencer a Putin. Y Sánchez y la UE lo saben.
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