Cristina Cifuentes fue una elección personal del presidente, Mariano Rajoy. Como todo en el Partido Popular cuando está en el Gobierno. Corría el otoño de 2015 y el PP de Madrid se había metido en uno de esos bailes de la silla tan habituales cuando se acercan las elecciones.
Había tres aspirantes para solo dos carteles electorales. Esperanza Aguirre, de regreso a la primera línea política tras abandonar la presidencia de la Comunidad en lo más duro de la crisis; su sucesor, Ignacio González, y la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, se disputaban dos candidaturas: la del Ayuntamiento, donde Ana Botella estaba de retirada tras un azaroso mandato, y la de la Comunidad.
Fiel a su costumbre, Rajoy optó por una decisión salomónica: eligió a Aguirre para la batalla municipal y a Cifuentes como reclamo para la Comunidad. Así evitaba otorgar todo el poder en Madrid al aguirrismo y de paso apartaba a González, ya entonces señalado en casos de corrupción como el famoso ático que su familia disfruta en Estepona y que investiga la Justicia.
La designación entonces ni siquiera pasó por el comité electoral de Madrid, la asumió directamente la dirección nacional. Sin primarias ni ninguna otra competición interna, más allá de las maniobras soterradas, fue otra elección a dedo del presidente del PP. Rajoy ya había sido el primero en darle un cargo político de relevancia.
Tras afiliarse a Nuevas Generaciones con 16 años en 1980, Cifuentes había sido dos décadas diputada en la Asamblea, donde llegó a ser vicepresidenta de la Cámara, pero nunca había ocupado un puesto de relumbrón. Ninguno de los dos bandos enfrentados ni el de Gallardón ni el de Aguirre le concedieron una cartera con presupuesto. Ni concejalías ni ninguna cartera en la Comunidad durante los 90 o en los felices 2000 cuando el PP acaparó una ingente cantidad de poder. La oportunidad le llegó en enero de 2011 cuando Rajoy pensó en ella para la delegación del Gobierno en Madrid. Ejerció durante casi cuatro años como guardia pretoriana del presidente en la capital de España en plenas manifestaciones contra los recortes sociales y desplegó una espléndida campaña de propaganda que la situó en las quinielas del PP, pese a no haber gestionado un solo céntimo.
Dos años después de llegar a la Puerta del Sol, Rajoy le dió la bendición para presidir el partido en Madrid primero al frente de una gestora -después de que Aguirre presentase su tercera dimisión, esta vez como líder del partido- y también como única candidata al congreso. “Te deseo mucha suerte, Cristina, y os pido a todos unidad bajo su liderazgo porque es lo justo y lo que todos habéis elegido libre y voluntariamente”, dijo el 17 de marzo de 2017 a la militancia por si algún sector sentía nostalgia del aguirrismo.
En la última fiesta del 2 de mayo, el día de la Comunidad de Madrid, Cifuentes pronunció una de sus frases más celebres: “el tiempo de los corruptos se ha terminado”.
La presidenta ya no llegará a la edición de este año. Su mentor, Mariano Rajoy, había mandado parar. Tras alargar su vía crucis durante más de un mes -desde que eldiario.es desveló la historia de su máster regalado para tratar de desgastar a Ciudadanos por su amenaza de votar a Ángel Gabilondo en la moción de censura- Rajoy viró su pulgar hacia abajo. Lo hizo tras haber visto en todos los medios de comunicación un vídeo de Cifuentes en 2011 sacando del bolso ante un guardia de seguridad dos botes de crema supuestamente robados en un supermercado. “La quiero fuera antes de las 12 de la mañana”, fue el mensaje que envió desde su despacho en Génova 13. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, quien más fervientemente había defendido a Cifuentes en las últimas semanas salió en misión especial hacia la Puerta del Sol.
El presidente había dicho basta antes de partir hacia el Congreso para participar en un Pleno de Presupuestos que, igual que la última convención del PP, ha quedado sepultado en las portadas por el escándalo de las cremas. A su entrada en la Cámara Baja, Rajoy fulminó a la dirigente a la que le había confiado todo el poder en Madrid: “Cifuentes ha hecho lo que tenía que hacer. Creo que era obligada su dimisión en esta situación. Hemos oído sus explicaciones, ella tiene derecho a darlas, pero el PP abre una nueva etapa en la Comunidad de Madrid y espero que estas cosas no vuelvan a producirse nunca”.
Por si la presidenta tuviese intención de quedarse al frente de esas siglas, su mentor le hizo ver que él ya ha pasado página. En 24 segundos y si esperar siquiera a que acabase la rueda de prensa de la presidenta madrileña que a la misma hora explicaba sus motivos. Se busca mirlo blanco para el PP de Madrid. Otro más.