La cola de ciudadanos que quieren despedirse de Adolfo Suárez rodea la manzana que ocupa el Congreso y la adyacente, con lo que ocupa ya unos 2 kilómetros de recorrido. Entre los miles que aguardan para visitar la capilla ardiente instalada en el Salón de los Pasos Perdidos, los hay de todas las edades aunque la mayoría supera los 50 años. Los dos primeros han sido Adrián y Nacho, de sólo 23 años. Ambos han madrugado para estar ya a las 5.30 h a las puertas de la Cámara y poco después de las 12 han logrado entrar.
El Gobierno ha aprobado hoy que el aeropuerto de Madrid reciba el nombre del expresidente del Gobierno. La ministra de Fomento, Ana Pastor, ha firmado hoy la orden ministerial por la que el aeropuerto de Madrid-Barajas pasará a denominarse “Adolfo Suárez, Madrid-Barajas”, una modificación que se ha hecho a petición del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
El féretro ha sido recibido por las altas autoridades del Estado frente a la Puerta de los Leones, que sólo se abre para ocasiones solemnes. Mariano Rajoy, José Luis Rodríguez Zapatero y José María Aznar aguardaban junto a los miembros de la Mesa del Congreso y del Senado. Detrás del ataúd, escoltado por militares de los tres ejércitos y de la Guardia Civil ha entrado la familia a la espera de la llegada de los Reyes, que han sido los primeros en visitar la capilla ardiente.
Los primeros de la cola han explicado que siempre han sentido “curiosidad” por la figura de Suárez, pero que ha sido un trabajo universitario sobre la época de la Transición lo que les ha llevado a conocer más y a querer presentarle sus respetos en la capilla ardiente. Igual opinan Lorenzo y José Luis, veinteañeros, que deploran que su generación conociera mal a Suárez “a pesar de lo que hizo por la libertad”. Rodrigo Mediavilla, presidente de NNGG en Palencia y también muy joven, destaca la “importancia” del expresidente para la historia de España.
La mayor parte ha dicho lamentar lo mucho que se ensalza a Suárez estos días en contraste con la poca atención de los últimos años. Tres estudiantes de periodismo, Judith, Rosa y Alba, que esperan su turno en la plaza de Neptuno denuncian lo que les parece un comportamiento hipócrita: “Hay que recordarle no hoy sino siempre y preguntarse cómo fue capaz de hacer tantas cosas. Lo que no entendemos es que en otros países honran a sus grandes políticos mientras que aquí parece que nos avergonzamos”.
Los más mayores tienen mucho más fresco el recuerdo. El preferido, el de Suárez sentado erguido en su escaño mientras Manuel Gutiérrez Mellado se enfrentaba a Tejero sin inmutarse por los tiros del 23F. Esa imagen es la más evocada por los que esperan, algunos en silla de ruedas o con muletas o incluso con sillas plegables con los que no han podido entrar en el Congreso. Lo mismo le ha ocurrido a una señora que portaba una bandera del CDS con un crespón negro, que ha tenido que guardar la tela y dejar el asta fuera por seguridad.
En pequeños grupos, los ciudadanos han empezado a visitar la capilla después de que lo hicieran las autoridades y los diputados del Congreso. El féretro de Suárez permanece flanqueado por soldados mientras a sus pies reposan dos almohadones con el Toisón de Oro y el Collar de la Orden de Carlos III. Esta última condecoración, la máxima civil, ha sido otorgada por el Gobierno en el Consejo de Ministros extraordinario que ha celebrado esta mañana en el Congreso.
La capilla estará abierta hasta las 12.30 h. del martes. Cuando se clausure, los restos de Suárez saldrán portados por un piquete de honor. En la escalinata del Congreso, Mariano Rajoy presidirá los honores militares donde se presentarán armas y sonará el himno nacional. Después, un armón de artillería abrirá el cortejo hasta los escasos metros que separan la Cámara baja de la plaza de Cánovas del Castillo, seguido por la familia y las autoridades. El toque de oración y las salvas de la guardia de honor serán los últimos momentos de la ceremonia antes de que el féretro parta hacia Ávila, donde será enterrado en el claustro de la catedral.