La crisis interna que vive Ciudadanos ha alcanzado de lleno a Galicia, una de las comunidades donde el partido no acaba de asentarse. La semana pasada fue destituida la Junta Directiva de Ourense y dimitió la portavoz del partido, Olga Louzao. A esa dimisión siguió la de María de los Ángeles Fernández Ramil como secretaria de Programas y Acción Sectorial de la formación –un área que a nivel nacional dependía de Toni Roldán– y como miembro del Comité Autonómico.
Fernández Ramil nació en Venezuela pero se siente gallega, la tierra de donde son sus padres y en donde transcurrió su infancia y cursó también sus primeros estudios. Es Doctora en Ciencia Política por la Universidad de Santiago de Compostela y ha desarrollado gran parte de su carrera profesional en Chile, llegando a ser asesora de la expresidenta Michelle Bachelet. En esta entrevista con eldiario.es, la exsecretaria de Programas de Ciudadanos Galicia no oculta sus críticas a los dirigentes autonómicos ni sus discrepancias con la políticas de pactos.
La versión de la formación es que “no se adecuaba a los ritmos de trabajo que necesitaba ahora el partido”, según señaló la diputada pontevedresa y exresponsable de comunicación, Beatriz Pino. Una versión que niega tajantemente Fernández Ramil asegurando que se ha ido “por falta de apoyo y de comunicación” y desvelando que ha estado sometida “durante meses a una especie de mobbing o presión desmedida a nivel partidario”. “No pueden tratar a las personas desde la explotación, casi peor que a los becarios”, lamenta.
¿Qué está ocurriendo en Ciudadanos Galicia?
Parece evidente que no logra asentarse con éxito. Arrastra crisis sucesivas que no logran ocultarse ni siquiera con haber logrado dos diputadas por Galicia y 32 concejales en las recientes elecciones generales y municipales. Que sea removida la portavoz autonómica, que renuncie la secretaria de Programas y que se rebele la agrupación de Ourense, lugar donde obtuvo dos concejales, da cuenta de sus dificultades. Los problemas de Ciudadanos para implantarse en Galicia tienen un componente estructural y vienen siendo cíclicos. Lo afirmo con tristeza. Galicia y los gallegos necesitan más opciones políticas y más competencia.
Según el partido, su dimisión fue fruto de “su bajo rendimiento”.
Mi trayectoria y mi CV hablan por sí mismos. Hasta he creado una fundación en Chile para trabajar por la igualdad de género y, en lo específico, para que las mujeres saquen su voz pública y la desarrollen. Conozco, por tanto, de qué se trata cuando hablamos de construir organizaciones. Por lo demás, si hubiera alguna duda, ahí está el respaldo público que me ha dado quien fue mi jefe durante 15 años, Toni Roldán, a través de las redes sociales. Es la opinión que realmente importa junto con la de muchos afiliados de Galicia que me han manifestado su apoyo.
En una rueda de prensa se ha señalado que se me envió una carta pidiendo mi dimisión. Desafío a que se muestre porque yo no he recibido ninguna carta, ni por correo certificado, ni electrónico. Yo renuncié voluntariamente el pasado 1 de julio, siguiendo los procedimientos para ello que me fueron entregados por la Secretaría Nacional de Programas. Mis motivaciones son dos: coincidencia con las razones políticas expresadas por quien fuera mi jefe y superior en la Secretaría de Programas, Toni Roldán, en relación a la estrategia de pactos de Cs. Los argumentos que él entregó en la comparecencia de su renuncia me interpretan totalmente. Y el mal funcionamiento del partido en Galicia expresado –en mi caso concreto– en falta total de apoyo y escasísima comunicación conmigo por parte de quien lo dirige: el Secretario de Organización que actúa como delegado territorial del partido. Estimando que no me interesa un cargo por tenerlo sino para hacer cosas, me pareció que lo más honesto era irme.
Acusa a la dirección regional de hacerle “moobing partidario”. E hacerle “moobing partidario”xplíquese. El mobbing laboral es un delito.mobbing
Utilizo la palabra mobbing o acoso en sentido amplio, y más bien como una metáfora, para expresar exigencias y apremios en productos y tiempos que no corresponden realizarse y que, aunque no se pretenda, incurren en un cierto maltrato o desconsideración que terminan ocasionando angustia, por dos motivos. El primero, porque no es lo que se señala en los reglamentos del partido. Estos dicen claramente que una de las funciones de la Secretaría a mi cargo es la de “reforzar el apoyo en posicionamientos, en coordinación con el secretario de Acción Institucional Autonómico y el secretario de Comunicación Autonómico”. Por tanto, se trata de una tarea o función que compartimos tres secretarías pero, por una extraña razón, se me cargan solo a mí las tintas.
En segundo lugar, la adhesión a un partido es una decisión formalmente libre y la naturaleza de la actividad a la base de mi cargo era voluntaria y altruista, así como la de mis dos colaboradores, secretarios de Programas de Coruña y Pontevedra, respectivamente.
¿La marcha de Toni Roldán ha sido el detonante para que usted también haya abandonado el proyecto?
Efectivamente, fue un detonante crucial y que trascendiera a un medio de carácter nacional que yo la compartía seguramente debe haber alarmado al secretario de Organización en Galicia, ya que días antes, en los medios de la Comunidad se informó de que esa renuncia de Roldán había suscitado mensajes de simpatía personal, pero que no trascendían a los políticos. Sospecho que no es así y que esa decisión, ese gesto y esa muestra de consecuencia, renunciando a todos sus cargos, son compartidos por muchos que se preguntan a sí mismos cómo terminaron, de afiliarse en un partido de centro a estar en uno que ahora compite en el espacio de la derecha.
¿Es un error que Ciudadanos haya vetado al PSOE para los pactos postelectorales?
Así lo creo. Si pones el bien de España por delante, debes mantener abiertas todas las opciones y no atarte jamás una mano a la espalda. Un partido moderado y que reivindica políticas regeneradoras, reformistas y sensatas debe estar dispuesto siempre a contribuir a la conformación de una mesa de centro para que todos puedan sentarse y conversar, ayudando a limar la fragmentación y las diferencias. En esa línea, muchos ven con preocupación que Albert Rivera no haya atendido las invitaciones a reunirse de Pedro Sánchez.
Ahora Ciudadanos ha roto el cordón sanitario a Vox sentándose con ellos pero en el partido niegan que eso signifique “negociar”.
Yo creo que Ciudadanos tiene que sentarse con todos, lo que incluye tomar todos los cafés que haga falta. Cuanto más se crispa España, más necesidad hay de que alguien muestre vocación de conciliar intereses en un clima de tolerancia y apoyo mutuos. De eso va la política democrática, porque resulta urgente construir horizontes de mínima gobernabilidad, y no tanto de ejercicios de autodeterminación que nuestra Constitución no contempla.
¿Cómo cree que puede salir Rivera de este callejón en el que se ha metido? Es decir, querer pactar con el PP pero evitando al partido de extrema derecha como tercera pata del acuerdo.
Ciudadanos se ha enredado innecesariamente poniendo “líneas rojas” y “cordones sanitarios” por tantos lados que, al final, le han ido estrechando los márgenes de acción en lugar de ampliarlos, y es donde a muchos les cuesta ver una línea discernible. En política, se entiende –a mi juicio, erróneamente– que rectificar es una forma de debilidad, pero si se explica bien y se pone por delante el bien de España, los españoles no solo lo entenderán, sino que lo terminarán agradeciendo.
¿Cree que está fallando la política de comunicación en la dirección del partido para explicar los pactos y el 'no' a Sánchez?
La mejor política de comunicación no puede insultar a la inteligencia de los españoles. Resulta raro renegar de Vox cuando se cohabita con él en cierta forma en el Gobierno de Andalucía, o acusar a Sánchez de haber recibido el apoyo de los separatistas en la moción de censura que derribó a Rajoy cuando, al final, declaras como “socio preferente” al otro integrante del bipartidismo, el PP, que también puso su grano de arena para la buena salud que sigue exhibiendo el separatismo. Resulta todo un tanto errático y se aleja de su rol de 'bisagra', pragmático y no dogmático, que siempre debió cautelar.
¿Qué le dice el silencio que hubo en el Consejo General, máximo órgano del partido, en donde ninguno de sus cerca de 150 miembros pidió la palabra?
Lo que reflejó no podía ser de otra forma, si bien tuvo un carácter más dramático en el caso de Ciudadanos por las expectativas que muchos tienen puestas en él sobre la gobernabilidad de España, aunque no es muy distinto a lo que sucede en el resto de los partidos. El nombramiento de los candidatos depende de la voluntad del líder y, por tanto, no hay mucho margen de maniobra para contradecirlo. Dado que se trata de un partido que lucha por la libertad de todos los españoles, esa libertad que busca en la esfera pública debiera existir también intramuros del partido y, sobre todo, en sus instancias decisorias.
Dado que se trata de un partido que defiende la diversidad en todo ámbito –incluido el sexual hasta el punto de sufrir por ello acoso en la marcha del Orgullo Gay–, esa misma diversidad debiera reflejarse en la posibilidad de opiniones plurales en el interior del propio partido. Es lo que se llama fraccionalismo o constelaciones de grupos rivales. Existe en todos los partidos, forma parte de su madurez y hay que aprender a lidiar con ella y gestionarla y no tanto fustigarla.
Rivera y Arrimadas dicen que Cs es el partido donde todo el mundo puede discrepar y no pasa nada, donde hay más intervenciones en las Ejecutivas...
Mal puedo decir nada de lo que sucede a nivel nacional porque lo desconozco. Pero sí puedo hablar de lo que sucede en Galicia. No he visto aquí el despliegue de instancias donde se pueda debatir tranquila y ampliamente sobre temas partidarios. Cuando se intenta, se trata de frenar diciendo que Ciudadanos no es un partido 'asambleario' como Podemos. Por tanto, los intentos de debate y de eventual discrepancia resultan muy tímidos.
Una reflexión más general como experta en Ciencia Política. Estamos ante una nueva era en la que cada vez surgen más partidos pero es más difícil acordar. ¿Cuál es su diagnóstico?
A España le urgen reformas en distintos ámbitos, si quiere estar a la altura de lo que demanda la competitividad y la transición digital. Educación, pensiones, mercado de trabajo, una mayor longevidad... Para darle estabilidad al país, se requiere de grandes acuerdos cuya posibilidad hoy se ve lejana, dada la sustitución del bipartidismo –que, con sus problemas, entregaba ciertas certezas– por un sistema asentado en dos bloques que exhiben posturas intransigentes y, a veces, sectarias de las que destaca una extraordinaria avidez por los cargos. Los incentivos institucionales están colocados en dirección contraria a la necesidad de lograr acuerdos y resulta inevitable preguntarse, frente al horizonte que enfrentamos, qué se ha aprendido de la crisis que tuvo lugar hace diez años.
Los partidos son estructuras clave para el funcionamiento de una democracia como la liberal, que se encuentra sometida a todo tipo de amenazas. También porque reciben, para su sostén, un dinero público que es de todos. Hay muchísimo margen para poner en marcha reformas que mejoren una vida interna de los partidos que tiene evidentes repercusiones externas.
Albert Rivera dice que Ciudadanos era un partido para valientes. Quizás él pensaba en valientes que se enfrenten por disputar ciertos temas o banderas en el espacio público. Pero también se requieren valientes que se la jueguen por –desde una crítica constructiva– hacer más decente la vida interna de los partidos. Veamos si Ciudadanos puede ser un partido para valientes en ambos sentidos.