En su última aparición pública, para anunciar que había sido fichado por un importante bufete de abogados, Albert Rivera se posicionó a favor de Inés Arrimadas, inmersa en esos momentos en la campaña de las primarias para la presidencia del partido.En aquella comparecencia prometió que si la portavoz parlamentaria ganaba -como todo el mundo esperaba- no iba a ser “un expresidente que tutela”, ni tampoco “un jarrón chino”, remedando la frase que acuñó el líder socialista Felipe Gónzalez tras abandonar el Gobierno y la vida pública. Era el 2 de marzo y entonces ni se sospechaba lo que se nos venía encima.
Ha pasado más de un mes y el exlíder de Ciudadanos ha cumplido la palabra dada, a su manera. Hasta el punto de que no solo no “tutela” a su pupila, sino que la ignora totalmente, al menos en sus manifestaciones públicas en Twitter. Desde que estalló la epidemia del COVID-19, Rivera no parece estar muy a gusto con el giro estratégico emprendido por su sucesora, que ha pasado de hacer seguidismo a su política de veto al PSOE, a inaugurar una oposición “útil” , “de centro”, de “mano tendida” y “leal” al Gobierno para afrontar la grave crisis sanitaria y económica provocada por el coronavirus.
Arrimadas incluso ha ofrecido a Sánchez el apoyo de sus 10 diputados para impulsar unos Presupuestos Generales del Estado (PGE) de “emergencia nacional” que palíen las consecuencias económicas y sociales que ya se están notando y que se agravarán con el paso de los meses.
El 22 de marzo, Arrimadas, pese a que también ha lanzado algunos reproches al Gobierno por la tardanza en reaccionar o a implementar algunas medidas, ya dejaba patente cual iba a ser su postura ante la crisis, muy alejada de la línea de bronca oposición emprendida por Pablo Casado y mucho más de la de Santiago Abascal, que ha avisado de que llevará al Gobierno ante los tribunales por su “gestión criminal” de la pandemia.
Ese cambio de actitud fue celebrado de inmediato en la red por el que fue su rival en las primarias y líder del sector crítico, Francisco Igea,
También fue bien acogido por el jefe de la delegación europea, Luis Garicano, que pese a sentirse más cerca de los críticos que de ella, no quiso involucrarse en la batalla por el poder interno y declinó estar en su nuevo equipo dirigente.
Rivera, en cambio, ha permanecido en silencio. El otrora todopoderoso dirigente de Ciudadanos no ha celebrado en la red, donde antes era muy activo, ni una sola de las medidas que ha anunciado su sucesora para luchar contra el COVID-19. Por contra, en sus escasas intervenciones, se ha mostrado fiel a la línea política que mantuvo durante los últimos meses y ha lanzado varias andanadas al Gobierno, más en consonancia con la posición de Pablo Casado, el líder del PP, con el que este viernes hasta coincidía en solicitar a Sánchez que aplique “el Estado de excepción” si lo que quiere es “mantener la restricción a nuestras libertades”. Una medida que no ha reclamado Arrimadas.
Rivera se apresuró a matizar poco después que no era “una propuesta política”. “ No soy cargo público”, recordó a los que le replicaron. “Es una opinión sobre la situación jurídica que vivimos. Yo prefiero estar dentro del Estado de Derecho y con las Cortes Generales controlando al Gobierno, que con prohibición de algunos derechos sin suficiente cobertura legal”, añadió el ex líder de Ciudadanos.
El lunes se preguntaba -también en Twitter- por qué si el Gobierno conocía las medidas necesarias para frenar el #Covid_19, “no se tomaron decisiones ni se informó a la población hasta la segunda semana de marzo”. “Los ciudadanos merecemos una explicación”, afirmó.
Tampoco ha ahorrado ácidos comentarios sobre las comparecencias en Moncloa de Pedro Sánchez. “Este discurso de media hora del presidente del Gobierno, ¿qué ha aportado, exactamente?”, escribió en su cuenta el día el 21 de marzo tras el largo discurso que realizó el presidente en un intento de tranquilizar a la población ante el repunte de la pandemia.
Repasando su perfil de Twitter se pueden leer algunas loas a Begoña Villacís y a Ignacio Aguado por las medidas tomadas por de respectivos gobiernos. Durante estas tres semanas Rivera ha felicitado a los militares, a los sanitarios, a la Policía Nacional y la Guardia Civil, y también al rey por su actitud ante la crisis. Además, ha celebrado las donaciones del empresario Amancio Ortega, o que Kike Sarasola haya cedido sus hoteles para convertirlos en hospitales. También ha dado ánimos a los autónomos que sufren la crisis, a los ciudadanos españoles e italianos que aplauden todas los días desde sus balcones a las ocho de la noche a los sanitarios. Incluso se ha felicitado porque los chinos han conseguido frenar el contagio del coronavirus. Para casi todos ha tenido alguna palabra de aliento, menos para su sucesora a la que no le ha dedicado -hasta ahora- ni un solo tuit de respaldo a su línea de actuación frente a la pandemia.
Algunos de sus antiguos compañeros disculpan su actitud asegurando que desde que dejó la política y fue posteriormente fichado por el bufete de abogados “está intentando mantenerse al margen de la vida del partido y no interferir en las decisiones que toma Arrimadas”. “Está volcado en su nuevo trabajo y en su próxima paternidad”, un tema que le une a la nueva dirigente de Ciudadanos -que también está a punto de dar a luz a su primera hija-, y sobre el que dicen que “ambos sí que hablan”. Sin embargo, reconocen que en estas últimas semanas es difícil saber algo del exlíder del partido, más allá de sus intervenciones en Twitter. “Ha dejado de contestar los mensajes de WhatsApp”, responden a esta redacción personas que siempre han mantenido contacto con él.
Rivera reapareció públicamente el pasado 2 de marzo después de varios meses en silencio tras dejar el partido como consecuencia del desastre electoral cosechado el 11N, unos comicios que llevaron a Ciudadanos a pasar de 57 a 10 diputados. Lo hizo con la excusa de anunciar su vuelta “a la vida laboral” como abogado. Pero la fecha elegida para su convocatoria de prensa sorprendió por el momento elegido: en plena campaña interna de las primarias para sucederle al frente de la presidencia el partido, una batalla que en ese momento libraban Inés Arrimadas y el vicepresidente de la junta de Castilla y León, Francisco Igea, líder del sector crítico.
En aquella comparecencia dio su apoyo a Inés Arrimadas, aunque no de forma explícita, al señalar que “no había que ser que ser un lince para saber lo que pienso de Arrimadas”. “Votaré en las primarias, pero mi voto es secreto, aunque sea un secreto a voces y voy a ser respetuoso con este proceso”, añadió .
El pasado 31 de marzo iba a presentar su libro de memorias politicas, “Un ciudadano libre”, y así lo anunció en Twitter.
El coronavirus frustró sus planes y se vio obligado a posponer la fecha de esa esperada presentación para este próximo 15 de abril. Tampoco podrá ser.