Ciudadanos, tras el 10N: emparedado por el PP en el Congreso y sin fuerza para negociar coaliciones

Ciudadanos se ha topado en la nueva legislatura que acaba de arrancar con una situación en el Congreso sumamente incómoda y muy desfavorable para el futuro de Inés Arrimadas si el próximo mes de marzo logra salir elegida presidenta del partido, como espera la plana mayor de su formación. Su debilidad parlamentaria y la escasa autonomía del grupo que lidera en la Cámara, mermado desde el 10N a tan solo diez diputados, le obliga a recurrir al PP para poder sacar adelante muchas de las iniciativas que presentan dado que no pueden hacerlo solos.

Lo cierto es que tampoco podían hacerlo en la anterior legislatura pese a contar con 57 diputados ya que para pedir comparecencias del Gobierno en el Pleno o impulsar comisiones de investigación es necesario la firma de 70 diputados o de dos grupos parlamentarios. Pero el hecho de que no quieran tratos con Vox ni con cualquier otro grupo de la Cámara les aboca a estar en manos de Pablo Casado con el que Arrimadas mantiene buena relación. Así que son los populares los que les están echando una mano para que se les visualice más en el Congreso.

Sin embargo, esa ayuda no siempre ha fructificado. Ciudadanos no consiguió tener ningún asiento en la Mesa del Congreso. Tampoco ha logrado presidir ninguna Comisión parlamentaria debido al veto impuesto por el PSOE. Según denunció el portavoz adjunto del grupo, Edmundo Bal, fue Rafael Simancas el que trasladó al PP “como condición absolutamente inexcusable para negociar el reparto de presidencias que no se diera ninguna a Ciudadanos”. “A Ciudadanos, nada”, lamentó el dos de Arrimadas, una exclusión que consideró como un “desprecio” hacia los más de millón y medio de votantes de su partido.

Otro de los inconvenientes para la portavoz de Ciudadanos es que en los Plenos sus intervenciones van a quedar eclipsadas por las otras dos fuerzas políticas de la derecha que abanderan la oposición: el PP y Vox y sus respectivos líderes, Pablo Casado y Santiago Abascal. Para empezar, en la primera sesión de control al Gobierno que se celebra en el Congreso este miércoles, la aspirante a dirigir Ciudadanos no podrá preguntar a Pedro Sánchez, como habitualmente hacía Albert Rivera. Sí está previsto que su segundo, Edmundo Bal, interpele al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, por su polémico encuentro en Barajas con la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez y las múltiples versiones que ha dado de esta entrevista.

A lo largo de estas últimas semanas Ciudadanos se ha unido al PP para pedir, por diversos motivos, varias comparecencias de ministros, así como la del presidente Sánchez. En concreto, según recordó Bal el pasado jueves, han solicitado junto con el PP la comparecencia del Jefe del Ejecutivo sobre “tres materias muy relevantes”: “Para que explique la posición de la Abogacía del Estado respecto a la sentencia del Tribunal Superior de la UE” en torno a la situación de Oriol Junqueras; “para que aclare el motivo del nombramiento de la exministra de Justicia, Dolores Delgado, como Fiscal General del Estado”; y para conocer la postura de Sánchez “frente al atropello de no dejar entrar al presidente legítimo de Venezuela, Juan Guaidó” y por su negativa a recibirle en Moncloa, por “si esto puede suponer un cambio en la política exterior en relación con la República de Venezuela”.

Ciudadanos también ha buscado al PP para solicitar que se cree una comisión de investigación en la Cámara baja sobre el 'caso Ábalos' y su encuentro “clandestino” en el aeropuerto de Barajas con la vicepresidenta de Nicolás Maduro.

Frente a esa nueva realidad que viven en la Cámara, la estrategia de Arrimadas es seguir actuando como si continuaran siendo la tercera fuerza política y no la sexta, presentando casi a diario todo tipo de iniciativas -que pueden tardar meses en llegar a debatirse- y registrando también preguntas por escrito dirigidas al Gobierno sobre todo tipo de decisiones. Algunas de las Proposiciones de ley (PL) y no de ley (PNL) que están anunciando las presentaron ya anteriormente, como la que traían este mismo viernes al Congreso de “Apoyo y Protección a las Familias”. Pero eso no les importa. El objetivo es mantenerse en el foco mediático.

Los de Arrimadas tienen claro que solo pueden marcar perfil propio en el Congreso ofreciendo ruedas de prensa y 'canutazos' –declaraciones breves para comentar noticias que surgen durante el día, o antes de comenzar la Junta de Portavoces– . Y en ello se vuelcan.

Explorar una alianza electoral con el PP

La situación de debilidad que vive Ciudadanos desde el fatídico 10N tiene otra vertiente, que es la que les está arrastrando a otro insólito escenario: tener que plantearse concurrir en alianza electoral con los de Pablo Casado en las próximas citas con la urnas –Catalunya, Euskadi y Galicia– pese al riesgo que corren de terminar siendo diluidos por los conservadores, un plan que el líder del PP viene fraguando desde hace tiempo.

Pero Inés Arrimadas, que ha lanzado 'Mejor Unidos' como nueva marca de esa alianza “transversal entre constitucionalistas” y “abierta también a la sociedad civil”, ha querido dejar claro que el fin de su oferta “no es una unión con el Partido Popular” porque Ciudadanos es “más necesario que nunca” y continuará teniendo un “espacio propio, de centro, liberal y progresista”.

Este cambio de estrategia que la propia dirigente del partido ha intentado justificar por la situación de “excepcionalidad” que se vive en Catalunya y puede mimetizarse en esas otras comunidades, y la necesidad de combatir el auge del nacionalismo en las otras dos comunidades, ha avivado la división interna en el partido.

El sector crítico que lideran el castellanoleonés Francisco Igea y el madrileño Juan Carlos Bermejo, portavoz de la plataforma Compromiso Ciudadano, se ha mostrado en contra de la propuesta de Arrimadas que acaba de refrendar la gestora del partido. María Angeles Fernández-Ramil, exresponsable de Programas de Galicia y afín a este colectivo, afirma a eldiario.es que “un acuerdo de este tipo –que por descarte quedaría reducido al PP– anticipa la renuncia a una política de centro de carácter liberal y progresista.

Por un lado, cree que “pese a la generosidad que pueda mostrar el PP entregando a Ciudadanos puestos en las listas, sería ingenuo ignorar su peso específico”. Y, por otro, considera que “la invitación a socialistas y a miembros de la sociedad civil podrá seducir a alguna que otra individualidad pero ello no impactará en la imagen final que puedan proyectar dichos acuerdos”.

“Es importante no perder de vista que dicha propuesta también reviste un carácter instrumental, con vistas a la supervivencia de Ciudadanos como organización. Pero se podría producir una sustitución de los fines del partido al dejar en lugar subordinado la importancia de impulsar políticas con sello centrista, progresista y reformador”, afirma.

La exdirigente gallega, que renunció voluntariamente a su cargo tras la salida de Toni Roldán, atribuye la propuesta de Arrimadas a la “política de la gesticulación de la que Albert Rivera fue un excelente exponente”. “Arrimadas, muy buena comunicadora, sigue esa estela pero con un carácter de necesidad mayor: Ciudadanos tiene que buscar fórmulas para no perder el protagonismo y la vigencia que le hurta el magro número de diputados que tiene”, resume.

Más contundente se mostró Igea el pasado viernes, en el acto que protagonizó en Madrid de la plataforma CsEresTu, al que asistieron más de dos centenares de afiliados y cargos del partido discrepantes con la nueva dirección. El vicepresidente de la Junta de Castilla y León aseguró que esa alianza con el PP “no cambiaría nada sustancial” y solo conseguiría que el partido tarde o temprano “pierda su marca”. “Si volvemos a pactar solo con el PP, Ciudadanos tendrá poco futuro”, vaticinó.

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