Ciudadanos lanza su campaña en Madrid a la sombra de Ayuso

Carmen Moraga

31 de marzo de 2021 22:10 h

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Ciudadanos ha decidido meter en el cajón del olvido todos los agravios que les ha hecho el PP durante estas semanas, incluida la operación de “acoso y derribo” que han sufrido, dicen, a manos de la dirección de los populares. Edmundo Bal, que como portavoz en el Congreso calificó el goteo de abandonos y fugas como una compra de cargos con la caja B del PP, ahora como candidato de Ciudadanos hace borrón y cuenta nueva y abre la puerta a volver a pactar otra vez con Isabel Díaz Ayuso si logran mantener representación en la Asamblea de Madrid el próximo 4 de mayo. Superar el 5% de apoyo en las elecciones autonómicas supone obtener de entrada 7 diputados y ese es el objetivo que como mínimo se han marcado en el partido de Arrimadas.

Hasta hace unos días Bal estaba hablando de “jornadas de puertas abiertas” del PP tras la “indecente compra” de tres diputados de su formación para que abortaran la moción de censura en Murcia que los de Arrimadas impulsaron con el PSOE para destapar “la corrupción” de los populares en aquella región. Ahora, en estos escasos días de precampaña, el candidato y varios dirigentes del Ciudadanos han dejado clara su opción de pactos para después del 4M, olvidando también que la presidenta madrileña expulsó de su gobierno a Ignacio Aguado y a todos los consejeros de su formación y forzó el adelanto electoral, con acusaciones que incluían estar pergeñando una moción de censura contra ella similar a la de Murcia, en connivencia con los socialistas. El cruce de reproches que se lanzaron entonces ambos partidos quedó registrado para las hemerotecas: desde “traidores”, a “irresponsables” y hasta “indecentes”.

Todo eso forma parte ya del pasado porque Ciudadanos ha ido dejando caer estos días sus preferencias. Es más, el pasado lunes, por si había dudas, fue el secretario de Comunicación, Daniel Pérez, quien, en el estreno de su cargo, se encargó de remarcarlas. Según recordó, en Madrid los dos partidos estaban “sacando adelante un programa de Gobierno” y ese pacto “estaba funcionando muy bien”, aunque ni siquiera llegaron a aprobar unos presupuestos que estaban prorrogados desde el inicio de la legislatura. “Nos han quedado en el tintero muchas cosas por hacer”, recordó después, mientras descartaba un entendimiento liderado por el socialista Ángel Gabilondo. “El PSOE ya está gobernando España con Podemos”, señaló, “y si han sido capaces de gobernar en España con Podemos, ¿por qué no van a querer gobernar en Madrid?”, dedujo.

No ha sido solo Pérez. El mismo Bal y la vicealcaldesa Begoña Villacís –que gobierna el Ayuntamiento con el PP– han insistido en sus mítines en que ven más factible acercarse de nuevo a Isabel Díaz Ayuso si se convierten en la llave de la gobernabilidad, que en cerrar un acuerdo con el candidato socialista, al que acusan de estar “engañando a los madrileños”. “El PSOE, Podemos y Más Podemos” –como Bal denomina a Más Madrid– “van en un mismo pack”, han estado repitiendo, a pesar de que Gabilondo ha hecho público su rechazo a Pablo Iglesias y les ha lanzado un guiño al afirmar que si es la primera fuerza en Madrid les invitaría a formar gobierno junto con Mónica García, la candidata del partido de Errejón.

En Ciudadanos ven con vértigo estas elecciones madrileñas, que van a suponer todo un test de lo que pueda ocurrir en las próximas generales. Saben que su futuro como marca electoral dependerá del resultado que obtengan el próximo 4 de mayo en Madrid. El partido de Arrimadas parte con 26 diputados que logró Ignacio Aguado en mayo de 2019. Pero la situación ha cambiado tanto en unas pocas semanas que a estas alturas el objetivo del candidato, Edmundo Bal, se centra únicamente en superar el 5% necesario para tener representación en la Asamblea regional. Si lo logra, Ciudadanos podría ser la llave a la hora de decidir quién gobierna en la capital. Y ese es el último cartucho que le queda a Bal.

La situación es tan dramática que nadie ha cuestionado internamente en voz alta la decisión tomada por la líder del partido de obligar a Ignacio Aguado a dar un paso atrás –que se vendió como voluntario– para que el portavoz nacional ocupara su lugar y se convirtiera –por su parte, a regañadientes– en el candidato regional. Ni siquiera lo ha hecho el propio Aguado, que por dignidad ha preferido incluso renunciar a estar en la lista electoral, de la que tampoco forma parte ninguno de los consejeros que compartieron el Ejecutivo de coalición con el PP. Pero las perspectivas para Ciudadanos son tan inciertas que Bal ya ha anunciado que no dejará su escaño hasta conocer lo que pase en el 4M en Madrid. Una decisión que algunos, como la exdiputada en la Asamblea de Madrid, Marta Marbán –ahora en la lista del PP– han interpretado como una mala señal a los madrileños porque “parece el anuncio de una derrota anticipada”.

Ciudadanos o Vox

El mensaje con el que Bal se lanzó al ruedo nada más ser ratificado como candidato fue que hay que ahuyentar los malos pronósticos de aquellas encuestas que les dejan fuera de la Asamblea y no dar nada por seguro. En la dirección confían en el “efecto Bal” convencidos de que el abogado del Estado conseguirá “ilusionar” a muchos de los madrileños que les votaron en 2019 y ahora puedan estar decididos a hacerlo al PP, a Vox, e incluso al PSOE.

El día de la presentación de su candidatura Arrimadas y Villacís se volcaron en elogiar a Bal, del que destacaron que es “una persona honesta que se negó a arrodillarse ante Pedro Sánchez ” y “ha plantado cara a los golpistas” en Catalunya. “Cuando tenía la vida resuelta se la jugó por defender sus principios y sus valores”, dijo la líder del partido, para sentenciar: “Edmundo está preparado para presidir y liderar un proyecto para Madrid y frenar a los extremismos”, en referencia a Vox y Podemos, insistiendo en que “Ciudadanos es el único partido que planta cara a los populismos y a la polarización”.

Sin embargo, poco a poco Bal ha ido dejando la puerta abierta a volver pactar con el PP de Isabel Díaz Ayuso, a la que en Ciudadanos miran de nuevo como su tabla de salvación. El temor de los dirigentes es que la presidenta madrileña, que no se fía ya de los de Arrimadas, prefiera llamar a la puerta del partido que lidera Rocío Monasterio para cerrar un acuerdo y les deje a ellos fuera. No obstante, la formación de extrema derecha parte también en esta contienda con unas encuestas muy adversas. De ahí que hayan decidido situar al mismísimo Santiago Abascal al frente de la campaña de Monasterio con la que formará tándem como si fuera el verdadero candidato a la Comunidad de Madrid. Aunque en un principio dejaron caer que sí, la formación de extrema derecha no parece estar ahora demasiado interesada en entrar en un gobierno con el PP. “A Vox podría resultarle mucho más rentable permanecer en la oposición estos dos años hasta que se convoquen unas nuevas elecciones en Madrid para no desgastarse ni perder fuerza”, asumen fuentes de la candidatura de la presidenta regional, que arrancó la campaña afirmando que va a lograr la mayoría absoluta en la Cámara regional. Después reculó, y dijo que “se vino arriba” afirmando tal cosa, consciente de que sus palabras podrían desmotivar a su electorado.

Pero está claro que el deseo de la dirigente madrileña es poder gobernar en solitario sin el lastre que le ha supuesto Ciudadanos a lo largo de la pasada legislatura repleta de conflictos con sus socios. No obstante, el hecho de que Aguado ya no esté facilita el entendimiento en el caso de necesitar de nuevo el apoyo de los de Arrimadas, que se presentan en esta campaña como los garantes de la “moderación” y de la “lucha contra la corrupción”. En su lista Bal ha mantenido perfiles de la anterior etapa que conocen bien el funcionamiento de la Asamblea, como el exportavoz y secretario de Organización, César Zafra, que es el coordinador de la campaña, así como Esther Ruiz, Tomás Marcos o el expresidente de la Asamblea de Madrid, Juan Trinidad.

“Ciudadanos, si saca representación, negociará con quien gane las elecciones y está claro quién las va a ganar”, afirman quienes conocen a la formación autodenominada “liberal”. Bien es verdad que las relaciones entre Arrimadas y Casado se han visto muy deterioradas a raíz de la fracasada moción de censura en Murcia y como consecuencia de la opa hostil que les han lanzado desde Génova para “destruir a Ciudadanos”, pero no están rotas definitivamente. Ambas formaciones siguen manteniendo canales de comunicación en segundos niveles. Pasado lo peor, ahora incluso minimizan algunas de las fugas que han sufrido hacia las filas conservadoras, como la del valenciano Toni Cantó, un caso concreto que piensan que va a suponer un lastre, más que una ventaja para Ayuso. De hecho, la presidenta madrileña no lo quería en sus filas pero tuvo que ceder al ser una imposición de la dirección nacional.

Otras fuentes de la dirección de Ciudadanos prefieren ser más prudentes y no dar nada por seguro, por lo que advierten: “Nosotros no podemos descartar pactar ni con PP ni con PSOE. La madre del cordero es que no estén ni Podemos ni Vox. Tenemos que ser el centro de gravedad que aleje los extremos”. “Queda aún mucho tiempo hasta la fecha electoral y de aquí a entonces podemos dar la vuelta a las encuestas. Todos nos volcaremos con Bal”, aseguran en el partido de Arrimadas.