Otra noche triste para Ciudadanos. Quizá la más triste de las tres que ya ha vivido el partido porque certifica la posibilidad de que desaparezcan de la arena política en la próxima cita con las urnas. Las encuestas no se han equivocado y la candidatura de Edmundo Bal no ha logrado llegar a la barrera mínima del 5% de apoyos en estas elecciones autonómicas –se ha quedado en el 3,57%, con el 99,93% escrutado– y, por lo tanto, no tendrán representación en la Asamblea de Madrid, donde en 2019 Ignacio Aguado consiguió para su formación 26 diputados que ahora se han desvanecido. Algunos de ellos, que ya vaticinaban esta debacle, se buscaron acomodo en el PP y terminaron recalando en la candidatura de Ayuso.
Aunque prácticamente todas las encuestas pronosticaban estos pésimos resultados, en la dirección se habían agarrado a la posibilidad de movilizar al alto porcentaje de indecisos que había y se habían encomendado a que a última hora se produjera el milagro. Pero no ha podido ser y el PP se ha comido prácticamente el más de medio millón de votos que habían cosechado hace tan solo dos años. La desolación en la sede del partido no se ha podido ocultar pese a que unos a otros se intentaban animar y desde la sala de prensa se escuchaba vítores de agradecimiento a Bal, que siguió el recuento desde la planta cuarta junto con Arrimadas y parte de los miembros del Comité Permanente.
El candidato compareció ante los periodistas en la sede del partido pasadas las once de la noche rodeado de su equipo de campaña –pero sin Arrimadas– para reconocer que había sido “una noche dura” para su partido pero también “para el centro político, para la moderación y la sensatez, que eso es lo que hemos puesto nosotros en esta campaña”. Bal, no obstante, ha advertido que pese a esta derrota seguirán trabajando “dándolo todo en el Congreso y en la calle” y anunciando que dentro de un año y medio, cuando vuelva a haber elecciones en Madrid, “allí encontrarán a Ciudadanos más vivo que nunca, con el mismo mensaje de la concordia y de la unión”. En su intervención ha sentenciado tambien que el Gobierno que va a formar ahora Ayuso en Madrid “va a ser peor sin nosotros”.
En Ciudadanos no querían el adelanto electoral. Sin embargo, en la dirección nacional nadie ha asumido el error que supuso la decisión de presentar junto al PSOE una moción de censura en Murcia, que fracasó. La reacción de Isabel Díaz Ayuso fue convocar elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid y aprovechar para deshacerse de Aguado y de todos los consejeros de Ciudadanos del Gobierno de coalición. Un escenario que ha resultado nefasto para la formación que se autodenomina “liberal”.
A pesar de esta nueva debacle, Inés Arrimadas ha dejado claro a lo largo de sus últimas entrevistas que no va a dimitir ya que cree que el proyecto de “centro” que asegura que representa su formación es “más necesario que nunca”. Además, la líder de la formación ha recordado que lleva poco más de un año en la presidencia del partido, cargo para el que fue elegida “con el apoyo mayoritario de los afiliados”. Este miércoles, no obstante, la dirección del partido tiene previsto reunirse para analizar los resultados y los motivos de este nuevo fracaso y se espera que sea la líder del partido la que dé explicaciones.
Tercera derrota en menos de dos años
Esta es la tercera derrota consecutiva que sufre Ciudadanos en apenas dos años. La primera fue en las generales del 11 de noviembre de 2019, cuando Albert Rivera dejó el grupo parlamentario en tan solo 10 diputados de los 57 que había logrado siete meses antes. Ese desastre electoral llevó al anterior líder a dimitir de sus cargos y a abandonar la política. Desde entonces Rivera no solo no ha dado en ningún momento apoyo a su sucesora ni ha pedido el voto para el candidato madrileño, sino que ha dejado que se extienda la duda sobre si él está detrás de la brutal opa hostil que emprendió el PP contra ellos y que se inició en Catalunya con la fuga a la candidatura de Alejandro Fernádez de la exportavoz nacional y senadora, Lorena Roldán.
Precisamente aquellas elecciones autonómicas del 14 de febrero de este año supusieron para el partido la segunda derrota, aunque para Arrimadas fue la primera y la que más le dolió al tratarse de propio feudo. Allí Ciudadanos pasó de ser la primera fuerza y tener 36 escaños a ser la séptima y quedarse con solo seis diputados. Desde entonces el declive ha sido imparable.
El partido de Arrimadas ha basado todo su campaña en la necesidad de reeditar el pacto de coalición que cerraron con el PP de Isabel Díaz Ayuso en 2019 insistiendo en que había que “terminar de aplicar un proyecto que funcionaba y que era bueno para Madrid”. “No podemos cambiar un Gobierno de éxito por un experimento y un capricho personal”, han remachado una y otra vez.
Además, Bal y Arrimadas han estado haciendo constantes llamamientos a sus antiguos votantes y a los indecisos para que depositaran su confianza en la “papeleta naranja” para evitar que la presidenta regional se apoye en Vox para gobernar si no lograba la ansiada mayoría absoluta que ha estado reclamando desde el inicio de la campaña. Ese acuerdo con la extrema derecha, han sostenido los dirigentes de Ciudadanos, va a ser “nefasto” para Madrid, por lo que todos los que han participado en esta campaña han estado haciendo constantes llamamientos a volver al “Gobierno de éxito” para completar las medidas que pactaron al inicio de la legislatura con Ayuso, que “eran buenas para Madrid”, y “no tener a un consejero antivacunas o que quiera imponer el pin parental”.
Enfrente han situado al PSOE y a Unidas Podemos, rechazando cualquier posibilidad de entendimiento con Ángel Gabilondo, que al inicio les tendió la mano, como ya hizo Albert Rivera en los anteriores comicios autonómicos. El argumento que han esgrimido ha sido que Gabilondo iba “en un pack con Iglesias y Más Podemos” –en referencia a Más Madrid– mientras acusaban al líder del PSOE de decir “las mismas cosas que decía Sánchez antes de pactar con Podemos”, partido al que consideran “un peligro” para los españoles. “Hace falta un gobierno serio y moderado que no dependa de los extremos”, han estado repitiendo Arrimadas y Bal, augurando que la izquierda no iba “a gobernar en Madrid”.
Pese a este nuevo varapalo, los dirigentes de Ciudadanos creen que han hecho una buena campaña basada en destacar las propuestas del programa electoral y en huir de la “confrontación” y del “insulto”, como acusan a los demás adversarios de Bal. “Hemos sido la luz de esperanza en medio del fango. Este es el lado correcto de la historia”, dijo la líder de Ciudadanos el día del cierre de la campaña.
En la dirección lamentan que Bal, que era el candidato más desconocido, no tuviera la oportunidad de reforzar su imagen ante los madrileños y consolidarse como la alternativa al “extremismo” y el “populismo” en los otros dos debates que estaban previstos y que fueron suspendidos tras la tensión que hubo en el de la Cadena SER, que llevó a Pablo iglesias a marcharse ante la actitud de la candidata de Vox, Rocío Monasterio, que restó credibilidad a las amenazas de muerte por carta que habían sufrido el líder de Unidas Podemos, el ministro del Interior y la directora general de la Guardia Civil, y se negó a condenarlas. “Nos han robado los debates”, ha lamentado este martes. Bal retó luego a Monasterio a un duelo a dos para confrontar ideas y modelo de proyecto, pero no pudo ser. La suerte parecía que ya entonces estaba echada para el portavoz de Ciudadanos en el Congreso, un cargo que, al no haber renunciado a él, continuará ejerciendo a partir de ahora hasta las próximas citas electorales. “Tenemos un mérito enorme”, “tened la cabeza muy alta”, animaba este martes por la noche Edmundo Bal a los suyos.
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