Varios sondeos publicados estas últimas semanas han coincidido en señalar que si hubiera ahora elecciones generales, Ciudadanos sería el partido que más crecería en escaños, desbancando a Podemos del tercer puesto en el Congreso. Para Albert Rivera, esto certifica que su discurso de mano dura ante el desafío independentista en Catalunya, lejos de restarle votos, le estaría beneficiando.
Fuentes del partido aseguran que también las encuestas internas que manejan coinciden con las publicadas estos días por varios medios de comunicación, que les dan entre 15 y 18 escaños más de los 32 que tiene ahora. “Estamos cuajando un mensaje que no va dirigido solo a los no independentistas, sino que cala en toda España”, afirma Rivera, que no se arredra ante las críticas que recibe por sus propuestas sobre Catalunya.
Desde que comenzó la crisis, el líder de Ciudadanos ha sido el primero en exigir al presidente del Gobierno que tomara decisiones urgentes para frenar a los independentistas. Una de sus reiteradas demandas a Rajoy ha sido que aplicara el articulo 155 de la Constitución y convocara elecciones autonómicas antes de que el Govern de Carles Puigdemont ponga en marcha la declaración unilateral de independencia (DUI).
En el partido señalan que son los únicos que han mantenido el mismo discurso, apoyando al Gobierno “sin fisuras” en todo momento y diciendo siempre lo mismo “sin tapujos”.
La última propuesta ha sido la formación, tras los comicios autonómicos, de un gobierno de concentración encabezado por la lista que resulte más votada entre todos los partidos “que respeten la ley”. Ciudadanos es ahora mismo la segunda fuerza de Cataluña, sólo por detrás de Junts pel Sí.
Creen que “el tiempo nos ha dado la razón”
Pero la tardanza de Rajoy en hacerle caso ha impacientado a Rivera que ha ido elevando el tono contra el “inmovilismo” del presidente del Gobierno, al que ha estado advirtiendo que contra los que han dado el “golpe de Estado a la democracia” no cabían medias tintas. “El tiempo nos ha dado la razón”, lamentan en el partido de Rivera, que ven ahora que lo que ellos vaticinaban se ha ido cumpliendo.
“Puigdemont no se ha bajado del burro”, reiteraba este mismo miércoles Rivera en una comparecencia en el Congreso poco antes de volver a la Moncloa tras haber sido citado nuevamente por Rajoy.
El líder de Ciudadanos también se ha quejado de que, pese a sus reiterados encuentros con el jefe del Gobierno, éste no le ha llegado nunca a concretar sus planes. Tras esas charlas ha seguido sin saber si Rajoy está pensando en poner al frente del Govern catalán de forma transitoria a un grupo de tecnócratas o a un equipo de dirigentes políticos que represente a los principales partidos llamados “constitucionalistas”, si finalmente se sigue adelante con la aplicación del 155.
El presidente tampoco le ha adelantado los plazos que habría para unas nuevas elecciones aunque lo achaca a que hay que esperar a que se cumpla el segundo aviso a Puigdemont, que expira este jueves. En Ciudadanos apuestan por que esos plazos sean lo más cortos posibles para no dar tiempo a recomponerse a los partidos independentistas.
Por el contrario, creen que hay una base social anti-independentista que crece y se afianza en Catalunya, que es la que dará mayoría a los partidos no nacionalistas. El ejemplo que ponen es la multitudinaria manifestación celebrada en Barcelona.
La percepción entre el resto de los grupos de la oposición del Congreso es que el discurso de Rivera se ha radicalizado tanto o más que el que mantiene el sector más conservador del propio PP. El exponente de ese sector lo encarnarían el vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, que ha llegado a advertir de que Puigdemont podría terminar como Lluís Companys, o el líder del PP de Catalunya, Xabier García Albiol, que ha sugerido que si hay que aplicar el artículo 155 sería el momento de replantearse el sistema educativo en Catalunya y el papel de los Mossos d'Esquadra.
El botón de muestra de esa percepción que tienen los demás partidos del Congreso fue el debate celebrado este martes sobre la moción de Ciudadanos contra el “adoctrinamiento” que aseguran que hay en las escuelas fundamentalmente de Catalunya.
El diputado Toni Cantó, que defendió la iniciativa, recibió todo tipo de críticas, incluso del PP, que se abstuvo finalmente y no apoyo la moción. Los de Rivera sólo recibieron el apoyo del diputado de UPN.
El tema ha abierto una nueva brecha entre ambos partidos ratificada tras la presentación posterior por parte de los de Rivera de una proposición de ley en la que se plantea la creación de una agencia independiente al margen del Gobierno que asuma la función de la alta inspección educativa para supervisar ese supuesto adoctrinamiento escolar.
“Nos hubiera gustado que esta propuesta se hubiera debatido dentro del marco del Pacto Social y Político por la Educación”, lamentó la portavoz de Educación del PP, Sandra Moneo, que llegó a acusar a Ciudadanos de “estrategias oportunistas”.
Rivera también mantiene sus fricciones con el PP sobre el alcance de la reformar la Constitución. Se ha instalado también en este terreno en un discurso muy conservador. Para empezar, ni siquiera apoyan la apertura de la Comisión de estudio y modernización del Estado autonómico impulsada por el PSOE, que si fue apoyada por los de Rajoy.
Y no han ocultado su sorpresa por el pacto alcanzado con los socialistas para que seis meses después se abra el debate para ver hasta dónde se llega en esos cambios constitucionales.
Ciudadanos no quiere ir mucho más allá de modificaciones puntuales, como la eliminación de los aforamientos políticos, la reforma del Senado o el cambio de la ley electoral. “La reforma constitucional es absolutamente necesaria”, pero hay que saber “con quién y para qué”, insiste Rivera, que rechaza el diálogo “con los que quieren romper España”.