La carta con la que Serra ha comunicado su dimisión
Escribo estas líneas con el dolor que supone dar por acabada una etapa de mi vida que ha supuesto un compromiso muy fuerte con un proyecto y con el trabajo feminista que he hecho desde las instituciones durante años como mejor he sabido. Hoy dejo mi acta como diputada de Más Madrid y escribo estas líneas para explicar mi decisión.
Aunque creo muchas de las propuestas políticas de mi compañeros y compañeras son muy necesarias para nuestro país y celebro que vayan a llevar una voz madrileña al Congreso, no comparto la manera concreta en la que Más País va a concurrir a las elecciones generales. Me parece que olvida y menosprecia años de trabajo militante de compañeros de territorios que han conseguido levantar proyectos necesarios y valiosos para esos lugares. El caso concreto de Barcelona ejemplifica una manera de hacer las cosas que no representa el espíritu plurinacional que tanto hemos dicho defender. Para mí, cualquier proyecto que pretenda reforzar y fortalecer el espacio del cambio debe sumarse a las fuerzas territoriales ya existentes, especialmente a aquellas que han funcionado y han conseguido conservar plazas claves institucionales a pesar de todos los terremotos políticos a los que nos hemos tenido que sobreponer. Pienso que si Más País debe enfrentarse a Ada Colau para conseguir los escaños que necesita quizás eso es indicativo de que no era aún el momento de que Más País concurriera a estas generales en estas condiciones y como partido estatal. No tengo dudas de que al partido le irá bien electoralmente y en cualquier caso deseo que el resultado contribuya a sumar para que el bloque progresista nos salve de un gobierno de las derechas. Pero hemos analizado no pocas veces que había que salir del corto plazo y no hacer política siempre pensando solo en el mañana, sino con una mirada más larga. Si la política es algo más que la aritmética electoral, considero que debe importarnos cómo queda el espacio del cambio en su conjunto después del 10N.
También tengo desacuerdos importantes en la manera en la que este proyecto está funcionando como organización. Si algo hemos aprendido de nuestros errores es que en nombre de las prisas hemos dejado siempre en un segundo plano la construcción lenta y cuidadosa de la organización. Si algo hemos aprendido estos años es que la verticalidad y la falta de estructuras que acompañan a los hiperliderazgos dejan a las organizaciones sin los suficientes contrapesos. Hace falta hacer lo contrario de lo que hicimos cuando nos equivocamos: hace falta dejar de convertir las primarias en un trámite de cara a la galería, hace falta dejar de utilizar a la militancia solo para los refrendos de decisiones ya tomadas, hace falta acordarse del feminismo no solo en las fotos y en la campañas sino sobre todo en los momentos en los que estamos fuera de los focos y en los que se puede profundizar en la feminización, hace falta habilitar espacios de deliberación donde se incluya y se normalice la crítica y el disenso y hace falta dejar atrás la nociva cultura del enemigo interno consistente en estigmatizar al que tiene una voz diferente. En definitiva hace falta dotar a una organización de reglas, procedimientos, formalidad y organicidad. Porque si algo ha acompañado a los partidos construidos como máquinas de guerra electoral es la tiranía de la falta de estructuras. Sabemos que son las prisas, los momentos excepcionales y las supuestas oportunidades históricas que nunca se repetirán mañana, las que justifican siempre que un partido no pueda construirse con una organicidad sólida, lo cual lo convierte a la larga en incapaz de enfrentarse justamente a los retos del mañana. Muchos de los fracasos de Podemos se deben a los efectos que a largo plazo tiene un modelo de partido. Todos y todas hemos sido responsables de los errores que han llevado al espacio del cambio a esta situación y es nuestro trabajo aprender de ellos y no volverlos a repetir.
Y si algo hemos aprendido con claridad las mujeres feministas estos años es que es precisamente el hecho de estar desprovistos de una sólida organización y estar atrapados en la informalidad lo que primero expulsa a las mujeres. Sin formalidad y organicidad las feministas no tenemos siquiera las condiciones materiales para ponernos a trabajar y a corregir las desigualdades de nuestra organización.
Tengo motivos políticos de peso para no seguir acompañando este proyecto y me parecería injusto con las personas que siguen conservar mi acta de diputada teniendo estos desacuerdos. Pero les deseo mucha suerte a todos los amigos y amigas valiosas que continúan en Más Madrid, sé que muchos lo harán tratando de cambiar estas dinámicas y sé que en las instituciones tienen propuestas valientes que aportar. Tengo claro que, especialmente las compañeras feministas, necesitarán el apoyo de quienes desde fuera podamos ayudarlas y siempre estaré aquí para eso. Por experiencia sé que la fuerza de las mujeres feministas dentro de las organizaciones políticas no suele emanar de la confianza de los líderes, sino de la manada feminista que las apoya y las sostiene desde dentro y desde fuera.
Espero que el espacio del cambio salga fortalecido de estas elecciones generales. Por mi parte seguiré militando dentro de este espacio amplio y tratando de construir la posibilidad de que las mujeres de unas u otras corrientes o partidos trabajemos juntas en una misma dirección. Quizás nosotras también podemos hacer autocrítica y preguntarnos si en estos tiempos de hegemonía del feminismo no podríamos haber aportado más ejemplos de colaboración y entendimiento en medio de tantos enfrentamientos que han sido dañinos para todos. Aunque lo podríamos haber hecho más en el pasado aun estamos a tiempo de hacerlo en el futuro. Las mujeres del espacio del cambio, si somos capaces de construir espacios transversales, podremos sumar mucho en la necesaria reconstrucción que hará falta mañana para coser heridas y cerrar conflictos. Estoy convencida de que si algún día conseguimos construir ese espacio que cambie este país, que responda a sus necesidades más urgentes, que se haga cargo de su plurinacionalidad y que devuelva a la ciudadanía la confianza en las instituciones y en la democracia, tendrá que ser también desde el feminismo.
Me voy satisfecha de haber aprendido tantas cosas, feliz de haber conocido a tanta gente valiente y comprometida que siempre serán mis compañeros y orgullosa de pequeñas conquistas institucionales como la reforma de la ley de violencia de la Comunidad de Madrid. Solo por eso estos años han merecido la pena. Me voy a hacer feminismo desde otros lugares, convencida de que la hegemonía que el feminismo ha conquistado estos años se debe a su inmenso potencial como proyecto transformador y con la certeza de que existe un poderoso proyecto feminista a la izquierda del partido socialista. El reconocimiento de los cuidados y el combate contra la precariedad, la lucha por los derechos laborales de las más invisibles, la politización de las violencias machistas o la defensa de la diversidad son batallas cruciales en nuestros días y nos necesitamos juntas para ganarlas.
A por ellas compañeras, estemos donde estemos.