La palabra de un gerifalte del régimen de Arabia Saudí es la única coartada de los gestores de Juan Carlos I en Suiza para tratar de justificar el supuesto origen lícito de los 65 millones de euros que el rey emérito recibió en 2008. Ante un fiscal suizo, los investigados Dante Canonica y Arturo Fasana aseguraron que el entonces embajador del país árabe en Estados Unidos les trasladó que la cantidad no procedía de ninguna comisión y que era un “mero regalo” (“pure gift”) del rey de su país Salman Bin Abdulaziz, fallecido en 2015, a su “hermano” Juan Carlos de Borbón.
Así aparece en los testimonios, adelantados por El Español, que Canonica y Fasana prestaron ante el fiscal del cantón de Ginebra Yves Bertossa en 2018 y que acaban de ser remitidos a la Fiscalía española. Tanto el abogado Canonica como el gestor de fondos Fasana coinciden en que fue el propio Juan Carlos I quien les remitió a Adel Al-Jubeir. Fasana viajó en julio de 2008 a Washington y se reunió con el embajador saudí. “Le pregunté claramente si se trataba de un regalo a cambio de algún servicio que Juan Carlos I habría prestado a Arabia Saudí. Él me respondió textualmente: 'No, es un mero regalo a su hermano'. Yo le creí”, declaró Fasana al fiscal.
El fiscal Yves Bertossa investiga por blanqueo agravado de capitales a Fasana, Canónica, Corinna Larsen y a la Banca Mirabaud como persona jurídica. Bertossa cree que los 65 millones de euros (100 millones de dólares entonces) son una comisión del país árabe a Juan Carlos I por haber intermediado con el consorcio de empresas españolas logrando que la oferta del AVE a La Meca bajara un 30%. El dinero acabó en manos de la examante del rey, quien aseguró al fiscal que siempre ha pensado que fue un regalo del monarca para intentar recuperarla.
Por su parte, el abogado Canonica defendió en su declaración que el embajador saudí Al-Jubeir reconoció en la primera reunión con Fasana que no sabía en qué cantidad iba a consistir ese regalo y que lo aclaró al gestor un tiempo después, en un encuentro mantenido en una terminal del aeropuerto de Basilea. El abogado aseguró al fiscal que cuando comunicaron a Juan Carlos I de cuánto dinero se trataba, el entonces jefe del Estado español vino a decir: “Díos mío, qué generosos han sido”. El gestor Fasana confirmó de paso que no hay un solo documento que acredite la licitud de los fondos.
La confianza en las afirmaciones de unos y otros solamente por tratarse de personas aparentemente respetables marca el flujo de los 65 millones de euros que Juan Carlos I escondió a la Hacienda pública española. Esa misma confianza es la que alegó el responsable de la Banca Mirabaud ante el fiscal. Yves Mirabaud explicó a Bertossa que aceptaron los 65 millones que les llevó Fasana porque era un gestor al que conocían sobradamente. El gestor de la fortuna del rey puso por escrito en un documento que el banco obliga a rellenar que se trataba de una donación del monarca de Arabia Saudí, según publica El País.
El directivo ya jubilado del banco Antoine Boisser también fue interrogado como testigo en Ginebra. Aseguró que Pierre Mirabaud y él se reunieron con Fasana cuando éste les comunicó que quería ingresar el dinero del rey y que preguntaron al gestor sobre el origen de los fondos y las verificaciones que había hecho.
Boisser añadió: “Nos pareció que el rey de Arabia Saudí tenía los medios suficientes para hacer una donación al rey de España. Entre la primera reunión con Fasana y la decisión del colegio de asociados, Fasana se había asegurado con un embajador o un ministro saudí de que la futura llegada de los fondos correspondía a la voluntad del rey de Arabia Saudí. No hubo otras verificaciones”.
La reunión del colegio de asociados del banco a la que se refiere era obligatoria al tratarse Juan Carlos I de una Persona Expuesta Políticamente (PEP), un término utilizado en la banca suiza y que, por ejemplo, provocó la atención de la Fiscalía del país sobre el exvicepresidente de la Comunidad de Madrid Francisco Granados, hecho éste que originó el caso Púnica. Los asociados de Mirabaud no vieron problema en aceptar el dinero del jefe del Estado español entonces. El fiscal Bertossa preguntó a Boisser si antes habían guardado la donación de un monarca a otro. La respuesta fue negativa. En agosto de 2008, todavía con Juan Carlos en el trono español, llegó la transferencia desde el Ministerio de Finanzas saudí.
El 11 de marzo de este año, Yves Mirabaud respondió a las preguntas del fiscal suizo y también habló sobre el cierre de la cuenta de la fundación Lucum. “El banco Mirabaud había incrementado su presencia en España. En esa época, las actuaciones del rey de España empezaron a ser portada de numerosos periódicos. Hago referencia, en particular, a un viaje a África para, según la prensa, cazar elefantes. También consideramos que ya no era oportuno conservar esta cuenta. Informamos al señor Fasana y al señor Canonica”.
El fiscal Bertossa cree que el endurecimiento de la legislación suiza puso en riesgo el dinero del rey y que ese fue el motivo por el que se cerró la cuenta en la Banca Mirabaud en 2012. Esa cuenta estaba a nombre de la fundación Lucum, el instrumento que Fasana y Canonica articularon para guardar o esconder el dinero del jefe del Estado español.
Juan Carlos I había decidido que su hijo fuera beneficiario de los fondos de Lucum, un hecho conocido por Zarzuela hace más de un año porque los abogados de Corinna Larsen se lo comunicaron en 2019 y que la Casa del Rey no desveló hasta que el diario británico The Telegraph publicó una información al respecto el pasado marzo. Zarzuela emitió entonces un comunicado para anunciar que Felipe VI había renunciado ante notario a cualquier herencia de su padre.
“Gratitud y amor”
El siguiente hito en la causa es la transferencia de esos fondos que la banca suiza ya no quería allí de la fundación Lucum a una cuenta de Corinna Larsen en Bahamas. En este caso es el amor, y no la confianza, el sentimiento que alega la examante del rey, una relación extramatrimonial del monarca, para justificar la transferencia.
Así se explicó Corinna Larsen en su declaración como investigada ante Bertossa, precisamente cuando el fiscal le recuerda que ella no necesitaba el dinero debido a su privilegiada situación financiera: “Pienso que me ofreció ese dinero por gratitud y por amor. Era consciente de que había hecho mucho por él y que había estado muy presente cuando le anunciaron su enfermedad. Pienso también que se se sentía un poco culpable por lo que me había pasado en Mónaco. En 2012 fui secuestrada por los servicios secretos españoles en mi apartamento (…) Pienso que hay una última razón: que tenía todavía la esperanza de poder recuperarme”.
El dinero acabó en una cuenta en Bahamas del banco Gonet de Ginebra a nombre de Corinna Larsen. La expareja del rey declaró: “Ignorábamos que existiera una filial en Bahamas. Fue Nicolas Gonet quien nos propuesto abrir una cuenta en Gonet Bahamas. En ningún momento queríamos disimular los activos en el extranjero”. El banquero lo desmiente: “Soy categórico sobre el hecho de que fue Corinna quien quería abrir una cuenta en Gonet Bahamas. Para el banco habría sido preferible que la cuenta se hubiera abierto en Suiza”.