La posible reedición de las elecciones ha reavivado el debate sobre la confluencia entre Podemos e IU. La posibilidad de sumar fuerzas en un bloque electoral que supere al PSOE empuja a los dirigentes de ambas formaciones a sondear un acuerdo que naufragó antes del 20D y que, con puntos de partida similares cuando no idénticos, se antoja menos difícil que entonces si el 26 de junio los españoles son convocados de nuevo a las urnas. A favor de intentarlo se han pronunciado los líderes de los partidos, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, así como personas muy relevantes como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la vicepresidenta de la Generalitat valenciana, Mónica Oltra, o el fundador de Podemos Juan Carlos Monedero. Pero también hay voces contrarias, tanto en una como en otra formación. Y la intensidad con la que lo rechazan aumenta conforme la probabilidad de unos nuevos comicios se acerca.
Las negativas son más numerosas en Podemos. Y provienen de entornos del partido relacionados con uno de sus principales dirigentes, Íñigo Errejón. Miembros del Consejo Ciudadano estatal, diputados y cargos intermedios del partido expresan en público cada día su oposición a acudir de forma conjunta a unas elecciones con IU. Los principales temores que se esgrimen tienen un denominador común: la transversalidad, una de las palabras clave que ha definido los primeros dos años de existencia del partido y que tiene en el secretario político su más firme defensor dentro de la dirección de la formación.
En un mensaje en su canal de Telegram (una aplicación móvil similar a WhatsApp), el dirigente Eduardo Maura, diputado por Bizkaia, escribía días después del Consejo Ciudadano del 2 de abril, en referencia indirecta a Alberto Garzón, que la transversalidad “implica asumir que el cambio requiere de audacia y de riesgo: concretamente, la audacia de no conformarse con que nos apoyen personas que ya están de acuerdo con lo que proponemos, y el riesgo de no pensar solamente en nosotros mismos y nuestras causas, viejas o nuevas, sino en quienes todavía no están o no terminan de confiar en el cambio”.
Días después, Maura consideraba “comprensible que ”la 'unidad de la izquierda' haya ido adquiriendo rasgos de animal mitológico“ en España y rechazaba las continuas advocaciones a la ”unidad“: ”a veces da la sensación de que estos discursos apuestan por acumular cucharas cuando lo que hace falta es un cuchillo“, señalaba. Este mismo 19 de abril, el diputado por Vizcaya negaba que ”si los acuerdos o las alianzas no se dan es por egoísmo o por partidismo o por estrategias calculadoras“ y lo achacaba a no entender que ”no hay ningún consenso que no sea a la vez conflicto, correlación fluctuante de fuerzas y diferencia de capacidades“, algo que se puede aplicar a ”lo que está pasando en este momento con las negociaciones ni a los escenarios del futuro próximo, a la 'izquierda' y a la 'derecha“.
Otro de los dirigentes destacados de Podemos que alude a la “transversalidad” para poner en duda la confluencia con IU es el responsable de Discurso del partido, Jorge Moruno. En uno de los mensajes de su canal de Telegram asegura que “reducir la potencia democrática al significante izquierda es un error, de ahí que la 'confluencia de izquierdas' sea insuficiente y excluyente cuando es posible una confluencia más amplia con y entre la ciudadanía, donde claro, no sobra nadie” y defiende uno de los mantras utilizados por todos los portavoces del partido desde su fundación: “En política 2+2 no siempre son 4, tampoco 5+1 tienen que sumar 6”.
Errejón, sin embargo, ha modulado su mensaje con respecto a las negociaciones previas al 20 de diciembre. El número dos del partido aseguró este martes en la habitual rueda de prensa después de la Junta de Portavoces que “las cuentas de ábacos no funcionan casi nunca”, en referencia a quienes defienden que la suma de Podemos e IU, por sí misma, supondrá una adición de sus votos en las pasadas generales. “Los acuerdos que se hacen bien multiplican y los que no, restan o divididen”, indicó.
El portavoz, sin embargo, señaló que las listas “siempre se pueden mejorar sin exclusiones a gente organizada y a individuos” y descartaba que la conformación de las candidaturas vaya a suponer ningún problema para conseguir, o no, la confluencia: “No es cuestión de puestos ni de personas. [Hay que] poner todo el esfuerzo para que ninguna maquinaria de partido sea obstáculo para hablar a toda la gente que quiere el cambio. Que ninguna discusión entre organizaciones suponga un problema”.
El propio Errejón tuiteaba un artículo del profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Fernando Broncano, publicado por El Huffington Post, en el que se señalan las coincidencias discursivas que, poco a poco, se están alcanzando entre Podemos y parte de la izquierda “tradicional”.
Llamazares y Cayo Lara se oponen
En las filas de Alberto Garzón también se levantan voces relevantes contra una posible confluencia. O le ponen unos límites que la hacen muy difícil de partida. Entre los primeros está el ex coordinador federal y líder de la coalición en Asturias, Gaspar Llamazares, quien asegura que el acuerdo entre IU y Podemos está “precocinado”.
El exdiputado también utiliza las redes sociales para explicar su posición. En un mensaje en Twitter este mismo martes, Llamazares tilda de “masoquismo” la posición de Garzón.
El líder de Izquierda Abierta ya se mostró contrario a un acuerdo electoral antes del 20 de diciembre. Y contó entonces con el apoyo de dirigentes destacados. Tanto en público como en privado. Algunos de ellos firmaron recientemente la Declaración de Zamora, una llamada a mantener la identidad de IU y en la que estuvieron en primera fila algunos dirigentes próximos a Cayo Lara.
El coordinador saliente, por su lado, ha intentado mantener en público una posición neutral y lo más cercana posible a las posiciones marcadas por los órganos de dirección de IU, ganados todos por Alberto Garzón y los partidarios de las tesis más afines a la confluencia.
Lara, en una entrevista en RNE este lunes, abogaba por un “acuerdo entre iguales” con Podemos en el que nadie deba “renunciar a su nombre”. Un debate, el de las siglas, que separa a IU y al partido de Pablo Iglesias.
El todavía líder de IU exigía además un “acuerdo global”, es decir, de ámbito estatal. Y señalaba que, en caso de no lograrse, habría que poner en duda las confluencias ya logradas en Catalunya y Galicia.