“Puede que ahora piensen que el tremendo sufrimiento que padecen estos animales, queda reducido a lo que hasta ahora les he expuesto, que no es poco, pero no es así. Existen muchos otros daños físicos y que no se ven.
El 60% de los toros lidiados sufre fisuras o fracturas de cráneo por el choque de sus cabezas contra el estribo del picador. Lo llaman en la jerga taurina “el crimen del estribo del picador.
Un 23% de toros sufrieron lesiones oculares antes o durante la lidia, algunas de ellas de mucha gravedad. Las roturas de cuernos y fracturas de extremidades son otros de los “accidentes” del espectáculo.
32 parámetros sanguíneos han sido medidos en toros lidiados y muertos, y NINGUNO de ellos, repito, NINGUNO, estaba en valores normales o fisiológicos. Me refiero a marcadores de la función renal, hepática, muscular, electrolitos, glucosa, y hormonas marcadoras del sufrimiento y del estrés en bóvidos. Todos ellos estaban alterados y por tanto fuera de lo que los veterinarios consideramos como normales, es decir, los esperados en un animal sano y exento de sufrimiento“.
Todos los toros sufren importantes lesiones en los músculos encargados de la locomoción por el terrible esfuerzo físico que tienen que realizar para intentar adaptarse a las exigencias de la lidia, y que demuestran su inadaptación a la misma.
Todos los toros muestran, tras la realización de gasometrías, altos niveles de dióxido de carbono y una importante falta de oxígeno en su sangre y sus tejidos, lo que conocemos como hipoxia y que conduce a una grave insuficiencia respiratoria patente durante la lidia.
Todos los toros muestran, hacia el final de la lidia, una importante disminución de su capacidad visual, hasta tal punto, que difícilmente son capaces de distinguir objetos. Esto es debido al dolor, fatiga muscular, constante fijación de la mirada, pases rápidos por parte del torero y sus subalternos, y el agotamiento de los centros nerviosos que se ocupan de la visión. ¡Hasta el capote y la muleta provoca estragos en estos animales!“.
Concluyen las jornadas de comparecencias en el Congreso sobre la ILP taurina.
Albendea concede de nuevo la palabra a Amorós para responder a Yuste. No la usa, “y menos a estas horas”, bromea.
Pide la palabra Bosch para protestar por la falta de respeto de Amorós a un compareciente anterior (Anselmi). Albendea le niega la palabra a Bosch.
Por alusiones, pide la palabra Chesús Yuste y recuerda que sobre competencias él no se ha referido a subvenciones sino a la declaración de BIC. Recuerda que lo único aplicable, según los juristas que intervinieron ayer, era la “expoliciación” de la tauromaquia, argumento jurídico no demostrado.
Andrés Amorós acaba su intervención recitando el poema de Miguel Hernández “Como el toro he nacido para el luto”.
Andrés Amorós dice que la tauromaquia está enraizada en la “filosofía popular” y se remite de nuevo al antitaurino Pío Baroja, que decía: “Le doy unos capotazos a mi suegra que la desarmo”.
Andrés Amorós dice que las cosas se han hecho mal porque lo lógico habría sido que los dos partidos mayoritarios (PP y PSOE) hubiesen llegado a un entendimiento para declarar la tauromaquia Bien de Interés Cultural.
Andrés Amorós cuestiona la comparecencia del antitaurino Leonardo Anselmi y se pregunta si sería legítimo invitarle a él al Congreso argentino a decir que el tango fomenta los prostíbulos y el crimen.
Juan Manuel Albendea (PP) preside la Comisión de Cultura y es declarado taurino. Sorprende que el compareciente taurino Andrés Amorós esté disponiendo del doble de tiempo de intervención y respuesta que el resto de los comparecientes de la mañana, principalmente a Leonardo Anselmi. Ha pedido aún más tiempo y se lo ha dado.
Amorós se dirige a la diputada Surroca (CiU) para decirle, “no hay que ser muy avispado” para darse cuenta de que la tauromaquia no le importa nada a su grupo, que solo le importan las competencias. Insiste en recordar que ayer los juristas dejaron claro, según él, que el Estado tiene competencias sobre tauromaquia. “Todo es recurrible”, añade sin embargo, “todo”.
Amorós se dirige a Chesús Yuste para decirle que sabe que el diputado aragonesista tiene un gato, Ellron, y que su gato Ellron (que Amorós conoce porque Yuste lo ha difundido en un vídeo animalista) no se puede comparar con un toro, se ponga Yuste como se ponga.