El Congreso ha tumbado los Presupuestos Generales del Estado para 2019. PP, Ciudadanos, PDeCAT, ERC, EH Bildu, Coalición Canaria y Foro Asturias han votado a favor de las enmiendas a la totalidad y las cuentas públicas vuelven al Gobierno. No ha habido cambio de última hora ni sorpresas y se ha cumplido el camino que en los últimos días ha asumido Pedro Sánchez: el fracaso en la ley básica para el Ejecutivo conduce a elecciones.
La votación ha terminado con 191 votos a favor de las enmiendas de devolución, 158 en contra y una abstención, de Pedro Quevedo, diputado de Nueva Canarias, una formación que fue a las elecciones en alianza electoral con el PSOE. Las enmiendas también han recibido dos apoyos del grupo confederal: el de la diputada de En Comú, Marta Sibina, que anunció que dejaría de apoyar las iniciativas del Gobierno hasta que dejara salir del Puerto de Barcelona al barco de rescate Open Arms; y el de la parlamentaria de En Marea, Alexandra Fernández, por la reducción de inversiones para Galicia, informa Aitor Riveiro.
Pedro Sánchez ha estado presente en el hemiciclo del Congreso durante el debate de los Presupuestos y también en la votación en la que han salido derrotados. Ha abandonado el Parlamento nada más terminar el Pleno y ha evitado hacer declaraciones.
El ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, ha asegurado que “en breve habrá noticias” sobre el adelanto electoral. No obstante, fuentes del Ejecutivo aseguran que “hoy no” se producirá el anuncio. Fuentes de Moncloa han anunciado que Sánchez comunicará su “decisión” tras la reunión del Consejo de Ministros de este viernes.
Hasta el jueves, el Gobierno tenía fe en que ERC retirara su enmienda a la totalidad y que PDeCAT ni siquiera la presentara, pero los postconvergentes la anunciaron en plena negociación entre Carmen Calvo y la Generalitat para una mesa de partidos. La aceptación de la figura de un “relator” había incendiado al PSOE y Pedro Sánchez decidió cambiar de estrategia y endurecer su tono con los independentistas.
Moncloa hizo una última oferta al Govern y, al no aceptarla en minutos, la vicepresidenta dio por rotas las negociaciones. Pablo Casado y Albert Rivera habían convocado una manifestación para 48 horas después y, aunque los socialistas estaban convencidos de que esa foto con la extrema derecha les beneficiaba, el nuevo relato ya estaba en marcha.
A pesar de que Ferraz y Moncloa vieron en la protesta un “fracaso” de PP, Ciudadanos y Vox, la estrategia ya pasaba por mantener la distancia con los independentistas y situarles del lado de la derecha que “quiere un 155 perpetuo” tumbando los Presupuestos. En el PSOE ha calado la idea de que su alianza con ERC y PDeCAT les pasa factura en las urnas.
Gobierno y PSOE están encaminados ya al adelanto electoral inminente. Solo hay un precedente de que el Congreso haya devuelto las cuentas al Gobierno en el trámite de las enmiendas a la totalidad: fue en 1995, con Felipe González como presidente, y su reacción fue entonces la convocatoria de generales. Sánchez siempre presionó a Mariano Rajoy con que tenía que llamar a las urnas si era incapaz de sacar adelante las cuentas de 2018.
Ahora que el Congreso ha tumbado sus cuentas, Moncloa apunta a que Sánchez convocará elecciones inminentes. La fecha que ha cobrado fuerza en las últimas horas es el 28 de abril; pero será el presidente el que pulse el botón nuclear. El presidente anunciará su decisión sobre el adelanto electoral este viernes, tras el Consejo de Ministras. Se había valorado la posibilidad de una convocatoria extraordinaria del Consejo para dar sustento a la decisión de convocar elecciones. El ministro de Fomento, José Luis Ábalos había dicho tras la votación en el Congreso que “en breve habrá noticias”.
La estrategia del PSOE pasa ahora por situar a los independentistas y a PP y Ciudadanos votando juntos en contra de unos Presupuestos que aseguran son “los más sociales de la historia”. Sánchez decidió –tras muchas dudas– presentar las cuentas antes de tener todos los apoyos necesarios amarrados justo después de la debacle en Andalucía.
Aunque Ferraz y Moncloa aseguran que el batacazo fue responsabilidad de Susana Díaz y no de la gestión sobre Catalunya –como decía la andaluza y temen otros barones socialistas–, el Gobierno cambió radicalmente su estrategia en ese momento. Para el Ejecutivo, esa era una jugadora ganadora en cualquier caso: si salían adelante las cuentas, Sánchez tenía margen para gobernar hasta 2020 y, si los independentistas no las apoyaban, podía demostrar que no tenían ningún “pacto oculto” con esas fuerzas, tal y como constantemente han denunciado PP y Ciudadanos.
Ese es el escenario que se ha cumplido y el PSOE ya tiene el relato electoral. La primera parada de Sánchez tras la derrota presupuestaria será, precisamente, Sevilla, junto a Susana Díaz en la presentación de la candidatura del alcalde, Juan Espadas. El presidente señalará a Casado y Rivera votando lo mismo que los independentistas y, viceversa, y advertirá del riesgo es que en España se repita el acuerdo de Andalucía en el que PP y Ciudadanos gobiernan gracias a la extrema derecha de Vox. El PSOE está convencido de que todos esos elementos movilizarán a los suyos.