¿Votar más significa siempre más democracia? Las recientes consultas promovidas por el Ayuntamiento de Madrid, que abarcan desde qué nombre poner a un parque hasta cómo distribuir 100 millones de euros del presupuesto de la ciudad, han abierto un debate dentro de la comunidad en torno a Ahora Madrid y Podemos sobre la trascendencia de esas votaciones: ¿profundizan la democracia? ¿O profundiza más tejer movimiento ciudadano al margen de la institución? ¿Es incompatible?
Francisco Jurado, asesor de Juan Moreno Yagüe, vicepresidente del Parlamento andaluz, ha reflexionado al respecto en Facebook: “Leo a much@s amig@s quejarse amargamente por las declaraciones y las decisiones de Carmena en las últimas semanas (o meses, o años...). Much@s se lanzan a considerar Ahora Madrid como un proyecto fallido y apelan a construir ya un contrapoder fuera de la institución. Lo que creo es que no se han parado a pensar que el contrapoder ya está dentro de la institución y no son sus representantes. [...] Pero si en Madrid hay una vía de acción que no depende de l@s representantes, sino de saber articular ese contrapoder en forma de propuestas, debates y votaciones, entonces la crítica tiene menos fundamento”.
Y añadía: “En Madrid existe la posibilidad de introducir propuestas en un portal de participación, de debatirlas y mejorarlas y, con un 1% del censo, sacarlas a votación. Los límites están en las competencias y en que puedan afrontarse con los recursos que hay. Y me diréis... -es que los recursos son limitados! Sí, claro, ¡pero mucho menos limitados que cuando somos movimiento! Entonces, ¿por qué no generar movimiento en torno a propuestas concretas? ¿Tan sólo se puede generar movimiento construyendo una identidad y unas propuestas en bloque? ¿Ha de ser siempre reactivo en lugar de propositivo?”
El activista Emmanuel Rodríguez, participante del Instituto para la Democracia y el Municipalismo, entraba en el debate así: “Comenta el amigo Francisco Jurado, en referencia a la decepción que causa el Ayuntamiento de Madrid en los movimientos, que no es tiempo de ser reactivos, sino que tenemos a nuestra disposición la importante brecha que supone Madrid Decide. Con un 1 % del censo podemos forzar una votación. Tiempo pues de ser propositivos, de ejercer un ”cierto poder“ legislativo directo. Dejo para otros que muestren los límites de las distintas formas de participación del Ayto. De Madrid. No obstante, con independencia de que siempre es interesante aprovechar toda brecha que se pueda detectar en las instituciones (reconocimiento de determinados derechos, contradicciones legales, formalismos democráticos, etc.), cabe preguntarse si vamos a seguir identificando democracia con participación (sea esta digital o física). Me parece que existe una deriva que deberíamos calificar de ”procedimentalista“, a saber: la democracia como una cuestión fundamentalmente de procedimientos y de arquitectura institucional, de que existan derechos reconocidos y canales específicos de participación. La tradición de este tipo de lectura se puede remontar muy atrás en el tiempo y no es algo específicamente contemporáneo (se puede leer por ejemplo a Kelsen o a Dahl y todas las justificaciones de la democracia liberal). Tampoco me parece que sea una casualidad que los ”procedimentalistas“ tengan más predicamento entre juristas y desarrolladores de código (toda profesión o especialización produce sus fetichismos)”.
“La cuestión crucial sobre el uso cualquier ”instrumento de participación“, continúa, ”se puede reducir a una única pregunta: ¿permite o ayuda a visibilizar un conflicto, colabora a la construcción de un sujeto en conflicto, o por el contrario nos “entretiene”, absorbiendo energías en algo que al final solo legitima determinadas políticas y posiciones institucionales? Se dirá que la respuesta no es ideológica, dependerá de los contextos y de las situaciones. Estoy de acuerdo. Y no soy, desde luego, contrario a emplear determinadas instrumentos de participación y democracia (digital o presencial). Sin embargo, a la hora de pensar en términos radicalmente democráticos creo importan cien o mil veces más la capacidad que tienen determinados colectivos sociales para organizarse de forma autónoma a la institución, construir sus propias formas de lucha y crear sus propios canales de expresión. Curiosamente cuando esto se produce (hay ejemplos muy recientes), las instituciones de Estado (participativas o no) se muestran en todos sus límites y o bien se las fuerza a hacer cosas que en principio no podían hacer legalmente, o bien se ven desbordadas por otras instituciones autónomas que tienden a suplantarlas.A la hora de valorar la democracia participativa, creo que conviene no perder nunca la perspectiva y el foco de lo que supone democratizar decisiones y recursos. La democracia es indisociable de la crítica pública, del conflicto directo y del descarrilamiento de todo canal reglado de participación“.
Jurado, entró a responder a Rodríguez: “Ya que me sitúa en el bloque de los ”procedimentalistas“, me gustaría decir que los procedimientos, en sí, no me importan demasiado, pero sí que me interesan las cosas que producen. Lo que me parece más importante en Decide Madrid no es el procedimiento de votación. Centrarse en eso lo equipararía a otras consultas que no me parecen innovaciones democráticas relevantes (como las consultas de Podemos o de otros Ayuntamientos). Lo verdaderamente significativo de Decide Madrid es, por un lado, la posibilidad de propuesta y debate, algo que distancia este instrumento de las consultas o los referéndums, pues la propuesta va de abajo hacia arriba, y, por otro, que los resultados son vinculantes, algo tan rompedor que hasta puede ser ilegal en nuestro ordenamiento jurídico (arts. 68 y ss. LBRL) y, sin embargo, en Madrid funciona gracias a un compromiso informal del Equipo de Gobierno. De lo que estamos hablando no es de la ”participación“ que se suele utilizar habitualmente, y que describe pocesos mediados, generalmente de corte consultivo y no vinculante (esa participación toleada en los modelos palamentarios de Dahl, de Pitkin, etc.). De lo que estamos hablando es de voltear la relación de representación, reordenando los roles del mandante y del mandatario”.
“Percibo en la posición de Emmanuel y de otros compañeros”, abunda Jurado, “una concepción del Ayuntamiento (y por extensión, de lo público) como algo ajeno, de lo que sólo se puede esperar que haya personas que lo dirijan y gestionen de acuerdo con nuestros intereses, algo en lo que pretendemos influir a través del conflicto politico y social, de organizar las luchas, los barrios, los colectivos. Esos colectivos tendrán sus propios procesos democráticos internos que, curiosamente, tendrán procedimientos de propuesta, de deliberación y de decisión. [...] El hackeo realizado a través de Decide Madrid lo que ha hecho es abrir una puerta trasera que, por primera vez, permite que la gente ”mande“ en los políticos”.
Y concluye: “Quizás guardo una diferencia en ese desencanto y esa crítica que a veces leo en diversos muros, y es que yo no depositaba muchisimas esperanzas en la representación y por eso valoro que, por fin, haya instrumentos de propuesta, deliberación, votación y ejecución de políticas públicas desintermediados. Autonomía con posibilidad de tirar de recursos públicos. ¡No suena nada mal!”