El contorsionismo de Vox en Europa: de pedir la salida de la UE a querer imponer la agenda xenófoba y anticlimática el 9J
Las ideas que ha estado defendiendo Vox desde que aterrizó en política en 2015 no han dejado lugar a dudas: todas han ido encaminadas a sugerir la salida de España de la Unión Europea como hizo el Reino Unido en 2020, una decisión que fue refrendada por la ciudadanía británica y es conocida como brexit. Sin embargo, esta drástica posición ha ido modulándose a medida que Vox ha ido creciendo y logrando poder institucional.
Desde sus inicios, la extrema derecha española ha abrazado el negacionismo climático con la petición de abandonar el Tratado de Paris, abogó por la expulsión de los inmigrantes ilegales en contra del artículo 24 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea y de la Convención sobre los derechos del niño de 1989, y apoya la derogación de las leyes de violencia de género, pese al Convenio del Consejo de Europa.
Pero los dirigentes de la formación que lidera Santiago Abascal ya no insinúan que España salga del Tratado de la Unión y rechazan que les tilden de “antieuropeístas” y “eurófobos”. Ahora han optado por ahondar en su agenda xenófoba y totalitaria, que recorta derechos consolidados y libertades y que comparten con sus socios ultraderechistas europeos e internacionales. Según proclaman, su objetivo es imponerla en la toda “biosfera” frente “a la izquierda 'woke'” y al “socialismo y el comunismo corrupto y criminal”.
En España, el primer paso de los de Abascal ha sido derogar de un plumazo derechos y leyes que consideran perniciosas para los ciudadanos, como la de Memoria Democrática, la LGTBI, así como todo lo referido a las políticas de Igualdad. Y no descartan, si pueden, acabar con otras leyes como la del aborto o la de la eutanasia, como han hecho otros países en donde la ultraderecha ha entrado en los gobiernos.
Mientras ellos derogan, acusan paradójicamente a su vez al PSOE y “la derechita cobarde y estafadora” [el PP] de “imponer en Bruselas prohibiciones y medidas que restringen las libertades de los ciudadanos europeos” con los votos de los dos grupos mayoritarios de la Eurocámara: el Partido Popular Europeo y el del Partido Socialista Europeo (PSE) a los que Abascal acusa de ser “socios en Bruselas”.
Objetivo de Vox: “Lograr un cambio histórico en la UE”
Por ello, Vox advierte de que concurre a las elecciones del próximo 9 de junio con el objetivo de lograr un “cambio histórico” en la UE, el mayor en 35 años“. ”El 9 de junio Europa y España se juegan su identidad“, recordó este jueves en León Abascal en el inicio de la campaña. En los comicios se elegirán a nivel europeo los 720 diputados, 15 más que en las elecciones anteriores del año 2019, que representarán a casi 450 millones de personas. A España le corresponden 61 escaños, dos más que los que representaba hasta ahora.
Hace unos días, la formación de Abascal presentó su programa, consistente en diez medidas muy concreta y concisas, que el partido publicitó en X.
Según diversas encuestas publicadas estos días en los medios de comunicación españoles, como la de Simple Lógica para elDiario.es, Vox, que logró en 2019 cuatro eurodiputados, doblará su representación, mejorando los resultados de Sumar, mientras el PP superaría en seis o cinco puntos al PSOE, que fue el ganador de los anteriores comicios. Otros sondeos, sin embargo, dan empate técnico a los dos grandes partidos, mientras el CIS pronostica una victoria holgada de los socialistas.
En Alemania, Bélgica, Francia, Italia y Países Bajos también se prevé un apoyo apabullante a la extrema derecha, lo que provocará que los dos grupos que hay en el parlamento Europeo que acoge a estas familias ultras engorden notablemente: por un lado, la de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), donde están Vox, Hermanos de Italia o Ley y Justicia; y por otro, Identidad y Democracia (ID), donde está la Liga de Matteo Salvini, la Agrupación Nacional de la francesa Marine le Pen y Alternativa por Alemania, entre los que ha surgido ahora una inesperada ruptura en la víspera del inicio de la campaña electoral, lo que ha provocado que concurran divididos a estos comicios.
Este hipotético notable ascenso de los partidos de la extrema derecha en Europa ha encendido las alarmas de la izquierda y de algunas formaciones del centro liberal ante la posibilidad de que “el populismo” que venden “ponga en riesgo los avances democráticos logrados de varias décadas”, según alertan.
Precisamente, Pedro Sánchez, en su comparecencia en el Congreso del pasado miércoles, acusaba al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, de contribuir a ese avance de los de Vox por “haber roto el cordón sanitario” que les había impuesto su antecesor, Pablo Casado, “permitiéndoles entrar en nuestras instituciones y convertir sus aberrantes promesas electorales en una cruel realidad”. El PP, que tras devorar a Ciudadanos en las pasadas elecciones catalanas se ha lanzado a por los votantes de la extrema derecha, ha decidido competir ahora con Vox asumiendo su mensaje radical contra la inmigración del que los de Abascal y toda la extrema derecha siempre han hecho bandera. Aunque Feijóo no mantiene buenas relaciones con Vox, ha tendido la mano a la ultraderechisa italiana Georgia Meloni: “No me parece homologable a otros partidos que se consideran de extrema derecha en Europa”, dijo durante un coloquio organizado por el Cercle d'Economia en Barcelona, donde el PP abrió la campaña de las elecciones del 9 de junio.
Una convención ultra con Milei como estrella principal
Una de las soflamas xenófobas más sonadas de Abascal contra la inmigración fue la que lanzó en uno de los últimos mítines de la campaña catalana en el que volvió a relacionar migración con delincuencia y contrapuso “mezquitas” con “butifarras”: “Menos inseguridad, menos fiesta del cordero, menos mezquitas y más libertades, más tradiciones ancestrales, más butifarras, más sardanas, más ayudas directas a los de aquí y más libertad para las mujeres”, dijo Abascal. Después alertó del “efecto llamada” de la política de Sánchez, asegurando que “100.000 malienses” están esperando para saltar a España en cualquier momento.
El pasado fin de semana Abascal logró concentrar a la plana mayor de la extrema derecha tanto americana como europea en la convención de Vox 'Viva Europa24' a la que asistió como estrella especial el presidente ultraderechista argentino, Javier Milei, que llamó corrupta a la mujer de Sánchez desatando un conflicto diplomático entre ambos países.
Allí se puedo escuchar, entre otros muchos, a la francesa Marine Le Pen, al portugués André Ventura, al húngaro Viktor Orbán o a la italiana Giorgia Meloni, a los que Abascal animó a tejer “una alianza global de patriotas en defensa del sentido común, de la prosperidad económica, de la seguridad y de la libertad” mientras todos arremetían contra “la izquierda criminal”. En esa cumbre no faltaron las críticas al “antisemitismo desenfrenado” que la ultraderecha considera que prolifera contra Israel, país al que respaldan en su guerra contra los palestinos, renegando de que Netanyahu, su presidente, esté ejecutando un “genocidio” contra ellos.
En su discurso, Abascal opinó que “la UE debería estar al servicio de las naciones y de sus ciudadanos”. Sin embargo denunció que “se está constantemente excediendo en sus competencias y tratando de legislar y sentenciar sobre asuntos de estricto carácter nacional, guiada por intereses ajenos a los de los ciudadanos europeos de a pie”. Por ello abogó por “una Europa grande, segura, próspera y libre”, frente a gobiernos “sumisos” como el de Pedro Sánchez, que se “travisten de defensores de la moral y esa misma noche están metidos en la cama” con los gobiernos iberoamericanos “comunistas” del Grupo de Puebla.
Abascal y ECR Party, contra “la ideología que destruye familias”
Abascal propuso una reforma de la UE para “poner fin a los sueños federalistas” y ha apostado –como Donald Trump en Estados Unidos o ahora Milei en Argentina– por dejar de contribuir a aquellas organizaciones internacionales que considera que son “instrumentos del globalismo para imponer patrones de conducta ideológica”, que financian políticas que “destruyen la familia” y fomentan “el aborto y la pederastia”.
Dias antes, durante la presentación de la candidatura europea de Vox, que encabeza Jorge Buxadé y para la que han fichado al exportavoz parlamentario de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, el partido de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR Party), en donde está englobado Vox, presentó su manifiesto para el 9 de junio piden a la UE “preservar la identidad nacional” y “salvaguardar la soberanía de los Estados miembros”. “El ECR Party rechaza la centralización innecesaria del poder en Bruselas, proponiendo que las decisiones se tomen lo más cerca posible de los ciudadanos”, afirman. También abogan por que los Estados miembros aumenten los gastos en defensa mientras rechazan la creación de “una unión de defensa a nivel de la UE”. Los integrantes del ECR Party apoyan a Ucrania contra la agresión rusa y piden “un fortalecimiento de la cooperación UE-OTAN”.
En el manifiesto no falta el rechazo total a la inmigración ilegal a la que piden combatir fortaleciendo las fronteras a través de agencias como Frontex y Europol, limitando la concesión del asilo “sólo a refugiados genuinos”. Junto a esto los grupos de extrema derecha muestran su apoyo a los agricultores y pescadores rechazando “la burocracia excesiva” con una revisión de la Política Agrícola Común (PAC). Además, como suele ser habitual, cargan contra lo que llaman “fanatismo climático de la izquierda” y exigen “una estrategia climática equilibrada que priorice el bienestar socioeconómico”. Finalmente en su manifiesto sobre “el libre comercio y la reducción de barreras comerciales” apuestan por “un mix energético”, y por “una política más firme hacia China e Irán”.
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