Las contradicciones de los barones del PP en la gestión de la pandemia entorpecen la estrategia de oposición de Casado
“Solo hay un PP”, insiste una y otra vez Pablo Casado desde su triunfo en las primarias de 2018. Uno de sus principales objetivos como presidente del Partido Popular ha sido trasladar al electorado una imagen de unidad entre las distintas corrientes internas (una más radical, la otra más moderada) en constante pugna por el control de la formación conservadora, que desde hace dos años se enfrenta además a las consecuencias de la división del centro derecha en tres partidos –PP, Vox y Ciudadanos–, que llevó a los populares a hundirse en las urnas y que sigue sin permitirles despegar con fuerza en las encuestas.
La disparidad de criterios y decisiones en la gestión de la pandemia por parte de los presidentes autonómicos del PP dificulta, sin embargo, esa estrategia de Casado de tratar de presentar al suyo como a un partido con unidad de acción capaz de hacer oposición al Gobierno de Pedro Sánchez y de situarse como alternativa de la izquierda. Mientras Galicia cierra toda la hostelería, Castilla y León confina municipios y Murcia limita movimientos, la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso relaja las restricciones y asegura que cualquier cierre de bares y restaurantes, como el decidido por sus colegas de partido en otras comunidades, supone la “ruina” de la economía.
En este contexto, Casado evita tomar partido por ninguno de sus barones y, pese a las evidentes contradicciones entre las medidas adoptadas por unos y otros, que se suman a las críticas cruzadas entre presidentes autonómicos del propio PP, el líder de los populares se limita asegurar que todos ellos “lo están haciendo exactamente igual” para hacer frente a la tercera oleada de la pandemia.
Con estas palabras se expresó Casado este lunes durante una entrevista en la Cadena Ser en la que también defendió que “todos” los presidentes autonómicos del PP están actuando de forma “responsable”, aunque unos deciden adelantar el toque de queda –Castilla y León– y el cierre de la hostelería –Galicia– y otros, con una incidencia del virus similar, abogan por flexibilizar los encuentros sociales, como anunció también este lunes –un par de horas después de la entrevista al líder del PP– la presidenta madrileña.
Ayuso no cederá ante “los pulsos políticos”
A partir del viernes, la Comunidad de Madrid ampliará a seis las personas que puedan reunirse en las terrazas de los restaurantes –desde el pasado 25 de enero solo pueden ser cuatro–, que nunca se ha planteado cerrar el Ejecutivo regional en el que gobiernan en coalición PP y Ciudadanos. Ayuso ha hecho así oídos sordos a las críticas que le lanzó el domingo su compañero de partido, el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, por no haber decidido cerrar bares y restaurantes como ha hecho él en Galicia. “Madrid ha optado por una decisión por la que yo no me sentiría responsable si la tuviese que aplicar en Galicia y, por tanto, he optado por otra”, dijo Feijóo, en una entrevista en La Voz de Galicia.
Las prioridades de Ayuso son, en cambio, intentar “compensar las horas perdidas” por los hosteleros “por el adelanto del toque de queda”. La presidenta madrileña anunciaba, así, que la región volverá al horario de cierre de las 00.00 horas –ahora está establecido a las 21.00– en cuanto “los datos de incidencia mejoren”. “En Madrid hacemos todo lo que está en nuestras manos para mantener abierta nuestra hostelería y nuestra cultura a pesar de los pulsos políticos que nos llegan desde todas las instituciones”, sentenciaba, en clara alusión a Feijóo, pero sin mencionarlo directamente, tras mantener un encuentro precisamente con el gremio hostelero madrileño.
Casado no ve esas discrepancias entre los dirigentes de su partido. Según él, además de actuar “igual”, Feijóo, Ayuso, el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, el castellano y leonés, Alfonso Fernández Mañueco, o el murciano, Fernando López Miras, gestionan la pandemia con “criterios de la OMS”, a diferencia del Gobierno central que, “en la tercera ola, lo único que ha hecho es enseñar las vacunas y ponerles una pegatina”.
El líder del PP se da de bruces con sus propias contradicciones cuando exige al Gobierno un “plan nacional” frente a la COVID-19 mientras, al mismo tiempo, defiende que cada comunidad autónoma tome sus propias decisiones. “En la segunda ola, con 500 casos por 100.000 habitantes, en Madrid [desde la Moncloa] decretaron el estado de alarma y, ahora, con 900 casos, están diciendo que no hay que preocuparse. En España las cosas no han ido bien y hace falta un poco más de humildad y de eficacia a la hora de tomar medidas, también con la campaña de vacunación, que está siendo fallida”, aseguraba Casado este lunes.
Casado pide “dejar los colores políticos al margen”
Pese a las críticas al Ejecutivo por no actuar con suficiente contundencia, el líder del PP tampoco apoya más restricciones. En su opinión, el cierre total de la actividad económica tiene “un punto intermedio” en el área sanitaria, “tanto para confinar como para evitar movilidad entre los distritos de la propia ciudad”. Durante la entrevista en la Cadena Ser, Casado no era capaz de explicar dónde empieza y dónde termina su propia zona básica de salud pese a ser preguntado específicamente por ello.
“Creo que este Gobierno ha tenido una actitud muy irresponsable, pero no solo Sánchez, también Illa y Fernando Simón, que no sé que hace en su cargo”, añadía a renglón seguido para concluir, después de todo, pidiendo a ese Ejecutivo “irresponsable” una mayor interlocución con el PP al considerar que “hay ya una hecatombe social y sanitaria en España que debería dejar los colores políticos al margen”.
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