Los conservadores británicos encabezados por David Cameron gobernarán de nuevo el Reino Unido los próximos cinco años tras su triunfo inesperado y arrollador en las elecciones, que asestaron una contundente derrota a los laboristas, los liberaldemócratas y el eurófobo UKIP.
Pese a asegurar otro mandato al primer ministro Cameron, los comicios del jueves han propiciado un nuevo mapa político en Gran Bretaña, que ha tenido como principales damnificados al Partido Laborista de Ed Miliband y al Liberal Demócrata de Nick Clegg.
A ellos se suma el eurófobo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), que solo obtuvo un diputado y cuyo líder, Nigel Farage, no ha logrado un escaño en la Cámara de los Comunes.
Los pésimos resultados cosechados empujaron a los tres dirigentes a presentar hoy su dimisión.
Miliband, al que todas las encuestas daban un empate en votos con Cameron, sufrió un duro revés al perder 26 escaños de los 258 que tenía en la anterior legislatura, lo que supone una derrota sin paliativos para un dirigente que aspiraba recuperar el gobierno para el laborismo.
“Asumo total y absolutamente la responsabilidad de la derrota y pido perdón a aquellos compañeros que han perdido sus escaños”, declaró un compungido Ed Miliband al anunciar su renuncia.
También conmocionado y triste por sus “catastróficos resultados” se mostró Clegg, que presentó asimismo la dimisión tras justificar la decisión que tomó en 2010 de formar un gobierno de coalición con Cameron, lo que, según miembros de su propio partido y analistas, le distanció de su electorado, que ayer le castigó en las urnas.
El partido de Clegg sufrió un gran descalabro al quedarse solo con 8 escaños de los 56 que tenía y ser desbancado como tercera fuerza parlamentaria por los nacionalistas escoceses, a los que el referéndum que perdieron el pasado mes de septiembre sobre la independencia del Reino Unido parece haber dado alas.
Este partido, que se posiciona con fuerza en el Parlamento británico, captó votos sobre todo de los caladeros laboristas en Escocia, donde el partido de Miliband sufrió una dolorosa fuga de escaños.
El tercer gran damnificado por estas elecciones es Nigel Farage, el líder del partido antieuropeo UKIP, que, en parte debido al complejo sistema electoral británico que favorece mucho a los grandes partidos frente a los pequeños, ha logrado solo un diputado pese a tener más de un 12 por ciento de respaldo.
Además, Farage no logró el escaño que pretendía y tuvo que dimitir después de haber anunciado que lo haría si no lo conseguía.
Pero, al anunciar su dimisión, adelantó que durante el verano considerará la posibilidad de volver a presentarse en septiembre como candidato para liderar la formación cuando el partido celebre una elección interna para escoger al nuevo líder.
El UKIP, fundado en los años noventa, irrumpió en la primera línea política del Reino Unido en las elecciones europeas de 2014, cuando fue el partido británico más votado, con un 30 por ciento del voto y 24 eurodiputados.
El reverso de estas derrotas lo representa hoy David Cameron, que logró una victoria contundente, con 331 diputados, cinco más de los requeridos para tener mayoría absoluta, lo que le deja las manos libres para gobernar sin pactos.
Muestra de ello es la rapidez con la que tomó hoy mismo, solo unas horas después de que la reina Isabel II le encomendara la formación del Ejecutivo, las primeras medidas con la confirmación en sus puestos de los ministros del núcleo central de su Gobierno, con George Osborne al frente de Economía; Philip Hammond, en Exteriores; Theresa May en Interior y Michael Fallon en Defensa.
Un Cameron pletórico se dirigió a los medios ante su residencia oficial tras regresar de entrevistarse con la reina en el Palacio de Buckingham para prometer trabajar por un Reino Unido “más grande” y “una sola nación”, con guiños también a las regiones, como Escocia, que ansían más autonomía.
Se comprometió además a celebrar el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE, un tema que puede tensar las relaciones de Londres con sus socios europeos y que puede causar nerviosismo en algunos sectores, como los mercados o la “city” londinense.
Sin embargo, la arrolladora victoria conservadora fue muy bien recibida hoy por los mercados, con la Bolsa de Londres registrando una subida del 2,32 por ciento y la libra revalorizándose fuertemente.
María Luisa González