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Los dos PSOE: el PSC se ofrece como mediador en Catalunya y la vieja guardia rechaza el diálogo

Pedro Sánchez trata de salir del foco y que le presión recaiga en Mariano Rajoy, a quien corresponde tomar decisiones, según insisten en Ferraz. Pero todos le han mirado esta semana para la posible solución en Catalunya. Ante la escalada de tensión, el PP le quería de su parte para las medidas más duras que tiene sobre la mesa para actuar contra la hoja de ruta de los independentistas, mientras que Unidos Podemos le afea que refuerce al Gobierno con su apoyo. En las filas socialistas también el secretario general del PSOE tiene que hacer equilibrismos ante las distintas posiciones. La división del socialismo ha vuelto a mostrarse públicamente, esta vez por Catalunya. 

Mientras el PSC apuesta por que haya negociación para salir de esta situación y presiona a Sánchez para que no apoye bajo ningún concepto la aplicación de medidas como el artículo 155 de la Constitución por las nefastas consecuencias electorales que tendría para los socialistas catalanes, un sector del PSOE le exige contundencia. La vieja guardia le reprocha su “continua y nunca explicada apelación al diálogo”.

Ante la escalada de tensión en Catalunya, Miquel Iceta ha continuado apelando al diálogo entre las partes como vía de salida. La decisión de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras de seguir adelante con el plan independentista y de Moncloa de no hablar con la Generalitat si no renuncia a ella llevó al primer secretario del PSC a ofrecerse como “mediador” para evitar la declaración de independencia y la consiguiente respuesta del Gobierno: la aplicación del 155 de la Constitución. 

La alcaldesa de l'Hospitalet de Llobregat, Núria Marín, desarrolla esa propuesta en un artículo en La Vanguardia en el que exige a ambas partes “gestos de altura”: “Por un lado, parar la declaración unilateral de independencia, y por el otro, la no aplicación del artículo 155 para la suspensión de la autonomía”. La dirigente del PSC plantea que, a partir de ahí, se abra una “mesa de negociación” que tenga como “punto de partida la restitución del Estatut del 2006” y los acuerdos que entonces se alcanzaron en materia de “competencias, financiación e infraestructuras”. “Este debe ser el punto de partida para un futuro acuerdo que deberá ser votado en las urnas”, señala en el texto titulado “Hablen de una vez”.

Distintos niveles de optimismo en el PSC

Fuentes de la dirección del PSC aseguran que “están hablando con todos” para intentar encontrar puntos de encuentro en ese marco de que la Generalitat frene la declaración de independencia y de que el Gobierno de Mariano Rajoy se siente a negociar un acuerdo que evite el choque de trenes. 

Pero dentro de los socialistas catalanes hay distintas percepciones de la marcha de esas conversaciones. Algunas fuentes se muestran optimistas sobre la posibilidad de que Puigdemont –presionado por su propio partido– y Junqueras lleguen a sentarse en Moncloa. Sin embargo, fuentes próximas a Iceta consideran que los pasos que han dado –como aceptar la suspensión del pleno en el Parlament por parte del Constitucional– les dan un día más, pero no lo suficiente para “estar tranquilos”. 

“Trabajamos para que pueda pasar algo así –señalan esas fuentes sobre la posibilidad de que Rajoy llame a Puigdemont–, pero creo que estamos lejos de conseguirlo”.

El Gobierno y Ferraz: primero rechazo a la DUI

El Gobierno de Rajoy abre la puerta al diálogo, aunque insisten en que los independentistas deben renunciar primero a la independencia. Es la misma posición que mantiene el PSOE desde hace unos días. A pesar de que Pedro Sánchez instó a Rajoy a que abriera una “negociación inmediata” con Puigdemont en su primera reunión tras el 1-O, Ferraz pone ahora la primera carga de la responsabilidad sobre la Generalitat: diálogo y negociación, sí, pero después de que renuncien a la declaración unilateral de independencia. 

El PSOE apoya, además, al Gobierno en su última medida clave para debilitar la estrategia de los independentistas: la aprobación de un real decreto que permite a las empresas que quieren salir de Catalunya hacerlo sin necesidad de convocar una junta de accionistas. La dirección socialista conocía previamente el texto y fuentes de Ferraz aseguran que el respaldo se traducirá en una abstención en el Congreso para que el texto sea ratificado. 

Sin embargo, dentro del PSOE hay voces críticas con la actuación de Sánchez ante el desafío del 1-O. Para algunos socialistas, Sánchez va a rebufo, sin fijar una posición o las posiciones que puedan darse ante los distintos escenarios, sino actuando en función de los acontecimientos. Le reprochan, por ejemplo, que haya convocado sin fecha a los órganos de dirección. Consideran que deberían reunirse para marcar la línea independientemente de los acontecimientos. Otros dirigentes tradicionalmente críticos con Sánchez muestran benevolencia ante la complejidad de la situación: “Son circunstancias excepcionales. Es difícil anticipar las cosas que van pasando”. 

El otro polo del PSOE: no al diálogo

Pero los distintos extremos han quedado reflejados en una carta escrita por una decena de exdirigentes socialistas. Frente a las apelaciones al diálogo, varios expresidentes regionales, como Joaquín Leguina, José Rodríguez de la Borbolla o Juan Carlos Rodríguez Ibarra, o el expresidente del Senado, Javier Rojo, reprochan a Sánchez su “continua y nunca explicada apelación al diálogo”. “Nunca ha servido para nada el diálogo bajo chantaje, a menos que lo único que se quiera sea salvar el pellejo y, a la vez, perder la propia dignidad”, denuncian.

También le emplazan a tomar “las decisiones precisas para colaborar en la restauración del orden constitucional”. En esa misma línea, Alfonso Guerra emplazó a la dirección del PSOE a apoyar la aplicación del artículo 155: “En Cataluña hay un golpe de Estado y no se puede negociar con golpistas”, aseguró el exvicepresidente del Gobierno. Frente a quienes abogan por que Sánchez apoye sin fisuras la aplicación del artículo 155, en el PSC presionan en el sentido contrario

La principal crítica que recibe Sánchez es plantear la reprobación de Soraya Sáenz de Santamaría por las cargas policiales del 1-O. “Galgo que corre a dos liebres acaba reventado y no coge ninguna”, ha expresado el expresidente de Castilla-La Mancha José Bono sobre la estrategia de Sánchez de mostrar su respaldo al Estado de derecho a la vez que se desmarca del Gobierno. 

Esos reproches de la vieja guardia no han sentado nada bien en Ferraz. El secretario de Organización, José Luis Ábalos, recordó a quienes han criticado la reprobación de la vicepresidenta que la decisión corresponde al ámbito de la dirección: “Tenemos muchos 'ex', pero uno no es más que los otros, y no todos dicen lo mismo”, subrayó en una entrevista.