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El debate ideológico en el PP revela las grietas internas del partido pese al “alivio” del 26M
La caída en las urnas sufrida por el Partido Popular tanto en las elecciones generales del 28 de abril como en las municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo, ha puesto fin al silencio que durante los últimos meses han mantenido “por responsabilidad” los sectores internos críticos con la dirección nacional. Estos dirigentes ya no tienen tapujos a la hora de mostrar su descontento por el giro a la derecha que puso en marcha Pablo Casado nada más ganar las primarias, que le llevó a acercarse a los postulados de formaciones como Vox y que ha hundido al partido en las urnas.
Prácticamente desde que se conocieron los resultados del 26M, los dirigentes díscolos y algunos de los principales barones comenzaron a manifestar públicamente sus discrepancias con la dirección de Casado, al que exigieron que virara al centro para poder reconectar con el electorado fugado a otras opciones políticas como Ciudadanos y Vox. Esta última semana se han producido además los primeros movimientos de estos sectores críticos para organizarse frente a Génova y reivindicar su espacio dentro de la formación conservadora.
El gesto más contundente lo realizaba el pasado lunes el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, que en las primarias apoyó a Soraya Sáenz de Santamaría y que en los últimos meses ha apostado en todo momento por la “centralidad” del partido. El líder de los populares en Euskadi anunciaba a principios de semana que la organización celebrará los próximos días 13 y 14 de septiembre una convención con el objetivo de dejar clara su “personalidad propia” frente a la dirección nacional.
Aunque Alonso ha tratado de explicar que su iniciativa no tiene “un ánimo cismático”, ha justificado la celebración de ese cónclave utilizando frases que cuestionan abiertamente la estrategia de Casado. “A veces se emiten discursos desde Madrid que resultan muy alejados cuando uno los ve desde Vitoria o desde Bilbao”, reconocía el martes el presidente de los populares vascos, en clara alusión al viraje a la derecha emprendido por la dirección nacional de los populares y su acercamiento a los postulados de Vox.
Para el líder del PP vasco “es muy importante” que la dirección nacional del PP “respete también cada una de las organizaciones territoriales, su manera de hacer política, su acento propio, su manera de entender la vida de la gente en cada sitio. En el País Vasco la gente tiene unas preocupaciones que son un poco específicas y creo que el PP siempre ha sido un partido que es capaz de amoldarse, adaptarse, de hacerse de la tierra, y de tener su acento propio”, añadía.
Otro de los barones que ha querido desmarcarse de la estrategia de Casado ha sido el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. Se trata de uno de los dirigentes territoriales con más peso político y orgánico del partido. Feijóo ha cuestionado abiertamente la iniciativa de su propio partido para lograr gobiernos y ayuntamientos en los que no ha sido la fuerza más votada con acuerdos con Ciudadanos y Vox. Y lo ha hecho justo cuando se están produciendo las negociaciones entre los populares y los partidos de Albert Rivera y Santiago Abascal para alcanzar esos pactos.
Esta semana el también líder de los populares gallegos, que no ha cesado de exigir un giro al centro de su partido desde el 26M, defendía también insistentemente que se vuelva a intentar reformar la ley para que gobierne la lista más votada. El martes, en una entrevista en la Cadena Cope, el presidente gallego utilizaba frases que no dejaban precisamente en buen lugar al PP, que busca recuperar poder sin haber ganado elecciones.
“No puede ser que el partido ganador se convierta en perdedor, y el que pierda se convierta en gobierno”, apuntaba Feijóo, que reclamaba para corregir esa situación medidas como la introducción de una segunda vuelta o de un 'plus' parlamentario para la formación ganadora de las elecciones que en este momento no permitiría al PP gobernar en Madrid, Castilla y León o Aragón.
También se mostraba contrario a la entrada de Vox en gobiernos, algo que no solo no se ha descartado desde la dirección nacional, sino que está cada día más cerca después del acuerdo alcanzado por los populares y el partido de extrema derecha para gobernar en aquellos ayuntamientos en los que suman mayoría y, por tanto, no necesitan del apoyo de Ciudadanos. Entre otros municipios, el partido de Abascal podría lograr concejalías en los de Pozuelo de Alarcón, Las Rozas, Majadahonda (los tres en Madrid), El Ejido (Almería) o la capital almeriense.
Las voces críticas con la estrategia de Casado se multiplicaron después de que el 26M el partido encajara una nueva derrota en las urnas tras la debacle histórica de las generales. Pese al retroceso en votos en todo el país, tras las autonómicas y municipales el líder del PP vendió el resultado como un triunfo y habló del “inicio de la remontada” al ver posible recuperar feudos históricos como el Ayuntamiento de Madrid y mantener otros como la Comunidad de Madrid o la Región de Murcia, siempre que logre acuerdos con Ciudadanos y Vox.
Un día después de los comicios, sin embargo, los barones se mostraron muy críticos con la estrategia de Casado de los últimos meses e insistieron la necesidad de recuperar el centro antes y después de la reunión del Comité Ejecutivo Nacional que se celebró en Génova. Además de Feijóo y Alonso a favor de la moderación se mostraron el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, o el candidato popular en Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco.
Tras la reunión llegó a producirse un enfrentamiento entre esos líderes territoriales y el presidente nacional del PP durante una comida en Madrid, porque Casado se negó a aceptar que la mínima mejora en los resultados del 26M respecto a los del 28A se había producido por haber lanzado mensajes más centristas durante la campaña.
Según explicó La Vanguardia, durante el tenso almuerzo Feijóo reprochó al líder del PP no haber hecho la lectura correcta de las elecciones y le acusó de haber provocado que la ciudadanía percibiera al partido “derechizado”. En esta misma línea se expresó –siempre según el citado diario– la presidenta de los populares valencianos, Isabel Bonig, que lamentó que el líder del PP diera una “imagen antigua, de derechas” de la formación conservadora.
Otro de los momentos de mayor tensión se produjo cuando Moreno Bonilla reclamó moderación a Casado y este le reprochó que el acuerdo con Ciudadanos y Vox que permitió llegar al poder al presidente de la Junta de Andalucía hizo más daño que la foto de la concentración de Colón de febrero en la que posaron juntos Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal.
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