Las dagas voladoras de Macarena Olona persiguen a Vox
La escenografía del programa 'Lo de Évole' repetía el estilo oscuro que le ha caracterizado en algunas de sus entrevistas y le añadía un elemento un poco perturbador para el espectador pero también original. Un juego de espejos que multiplicaba la imagen de Macarena Olona en el reflejo. Olona por duplicado, por triplicado, por cuadruplicado... Un ejército de macarenas como espectros que surgen de la oscuridad para atormentar a Santiago Abascal y Vox.
El partido optó el lunes por la negación. En la rueda de prensa, Jorge Buxadé no pronunció en ningún momento la palabra 'Olona', a pesar de que los periodistas hicieron varias preguntas sobre las acusaciones que había hecho su antigua portavoz parlamentaria. Le preguntaban por Olona y él respondía con Évole (para insultarle). No fuera a ser que si repetía tres veces la palabra 'Olona', ella apareciese de improviso en la sala en medio de una nube negra y vapores de azufre. Bitelchús. Bitelchús. Bitelchús.
La metamorfosis de Macarena Olona no iba a completarse hasta que tuviera su gran aparición televisiva. La venganza no podía disfrutarse por completo si no contaba con su presencia en el 'prime time' televisivo. Por mucho que Vox mire a otro lado, no puede negar lo que ocurre en la televisión. Esa ventana no desaparece aunque cierres los ojos y te tapes los oídos.
El cambio tan espectacular de la excandidata de Vox en las elecciones andaluzas contiene un embuste. Olona hace ver que siempre ha sido una espléndida mariposa, nunca una oruga de aspecto desagradable. Ahora se permite denunciar el “clima asfixiante” del Congreso, cuando ella contribuyó a ese ambiente de forma entusiasta.
“Se pierde la sonrisa”, insistió. Ella sonreía con frecuencia cuando clavaba el cuchillo, a veces con amenazas de querellas e insinuaciones de delitos cometidos por sus enemigos. Que se notara que ella disfrutaba de esos momentos.
A la pregunta de Évole “¿ha habido discursos xenófobos en Vox?”, Olona ofreció uno de esos silencios con los que quería aparentar que se estaba conteniendo. Terminó diciendo que sólo había habido “excesos”. Cómo iba a ir más lejos si ella misma había protagonizado ese discurso cargando contra los centros que albergan a menores extranjeros. Por entonces, Olona no tenía inconveniente en vestirse de oruga. De hecho, hacía ver que no era un disfraz, sino su piel natural.
Lo importante no era todo eso, sino ajustar cuentas con sus viejos camaradas. Primero, alardeando de lo que ella sabe, pero se guarda: “Es muy poco inteligente atacar a quien tiene los planos del edificio”. Sólo le faltó decir que tiene los planos de la Estrella de la Muerte y conoce muy bien su punto débil.
Luego vino la parte procaz para que cada uno se imagine lo que quiera. “Que Vox enseñe el modelo 347 de Hacienda, el de 'putas y varios', como ejercicio de transparencia”. El modelo 347 es el que personas físicas y jurídicas deben remitir a la Agencia Tributaria para informar sobre sus operaciones por un importe superior a 3.005 euros anuales facturadas a terceros.
No hay que ponerse cachondo. No incluye una casilla para “putas y varios”, lo que es tan lógico como decepcionante.
A la hora de fingir que concretaba, Olona apuntó que la Fundación Disenso ha recibido 4,5 millones de Vox. Pero Disenso, fundada en 2020 y presidida por Abascal, es la fundación de Vox, por lo que, aunque la cantidad sea gigantesca, ese trasvase de fondos no es delito por sí mismo. El Tribunal de Cuentas se ocupa de fiscalizar las fundaciones de los partidos, o al menos de intentarlo.
Évole se calentó y dijo que un juez debería ponerse al día siguiente a investigar lo que decía Olona. Con ese material, un tribunal no puede poner en marcha ni la diligencia más mediocre.
Una vez más sin atreverse a mencionar a Olona, Buxadé elogió el lunes el papel de Disenso en la actividad de Vox dedicada a la agitación y propaganda, especialmente fuera de España. La fundación es “el instrumento de la guerra cultural más eficiente de América Latina”. Como le seguían preguntando, optó por ponerse a gritar: “¡La Fundación Disenso es Vox!”.
Encontrar coherencia a las opiniones de Macarena Olona sobre su antiguo partido no es una tarea sencilla. Eso no restó audiencia al programa de dos horas. Al igual que con lo del juego de los espejos, hubo doble ración de Olona. La segunda hora demostró que estirar la historia le hacía perder interés. Probablemente, la decisión era una apuesta por aumentar la audiencia y eso funcionó. 'Lo de Évole' lideró la noche del domingo y casi dobló la audiencia de La Sexta ese día.
La exdiputada arrojó unos cuantos huesos al público con sus opiniones sobre el partido de extrema derecha y su funcionamiento. Santiago Abascal “tiene limitaciones”. “Santiago no es libre”. “Las decisiones de Vox no siempre se toman dentro de Vox”.
No dio nombres ni pistas claras. No se atrevió a hacerlo, tampoco con la organización ultracatólica El Yunque, de la que varios medios ya han informado sobre su influencia en el partido, como también la han tenido HazteOír y otros grupos religiosos integristas. Son informaciones de 2018 y 2019, cuando Olona escalaba posiciones en Vox sin que esas compañías le molestaran.
Eso no le impidió afirmar casi lo contrario al dar a entender que Vox se ha domesticado. “Vox se ha convertido en el sistema. Vox es el sistema”. Es curioso viniendo de la misma política que dijo al principio de la entrevista que Julio Anguita es “uno de mis grandes referentes políticos”. Parece que hay varias Olonas dentro de Macarena luchando por tener el control.
Las preguntas sobre su futuro son las que hacen que los dirigentes de Vox no se atrevan a mencionar su nombre. Suele ocurrir cuando tienes miedo a alguien, a lo que pueda hacer o decir. ¿Podría ser ella un fichaje atractivo para otro partido? Improbable con alguien tan identificado con la extrema derecha. ¿Puede formar un nuevo partido que atraiga a votantes de Vox? Imposible si insiste en afirmar que la violencia machista y la cultura patriarcal existen.
Olona puede ofrecer al menos algunas dosis de entretenimiento político. Las secuelas de las series no tienen tanto interés como la primera temporada. Pueden intentar mantenerse con la posibilidad de un final trágico. “Necesitan destruirme”. “Por supuesto que van a por mí”. “No sé cuánto voy a aguantar en pie”. Esa es una subtrama por la que el guionista debería apostar.
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