CRÓNICA

El prólogo de la tormenta en una investidura de fin de semana

Fue el mejor prólogo para estos días de furia y urgencias y la sesión de investidura, y se produjo fuera del Congreso, incluso lejos de Madrid. El PP gallego entró en estado de pánico al encontrar un hashtag en Twitter que pedía el boicot a Galicia, presumiblemente por el apoyo de un diputado del BNG a la investidura de Pedro Sánchez. Es lo que ocurre cuando creas monstruos que muerden a todos los lados. Pensabas que podías controlarlo con la correa y te acaban pegando una dentellada en la pierna.

El mismo Núñez Feijóo en persona tuvo que salir para responder: “No #boicotGalicia. No. El BNG no es Galicia. El BNG solo tiene 1 diputado. No es Galicia”. Lo tuvo que repetir dos veces para que se le entendiera. “No 'castiguéis' a gente honrada”, había dicho la cuenta del PP de Galicia. Es decir, castigad a otras comunidades autónomas. No a nosotros, que somos de los buenos.

Ese era el ambiente que la derecha había creado antes del debate de investidura. Como siempre, arrancó con la parte más rutinaria, el discurso del candidato, necesario porque debe incluir todas sus promesas, pero sin grandes alardes que se reservan para otros momentos del pleno.

Pero al iniciarlo Sánchez sí dio un titular para los tiempos que corren. “No se va a romper España. No se va a romper la Constitución”. España lleva tantos años rompiéndose que no debería quedar ya ni un mueble en pie. Eso es en la política, claro. Los ciudadanos continúan con su vida, no plácida y cómoda para todos, mientras la política va dando tumbos entre llamaradas.

Sánchez inició su discurso sabiendo que tiene la investidura asegurada por una distancia mínima y en segunda votación, por tanto, sin margen de error. La abstención de Esquerra lo hará posible. Dirigentes del partido lo habían confirmado la noche anterior después de recibir la noticia de la inhabilitación exprés de Quim Torra aprobada por la Junta Electoral Central sin esperar a que la sentencia que le condenó por desobediencia sea firme. Esa decisión de ERC hará fracasar el último intento del PP por tumbar la investidura con su recurso.

También esta mañana, la dirección de ERC se reúne en Barcelona para estudiar la decisión contra Torra. Incluso con la abstención, los republicanos pueden dejar claro lo difícil que tendrá Sánchez su camino.

El candidato a presidente se refirió en su discurso inicial al conflicto catalán, de forma muy sumaria y sin meterse en problemas. Esos ya vendrán en el resto de la sesión. “La única vía posible es la política, el pacto y la negociación”, dijo sobre el problema catalán. “Un diálogo que se desarrolle dentro de la ley”, continuó para responder de forma preventiva a la derecha.

Hubo un segundo apunte más interesante por polémico, sobre todo porque el conflicto juega siempre sus partidos decisivos en sede judicial: “Este es un conflicto heredado. Hay que dejar atrás la deriva judicial que tanto daño ha acusado”. Cada uno puede entenderlo como quiera. Puede referirse a que la mejor forma de que no intervengan los jueces es que no se viole la ley. O a que no se utilice a los tribunales para dirimir un conflicto político de raíz histórica, como por cierto lo denominó la sentencia del Tribunal Supremo en el juicio del procés.

Sánchez pasará este fin de semana haciendo equilibrios entre unos y otros. Sí puso de manifiesto que este no será un Gobierno como el que tenía en mente después de las elecciones de abril. No hizo muchas menciones al Gobierno de coalición con Unidas Podemos. Fue el programa de medidas prometidas el que habló por él. En sanidad, educación, impuestos, igualdad o memoria histórica, detalló un programa social claramente socialdemócrata hasta un nivel que deje satisfecho a Podemos.

Cuando Sánchez se refirió a la desinformación y las “fake news”, los diputados de la derecha despertaron del letargo y aplaudieron con sorna. Pablo Casado se daba en la cara para acusarle de tener mucho rostro. En las redes sociales, el argumentario del PP se había movido en los tuits de diputados del partido para acusar a Sánchez de mentir sobre sus pactos. Fue un aperitivo de la pelea que vendrá después.

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