La investidura ha demostrado que a Bildu no le está permitido citar el nombre de su líder, Arnaldo Otegi, desde la tribuna de oradores del Congreso sin que la bancada de las tres derechas se convierta en un hervidero al grito de “asesinos”, “viva el rey” y “fuera, fuera”. La portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, ha pasado por la sesión de investidura en medio de una de las mayores trifulcas de los últimos años y con el secretario de la Mesa, Adolfo Suárez Illana, dándole la espalda a la oradora durante toda su intervención.
La tensión ha llegado a tal punto que la presidenta del Congreso ha tenido que intervenir en varias ocasiones: “En el Parlamento se defienden las posiciones políticas mediante la palabra, no mediante el grito o el insulto. Les ruego silencio. ¿Pueden dejar de gritar por favor?”. Pablo Iglesias y Gabriel Rufián también han intentado mediar en la bronca a través de gestos que pedían silencio a quienes gritaban.
La primera chispa ha saltado cuando Aizpurua ha aludido al rey para calificar su intervención televisada el tres de octubre de 2017 como un gesto de autoridad. A partir de ese momento los gritos no han cesado de manera intermitente durante el resto de su intervención pero aún faltaba otro momento álgido en la bronca.
“Les decía Otegi que si surge una oportunidad histórica para que el Estado español se democratice, la izquierda independentista estará dispuesta a colaborar”, ha dicho la portavoz de EH Bildu. En ese momento, el último tramo de la investidura estaba literalmente incendiado pese a los intentos de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, de pedir silencio y respeto a la libertad de expresión. Los diputados de Vox, Partido Popular y Ciudadanos golpeaban sus mesas con la palma de la mano mientras proferían gritos de “asesinos” y “viva el rey” en respuesta a la diputada que estaba interviniendo.
El Partido Popular y Ciudadanos han intentado sin éxito conseguir que la Mesa rectificase a la portavoz abertzale y, en cambio, se encontraron con una reprimenda. Pablo Casado pidió la palabra y aludió al artículo 103 del reglamento para exigir de Batet una llamada al orden a la portavoz de EH Bildu. “Ha vertido conceptos injuriosos. Acabo de escuchar la intervención más nauseabunda que he escuchado en este hemiciclo y el candidato no ha defendido ni al rey de España ni a las víctimas del terrorismo”, reclamó el portavoz del PP.
Después de Pablo Casado el turno fue para el diputado de Ciudadanos Edmundo Bal. También apoyado en el artículo 103 del reglamento reclamó una corrección a la portavoz de EH Bildu dando un paso más que su compañero del PP e interpretando que al rey se le había llamado “fascista”, palabra que en ningún momento fue pronuciada por Aizpurua.
Para ambos fue la respuesta con la que Meritxell Batet zanjó la bronca: “Hubo una época en este país en la que no se permitía la crítica. Por suerte esa época ha pasado. Hoy disfrutamos de una democracia plena. Para garantizar esa democracia tenemos que garantizar la libertad de expresión en el interior de esta cámara”.
En medio de toda esa tensión, Pedro Sánchez ha conseguido salvar el debate con Bildu sin tomar partido en la bronca ni responder a las alusiones. La portavoz abertzale le ha dicho al candidato del PSOE que facilitará su elección pero que sin atender las demandas nacionalistas “no habrá Gobierno de progreso”. El líder del PSOE ha respondido: “Vamos a ser un valladar frente a las veleidades recentralizadoras que en otras épocas han traído deterioro de las regiones más pobres”. Sánchez también ha asegurado que hablar solo del derecho a decidir es “un fracaso” porque “hay otras cosas mucho más importantes para la ciudadanía vasca”.
En su último turno la portavoz de EH Bildu ha advertido al candidato de que esta investidura es “la última oportunidad del Estado para demostrar que es posible resolver democráticamente la cuestión nacional vasca, catalana y gallega”. Las últimas palabras de Aizpurua han sido despedidas con un sonoro “fuera, fuera, fuera”, por parte de los diputados de las tres derechas.
El siguiente turno en el debate fue para la portavoz de la CUP, Mireia Vehí, que ha querido involucrarse en el encendido debate que la había precedido. Vehí ha insistido en que el discurso del rey del 3 de octubre fue autoritario y que afirmarlo supone un ejercicio de “libertad de expresión”. De nuevo hubo pitada en las bancada del PP pero nada que ver con la monumental bronca que se había producido anteriormente.