La confesión del empresario David Marjaliza en la Audiencia Nacional dibuja un lienzo de la corrupción en España con algunos detalles desconocidos hasta ahora. El exsocio de Francisco Granados compareció en cuatro ocasiones ante el juez Eloy Velasco entre junio y noviembre de 2015. Cuando empezó a tirar de la manta, llevaba siete meses en prisión provisional. En diciembre de ese año, Marjaliza obtuvo la libertad provisional por su colaboración en la investigación.
Las siguientes expresiones pertenecen al presunto cabecilla de la trama Púnica o aparecen en las preguntas del juez Velasco y las fiscales Anticorrupción Carmen García y María Teresa Gávez, un pequeño diccionario de la corrupción en la boca de uno de los protagonistas de la mayor trama destapada en los últimos tiempos y sus investigadores.
“Mover el lápiz”
Con esta expresión se refieren el juez y las fiscales a la recalificación de una porción de suelo determinada, dependiendo de quién vaya a estar metido en el negocio. A partir de que Francisco Granados llegó a la Alcaldía de Valdemoro, las personas que poseían suelo rústico tenían que venderlos a los promotores David Marjaliza o Ramiro Cid si querían que acabara siendo edificable y, por tanto, que creciera su valor. De eso dependía que el “lápiz” se moviera sobre el mapa de tal forma que englobara sus terrenos o se quedaran fuera.
Juez: Como han explicado algunos que saben de urbanismo, la edificabilidad se podía llevar para la derecha, la izquierda, para arriba o para abajo. ¿Era el señor Granados y las personas que trabajaban para él quienes decidían hacia donde se movía el lápiz?
Marjaliza: Sí
Juez: ¿La única manera de que el lápiz fuera para el lado de algunas personas con suelo rústico era que contrataran con Ramiro Cid o con David Marjaliza?
Marjaliza: Lo hacíamos nosotros. Si lo compramos entra por aquí, y si no, no.
“Época loca”
Con esta expresión, David Marjaliza se refiere a los años en los que millones de españoles que ahora pasan dificultades simplemente pertenecían a la clase media. Para el constructor, eran años de dinero a espuertas por el boom inmobiliario y la burbuja del ladrillo. No solo dinero legal, también negro. Y en abundancia. Solo en Valdemoro, el epicentro de la Púnica, se licitaron 20.000 viviendas.
“En esa época loca del país había muchísima gente que nos compraba con dinero negro; mucha, mucha, muchísima, de todo tipo, incluidos inspectores de Hacienda, por decir un ejemplo. Mucha gente nos daba dinero. El que menos nos daba 3.000, 6.000, 10.000… Cuando había locales nos pagaban 30.000, 40.000. Yo tenía mucho dinero en efectivo en esa época (…) el 70% de los pisos de segunda mano se pagaban en negro. Nadie quería pagar el IVA”, le explica Marjaliza al juez.
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“Suiza”, destino natural
La salida natural al dinero negro que acumularon Marjaliza y Granados terminó por suponer su “ruina”. Una investigación de la Fiscalía de Suiza y su comunicación a las autoridades españolas permitió arrancar las pesquisas de la trama Púnica. El empresario relata al juez Eloy Velasco cómo decidió cambiar las cajas de seguridad de los bancos por una cuenta en el país helvético. Todo el dinero negro que sus clientes pagaban para evitar el pago del IVA estaba desbordando a Marjaliza.
“Ese dinero era el que yo le digo a Paco (Granados) que si conocía a alguien para sacarlo fuera. En mi casa nunca tuve dinero porque me daba miedo; por mi familia y por mí mismo. Lo tenía en cajas de seguridad y cuando ya tengo una cantidad bastante importante, decido dar un paso y preguntarle a Paco, porque él había estado viajando mucho y haciendo operaciones en banca. Él me pone en contacto con un señor que se llama Michael Langdon, que vive aquí en Madrid. Y viene una gestora de cuentas, que se llama Fabian, que es suiza, y abrimos una cuenta. Él (Paco) me dice que tiene una cuenta abierta desde hace tiempo y yo abro otra”.
“Ser bastante rata”
Quince horas delante del juez sirven para que Marjaliza también se describa en lo personal, más allá de su faceta de delincuente confeso. En un momento del interrogatorio, el promotor hace gala de la misma cualidad de la que presumen algunos españoles, comprar más barato que el resto. Algo que adquiere especial relevancia en alguien dedicado a conseguir adjudicaciones a cambio de mordidas.
“Nosotros, a nivel personal, y yo como empresario, aprieto mucho más… Yo estoy seguro que cualquier cosa que compre usted, señoría, la consigo yo más barata…”, afirma Marjaliza. Y añade: “Dentro de mis atribuciones, yo soy bastante rata, eso sí es verdad, yo aprieto bastante el precio”.
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Exámenes anticorrupción para corruptos
Marjaliza explica con detalle cómo entró a trabajar para la multinacional energética Cofely a cambio de un sueldo de 1.200 euros fijos y porcentajes por los contratos que obtenía de los Ayuntamientos de Madrid. El empresario satisfizo a la empresa con numerosas adjudicaciones que obtenía a base de mordidas para alcaldes y concejales.
Es en ese momento del relato donde cuenta con sorna que tuvo que superar un “examen anticorrupción” para entrar en la empresa.
Marjaliza: “Me costó casi un año entrar en Cofely porque tuvieron que hacer un tema anticorrupción muy importante, contestar muchas preguntas, un test entero, llevarlo a París…
Juez: ¿A usted le hicieron un examen anticorrupción?
Empresario: Sí, lo que pasa es que suspendieron (risas de Marjaliza). Ahí está el contrato con Confely (para comprobarlo).
“Carros de Carrefour”, unidad de medida para papeles comprometedores
Uno de los hitos de la investigación es el chivatazo que recibe Granados de un guardia civil. Según cuenta Marjaliza, el soplo tuvo lugar “a las cuatro de la mañana” en un bar de Valdemoro, que se encontraba en fiestas. Granados telefoneó de inmediato a su socio, que estaba en Formentera con su mujer. La reacción de Marjaliza cuando regresó fue “quemarlo todo”.
“Me ayudó gente de mi oficina, los que pillé por ahí. Sacamos tres carros enteros de Carrefour y lo llevamos a quemar (…) Me entró el pánico y metí todo lo que pillaba. No dejé nada. Dejé lo poquito que han cogido ustedes”“, explica Marjaliza.