Con dos gestos, una dimisión y un fichaje por otro partido político, Silvia Clemente ha abierto sendas brechas. En el Partido Popular, su partido hasta que el pasado jueves decidió anunciar su baja y renuncia a todos los cargos, el discurso de despedida se vivió con incredulidad y temor. Arremetió contra todo y contra todos. En Ciudadanos, por su parte, un sector se opone al fichaje y lucha por que no sea la candidata a presidir Castilla y León.
El primer ataque directo de Clemente durante su discurso de despedida fue contra el presidente del PP de Castilla y León y candidato a presidir la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. “Creí que podía dirigir el Partido Popular de Castilla y León y tener un buen proyecto, pero me equivoqué. En el proceso de renovación en Castilla y León, me pidió ayuda y se la di. Ahora sé que lo único que pretendía era que yo no me presentará a ese proceso de renovación”, afirmó. Para ella, el proyecto del PP en Castilla y León carece de ambición de contenido y de iniciativas.
La rueda de prensa de Clemente del pasado viernes, convocada de urgencia, dejó atónitos a periodistas y compañeros de partido. Media hora antes, el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, había intentado convencer a Clemente para que no dimitiese. Lo último que esperaba era un ataque frontal contra el partido. Horas después, eldiario.es daba a conocer el encuentro entre la ya expresidenta y cargos de Ciudadanos en un bar del barrio de Delicias (Valladolid). Ocurrió el 25 de enero. Hablaron de primarias. Su fichaje era un hecho, aunque Ciudadanos trató de negarlo.
Mientras el PP ya estaba en pleno terremoto, en Ciudadanos empezaban a sentir temblores. La misma noche en que la imagen se difundió, los chats de militantes ardían. La mayoría consideraba tan irreal la posibilidad de fichar a una política del PP con dos décadas ocupando cargos en el Gobierno autonómico, que aseguraban que era una fake news y que había periodistas “desequilibrando al partido”.
En el seno de Ciudadanos de Castilla y León se empezaban a tejer estrategias para frenar el salto de Clemente a sus filas. El diputado por Valladolid, Francisco Igea, tomó una decisión rápida: presentarse a las primarias y pedir a la Ejecutiva del partido, de la que forma parte, que no la votasen para formar parte de la lista de independientes. Lo comunicó este sábado, a pocas horas de que se sometiese a votación la incorporación de la expresidenta.
Pero el 'dedazo' venía de arriba. Fue el secretario de Organización de Ciudadanos, José Manuel Villegas, quien propuso a Silvia Clemente y fue él mismo quien la presentó este lunes en la sede del partido en Valladolid después de que se aprobase su incorporación.
A Clemente la rodeaban todos los parlamentarios de Ciudadanos excepto uno, Manuel Mitadiel, que se ha alineado con Igea. Luis Fuentes, candidato en 2015 y hasta el pasado jueves candidato oficioso para las próximas elecciones, estaba entre quienes arroparon a Clemente. Este mismo lunes, cargos electos de Ciudadanos dimitían (el diputado provincial de Zamora David Carrión) y otros anunciaban que lo harían (la concejala salmantina Ana Suárez) si Clemente gana las primarias. Esa misma amenaza es la que lanzan los afiliados: Clemente o la militancia.
En la dirección nacional intentan minimizar el enfado interno que ha causado el fichaje de Clemente. Según ha defendido Inés Arrimadas, con ese fichaje se vuelve a apostar por “atraer talento” y ha defendido que la expresidenta de las cortes de Castilla y León tiene “una amplia experiencia de gestión al llevar más de 20 años” en diferentes cargos públicos en esa autonomía.
La portavoz nacional, en conversación informal después con los periodistas, ha restado importancia a su trayectoria política salpicada por distintas polémicas.
Según ha insistido, el hecho de que pueda concurrir a primarias dentro de Ciudadanos como independiente es “un ejemplo de democracia interna y transparencia”. Arrimadas, eso sí, ha descartado que pueda haber debates entre Clemente y el diputado Francisco Igea porque cree que con la presentación de sus proyectos públicamente es suficiente.
Los dos partidos quieren mantener prietas las filas. Un día después de que Clemente dimitiera, el presidente del PP, Pablo Casado, se encontraba con Fernández Mañueco en Navas del Marqués. La “sorpresa” había sido “desagradable”, pero era el momento de apoyar al candidato y de lanzar una advertencia velada: “Estoy convencido de que Silvia Clemente no quiere hacer daño al PP”, dijo.
A la dirección nacional del partido no le quedó más remedio que pronunciarse con mayor contundencia este lunes, dada la cobertura mediática del fichaje de Clemente por Ciudadanos. El vicesecretario de Organización, Javier Maroto, aludía a los “amplios reportajes publicados” que “ponen en duda la honestidad de esta persona”, en referencia a Silvia Clemente.
Implícitamente, Maroto se estaba refiriendo a la noticia revelada por eldiario.es sobre que Javier Meléndez, marido de Clemente, se gastó un millón de euros de origen desconocido en reformar una casa y que la ahora candidata de Ciudadanos dio contratos desde las Cortes y Agricultura a la empresa que realizó la obra en el chalé de la familia de su marido. Según Maroto, esa era la razón por la que había quedado fuera de las listas del PP.
La vicesecretaria general de Política Social y alcaldesa de Logroño, Cuca Gamarra, también se despachó a gusto en una entrevista en Servimedia en la que habló de “pseudotransfuguismo” en Ciudadanos y consideró “impresentable” la marcha de Clemente.
Más allá del cruce de acusaciones que acaba de empezar, el alcance del salto de Clemente de las filas del PP a las de Ciudadanos es mayor y dibuja un escenario incierto. Si el Partido Popular, al igual que en las pasadas elecciones, no lograse la mayoría absoluta en mayo, tendría que pactar. Desde 2015 gobierna gracias a la abstención de Ciudadanos, pero si Silvia Clemente ganase las primarias y se presentase un escenario similar, ¿pactaría con un partido que la excluyó de las listas y, según su versión, alentó campañas de difamación contra ella?
Desde el PP temen que, en el caso de alcanzar un pacto, Clemente exija la cabeza de Alfonso Fernández Mañueco, al que expulsaría de la Presidencia. En el caso de que ni siquiera pactase con su antiguo partido, la alternativa es clara: después de 31 años de gobierno interrumpido del PP, la Junta quedaría en manos de las izquierdas (PSOE, Podemos, IU) o de una alianza de los partidos de izquierdas con Ciudadanos. Desde el Partido Popular lo reconocen: “nos ha hecho un buen roto”.