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Rival electoral pero socio necesario: la imposible relación de PP y Ciudadanos

El Grupo Parlamentario Popular en el Congreso durante una intervención de Pablo Casado.

Iñigo Aduriz

Ciudadanos y PP han dejado en evidencia este martes la imposible relación que mantienen dada su condición de rivales políticos y, a la vez, de socios necesarios. Albert Rivera y Pablo Casado han protagonizado un nuevo cruce de acusaciones, en esta ocasión por los intentos de ambos de investigar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y las supuestas irregularidades de su tesis. Al mismo tiempo, desde el PP se han lanzado nuevos guiños al partido naranja en busca de futuros acuerdos electorales con la vista puesta en los comicios andaluces del 2 de diciembre.

El partido de Rivera necesitaba el apoyo de al menos otro grupo parlamentario para poder registrar en la Cámara Baja su petición para crear una comisión de investigación sobre el trabajo académico del presidente del Gobierno. Durante la Junta de Portavoces de este martes supo, sin embargo, que no tendría el apoyo de ninguno, tampoco el del PP, lo que provocó el enfado del líder de Ciudadanos, que denunció un presunto “pasteleo” de los conservadores con el PSOE y alertó de un hipotético “pacto implícito” entre socialistas y populares para impedir que se hable de “másteres y doctorados” en el Congreso.

Casado, visiblemente molesto con esas declaraciones, le recordaba a Rivera que es el PP el que está “liderando” la oposición y que por eso ha presentado una petición de comisión de investigación sobre la tesis de Sánchez en el Senado, donde puede prosperar dada la mayoría absoluta de los conservadores. Tras remarcar ese liderazgo, en el mismo acto –un desayuno informativo organizado por Europa Press– el líder de los conservadores tendía la mano a Ciudadanos para gobernar Andalucía tras las elecciones del 2 de diciembre. “Si sumamos con Ciudadanos –y vamos a quedar por encima de Ciudadanos–, intentaremos hacer un Gobierno alternativo a Susana Díaz”, aseguraba.

Tres meses después del congreso que le encumbró como líder del PP, Pablo Casado empieza a asumir que Ciudadanos, su principal rival político en la pugna por el electorado más conservador, es también el socio que le puede permitir recuperar gobiernos autonómicos o alcaldías en el ciclo electoral que se abrirá con los comicios andaluces. Tras constatar que las encuestas –como la última del CIS–, aventuran un empate técnico entre ambas fuerzas que les obligará a pactar si quieren desbancar a la izquierda del poder en distintas administraciones, ahora el presidente de los populares incluso llama “aliado” a Albert Rivera.

Casado se ha fijado como principal objetivo recuperar los cerca de dos millones de votantes perdidos por su partido en los últimos siete años de Gobierno de Mariano Rajoy. Gran parte de esos apoyos se marcharon a Ciudadanos, por lo que el líder del PP decidió batallar con el partido naranja para recuperar esos votos nada más ganar las primarias, en julio. Esta estrategia lo llevó a girar el discurso a la derecha y a centrar sus propuestas en Catalunya –donde los de Rivera son la primera fuerza y los populares apenas tienen cuatro diputados de 135 en el Parlament– y en la lucha contra la inmigración.

En el “modelo bipartidista imperfecto” que defiende el líder popular, “el PSOE y el PP garantizan la alternancia” en las administraciones, si bien “puede haber partidos como Ciudadanos o como Podemos que pueden garantizar la gobernabilidad y la estabilidad política”. Esa es la función que Casado quiere ahora asignar al partido de Rivera con la vista puesta en el próximo ciclo electoral: que Ciudadanos sirva de apoyo al PP para que éste recupere el poder territorial perdido en los últimos años.

Esta estrategia no pondrá fin a la batalla entre ambas fuerzas políticas, que previsiblemente tenderá a recrudecerse según se aproximen las sucesivas campañas electorales en las que por primera vez PP y Ciudadanos pugnan casi en igualdad de condiciones por el voto de centro derecha, según se deriva de las últimas encuestas publicadas. Casado de momento va ablandando el tono con Rivera: sabe que los ataques frontales no son el mejor modo de recuperar votantes que se fueron al partido naranja.

Génova incluye ya esa posible esa alianza con Ciudadanos en sus cálculos electorales, a pesar de que el partido de Rivera no se ha comprometido -al menos públicamente- a convertirse en socio preferente del Partido Popular después de las elecciones. El PP ha emplazado a Rivera a aclarar si podrá contar con su apoyo si tras la cita electoral en Andalucía la suma de ambas fuerzas políticas permite desbancar al PSOE de Susana Díaz de la Junta, pero Ciudadanos aún no le ha dado una respuesta clara y esperará a conocer los resultados de las elecciones para entrar en negociaciones, sin descartar volver a respaldar a los socialistas.

Las encuestas internas

Este martes, fuentes de la dirección nacional de los conservadores presumían de encuestas internas que apuntan que el PP podrá arrebatar a los socialistas el Gobierno de Andalucía, un feudo infranqueable durante las últimas décadas, con la ayuda de Ciudadanos. Explicaban, además, que según sus datos la candidatura que encabezará Juan Manuel Moreno se situará por encima de la formación naranja en número de votos, por lo que recaerá en los conservadores la responsabilidad de intentar conformar un Ejecutivo alternativo al de Susana Díaz.

Los cálculos de Génova difieren de todas las encuestas publicadas hasta el momento, que sostienen que la actual presidenta repetirá en el cargo después del 2 de diciembre. De momento los dirigentes populares obvian en sus cálculos de Andalucía la tesis que se ha convertido en mantra durante los últimos comicios: que debe gobernar la lista más votada.

Desde que asumió la presidencia el pasado julio, Casado ha convertido a Ciudadanos en su principal rival político después de que los de Rivera hayan casi borrado del mapa al PP en Catalunya, donde ahora los populares son última fuerza por detrás de la CUP, y ante la amenaza que supone el partido naranja para los conservadores en algunos de sus feudos históricos como la Comunidad de Madrid.

El presidente del PP mantuvo en los últimos meses una guerra cruzada con el partido naranja que incluyó duras descalificaciones en la pugna por electorado de derechas en temas especialmente sensibles a sus votantes como la crisis catalana y la inmigración. Ciudadanos llegó a acusar al PP de haber asumido el discurso del independentismo y el partido de Casado pidió a Rivera que explicase los incidentes y la presencia de ultras en algunos de sus actos políticos.

Además los dos partidos luchan por recuperar el voto de los descontentos con ambas fuerzas que se han pasado a Vox. Esa lucha quedó en evidencia a principios de semana, cuando ni Casado ni Rivera se atrevieron a criticar abiertamente al partido ultraderechista tras el éxito de la formación que preside Santiago Abascal, que reunió a más de 9.000 personas en un mitin en el Palacio de Vistalegre de Madrid.

Contra los Presupuestos

Mientras continúa la batalla, Casado lleva dos semanas tratando de relajar el discurso con su principal competidor. El líder del PP ha decidido apostar por la vía de la distensión y el entendimiento con la formación de Rivera.

“Ciudadanos para mí no es un adversario. Puede ser un aliado”, aseguraba el pasado mes el líder conservador en una entrevista en Onda Cero. “Nosotros queremos ganar las elecciones de forma suficiente, pero podríamos sumar con Ciudadanos como ahora tenemos cuatro autonomías en las que hemos pactado. Por eso yo no me meto con Ciudadanos. Podemos discrepar en algunas cuestiones pero para mí la oposición la tengo que hacer con el PSOE” explicaba el presidente popular.

El acuerdo de Presupuestos firmado la pasada semana por el Gobierno y Unidos Podemos ha servido para constatar esa cercanía entre PP y Ciudadanos, que salieron en tromba a criticarlo empleando argumentos muy similares. Casado cuenta con Rivera para tratar de rechazar esas cuentas durante la tramitación parlamentaria que se pondrá en marcha antes de final de año. Los resultados de las citas electorales que se avecinan y las negociaciones posteriores determinarán si será, además, su principal socio en los próximos años, o solo un contrincante electoral en un espacio en el que el PP ha estado solo desde su fundación. O ambas cosas.

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