Vientos propicios para el PSOE desde la prisión de Soto del Real
Como era inevitable en campaña, Pedro Sánchez ha endurecido su mensaje sobre los independentistas catalanes y su reivindicación de un referéndum de independencia. Si hay que pillar votos en Almería, Cuenca o León, ni se te ocurre hablar de “España plurinacional” y otros conceptos creativos. De la maligna figura del relator, ya ni hablamos. “El PSOE es la garantía de que no habrá referéndum, independencia, ni se va a quebrar la Constitución y el Estatuto”, dijo en Badalona.
Unos días antes, en una entrevista en eldiario.es, introdujo el factor personal contra los líderes de ERC y PDeCAT. Que se viera que estaba furioso con ellos: “Los líderes independentistas han demostrado no ser personas de fiar, y creo que lo más importante que tienen que hacer durante los próximos cuatro años es decir claramente a la sociedad catalana que creyó en ellos que les han engañado, que la independencia no es posible y que tienen que volver a la senda estatutaria y constitucional”.
Nadie diría que podría necesitar los votos de esos partidos en una futura sesión de investidura.
Para conocer el mensaje de los dos partidos que provocaron el fin del Gobierno de Sánchez y la convocatoria de elecciones, hay que ir a la cárcel, en concreto a Soto del Real. Ahí viven en prisión preventiva los candidatos que encabezan las listas de ambos grupos, Oriol Junqueras y Jordi Sànchez. Ninguno de ellos se caracteriza por la estridencia de las notas que interpreta Carles Puigdemont.
En dos ruedas de prensa retransmitidas por videoconferencia, Junqueras y Sànchez han planteado esta semana las reclamaciones ineludibles de sus partidos, lo que es habitual en campaña, y además se han mostrado abiertos a negociar con el PSOE. Sànchez, al frente de la lista de JxCat por Barcelona, ofrece una posición más pragmática que la de Puigdemont. Junqueras no ha obviado la responsabilidad de ERC en lo que ocurra el día después de las elecciones: “No facilitaremos ni por acción ni por omisión un Gobierno de extrema derecha en España”. El líder de ERC no está por la labor de apuntarse al cuanto peor, mejor.
En el debate de TVE del martes, Gabriel Rufián aplicó el estilo de intervenciones anteriores de Junqueras, incluida su declaración en el juicio del Tribunal Supremo. Nada de provocaciones ni sonrisas irónicas. Se presentó con un discurso de izquierdas similar al de Podemos. Como si de verdad quisiera pactarlo cuando regrese al Congreso, y no limitarse a montar un espectáculo de luz y sonido que haga que salga humo y azufre de las fosas nasales de los diputados del PP y Ciudadanos.
Así que Pedro Sánchez está diciendo: “Cuando digo no, es no”. Los indepes parecen hasta tranquilos: cuando toque negociar, negociaremos.
La democracia, según CAT
Al otro lado del universo, las reacciones obviamente iban a ser más airadas. Inés Arrimadas afirmó que Junqueras había confirmado con sus palabras que “el candidato de ERC es Sánchez”. A Cayetana Álvarez de Toledo le molestó incluso más que la Junta Electoral Central hubiera permitido las dos ruedas de prensa. “Una cosa es no ser una democracia militante y otra cosa es ser una democracia estúpida”, dijo. No sólo tenemos una democracia de medio pelo, según la candidata del PP en Barcelona, no lo bastante 'militante', sino que está en manos de estúpidos, como los miembros de la Junta Electoral que han permitido esos actos.
Entre los integrantes de la Junta están ocho magistrados del Tribunal Supremo y seis catedráticos. Estúpidos, según la nueva estrella emergente del Partido Popular.
Álvarez de Toledo aparece como CAT en algunos medios de derechas. Ya se sabe que las iniciales molan más que los apellidos largos y caben mucho mejor en los titulares. La palabra 'Cat' recuerda al personaje Catwoman de los cómics y el cine. De todas formas, los zarpazos de Toledo se parecen más a los de un velociraptor que ha tenido un mal día que a los de un gato.
Junqueras y Sànchez saldrán elegidos, por mucho que le duela a CAT, y podrán recoger sus actas de diputado, pero no es probable que pasen mucho tiempo en la Carrera de San Jerónimo. Lo que sí tendrán es credibilidad ante las bases de sus partidos para marcar un rumbo político diferente si eso es lo que quieren hacer. Cuando llevas un año y medio en la cárcel y la Fiscalía pide en el juicio una pena de 25 y 17 años de prisión para cada uno de ellos, no parece que te pueda llamar traidor alguien que está tuiteando desde el sofá de su casa.