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Las elecciones locales y regionales de Marruecos, un test para los islamistas

EFE

Rabat —

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Las elecciones locales y regionales que Marruecos celebra el próximo 4 de septiembre son consideradas como el primer “test” para los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), que desde 2012 encabeza el gobierno central del país.

El politólogo marroquí Manar Slimi señaló a Efe que, si bien el gobierno está formado por una coalición de cuatro partidos, el PJD se ha arrogado el protagonismo casi absoluto de las políticas públicas y ha asumido todas sus consecuencias, por lo que el voto se interpreta como un examen al partido islamista.

La nueva constitución marroquí votada en 2011 dio a los gobiernos municipales y regionales mayores competencias en un estado muy centralista, y va a permitir además que los electores elijan por sufragio directo no solo a los concejales, sino también, por primera vez, a los parlamentarios regionales.

Sin embargo, el ambiente pre electoral es escaso tras una semana de campaña, tal vez por la ignorancia de lo que está en juego de gran parte del electorado, que no ha tenido una campaña de pedagogía suficiente desde los partidos políticos, estima Slimi.

En 2011, en medio de un contexto altamente politizado (eran los meses de la primavera árabe), acudieron a votar 13,5 millones de marroquíes, lo que significó apenas un 45% del censo electoral; tomando a la población mayor de edad, solo un 28% de la población acudió a votar, ya que hubo 8 millones de mayores de edad que ni siquiera se inscribieron en las listas por ignorancia o desidia.

En esta ocasión, y tras una campaña mediática sobre la obligación cívica (que no legal) de votar, el número de inscritos ha subido levemente hasta los 14,3 millones.

Los partidos sí están implicando a sus principales líderes en mítines de campaña, y colocando a sus pesos pesados (varios de ellos ministros) como cabezas de lista regionales.

Los que cubren más circunscripciones con candidatos propios son el PJD, el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM) y el Istiqlal, pero los dos primeros son los que reconocen haber invertido más dinero en la campaña, unos 30 millones de dirhams cada uno (3 millones de euros).

En realidad, casi los medios están circunscribiendo la campaña a una pugna entre el PJD y el PAM, representantes de dos sistemas de valores contrapuestos: conservadores-religiosos frente a laicos-liberales.

En medio se sitúa el partido Istiqlal, en una campaña muy personalista de su secretario general Hamid Chabat contra el presidente del gobierno Abdelilah Benkirán, pero que en el fondo se disputan un mismo público tradicional.

Slimi no duda de que el PJD va a sufrir un “voto de castigo” tras su paso por el gobierno central, aunque los sondeos de opinión digan lo contrario: que Benkirán sigue siendo considerado como uno de los líderes mejor valorados en el país y que su partido goza de más credibilidad que los demás.

En todo caso, el PJD ya ha ganado una primera batalla, que es la de internet: la compañía Alexa (que mide las páginas más visitadas) sitúa el sitio web del partido en el número 181 de las más visitadas del país, muy por delante del PAM (puesto 970) y de todos los demás.

Se diría que el PJD y su pequeña “armada de internautas” es el único que cree en la utilidad del mundo virtual: el número de cuentas y visitas que el PJD tiene en Facebook, Twitter o Youtube es muy superior al de todos sus rivales reunidos.

Aunque pedir la abstención no esté legalmente prohibido, el gobierno ha sacado a la policía a la calle para impedir los llamamientos al boicot electoral emitidos por los marxista-leninistas de la Vía Democrática y los islamistas de Justicia y Caridad.

Vía Democrática ha denunciado el hostigamiento policial sufrido por varios de sus miembros, la confiscación de panfletos llamando al boicot y la detención durante horas de varios de sus militantes, acusados de infringir el Código de Prensa por la publicación irregular de esos panfletos.