España podría celebrar en 2016 hasta cuatro procesos electorales distintos. A los ya previstos en Galicia y Euskadi podrían sumarse, si no se producen grandes cambios en las negociaciones entre los partidos, unos nuevos comicios en Cataluña en marzo y otras elecciones generales que tendrían lugar en mayo.
Tanto Euskadi como Galicia celebrarán elecciones a final de año si todo se desarrolla como está previsto. Ambos territorios encaran esa cita con las urnas después de que las elecciones generales hayan removido su panorama político, en Galicia con un descalabro del partido que gobierna y en el País Vasco con Podemos superando en votos al PNV.
Pero antes de esas elecciones seguras están las probables. Cataluña se asoma a la convocatoria de elecciones de manera automática ante la falta de avances para la investidura de Artur Mas, bloqueada por la fractura interna de la CUP. A nivel nacional podría ocurrir lo mismo. Los cuatro principales partidos no han avanzado en la formación de un gobierno estable. Si no lo consiguen, en primavera se repetirán los comicios.
Las elecciones seguras
Serán las de Euskadi y Galicia, ambas a finales de año. Las gallegas serán en octubre si el actual presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, no decide adelantarlas, como reclama la oposición.
Aunque ninguna fuerza ha designado aún candidatos para las elecciones, la precampaña gallega se da por empezada después de los resultados del 20D. Los partidos de izquierda plantearon las elecciones generales como un primer test de cara a las autonómicas y han extraído de ellas una conclusión clara: el cambio político se va a trasladar a Galicia.
El PPdeG, que gobierna en Galicia con mayoría absoluta, perdió en el 20D 260.000 votos y cinco diputados. El PSdeG también sufrió una importante pérdida de votos -más de 100.000- pero logró mantener los seis diputados. La candidatura de confluencia En Marea fue la gran triunfadora. Superó al PSOE en votos y le igualó en escaños. Ciudadanos consiguió un escaño en esta comunidad mientras que el BNG se dejaba los dos parlamentarios que tenía.
Con ese escenario y a diez meses de la fecha marcada por el calendario para celebrar elecciones, a los partidos gallegos aún les queda un largo recorrido. Los populares tienen que celebrar su congreso y los socialistas sus primarias, con la imputación de su secretario general de fondo.
Por su parte, el BNG celebrará una asamblea nacional en la que examinarán su mal resultado en las generales y las mareas tendrán que definir si concurren a los comicios autonómicos en una gran candidatura de confluencia que tan buenos resultados les ha dado a nivel nacional.
Euskadi es el otro territorio que celebrará elecciones a final de año después de que su panorama político se haya visto sacudido por los resultados de las elecciones generales. El 20D ha dejado a Podemos como el partido más votado en este territorio, aunque por detrás del PNV en escaños. El PSE, PP y, en mayor medida, Bildu, son los grandes perdedores de esos comicios.
El PNV, con el lehendakari Iñigo Urkullu al frente, se enfrenta a los comicios de 2016 habiendo ganado un escaño más el 20D respecto a hace cuatro años -pasa de cinco a seis- pero dejándose más de 20.000 votos.
Esa caída en votos le ha relegado a la segunda posición en favor de Podemos, que ha irrumpido llevándose más de 300.000 votos pero un escaño menos que el PNV. Su apoyo viene en buena medida de los votos que ha perdido EH Bildu.
La coalición ha pasado de los seis escaños de 2011 a dos. De la primera a la cuarta posición dejándose 100.000 votos en el camino mientras sigue apostando por la independencia cuando la sociedad vasca se aleja cada vez más de ese sentimiento.
Junto con EH Bildu, el PSE es la otra formación perjudicada por la irrupción de Podemos. Aunque sólo han perdido un diputado caen del 21,5% al 13,2% de los votos en cuatro años. Los socialistas encaran los comicios de 2016 sin el apoyo de sus feudos históricos.
Por último, el PP aborda los comicios autonómicos tras vivir un auténtico terremoto interno con la dimisión de su presidenta, Arantza Quiroga, y tras seguir perdiendo apoyos en ese territorio: el 20D les deja con 70.000 votos menos y con solo dos diputados.
Las elecciones probables
Las elecciones que tienen más probabilidad de celebrarse en 2016 sin haber sido previstas son las catalanas. Junst Pel Sí lleva desde el mismo 27 de septiembre, cuando se celebraron los comicios, tratando de conseguir que Artur Mas sea investido presidente con los votos a favor de la CUP. Si no lo consigue, el 10 de enero se convocarán automáticamente elecciones para marzo.
Hasta ese día hay una fecha clave para determinar si Mas acaba presidiendo el Gobierno catalán o se celebran nuevos comicios. El próximo día dos, la CUP tomará la decisión final sobre la investidura tras el empate a 1.515 votos en su asamblea.
Unos días después, entre el 5 y el 7 se celebrará el debate de investidura, al límite legal de la convocatoria automática de unas elecciones que son reclamadas por tres grupos de la cámara: Catalunya Sí que es Pot, PSC y PP.
La candidatura integrada por Podemos tiene especial interés en que se repitan las elecciones después del éxito cosechado el 20D. En Comú Podem se alzó como el partido más votado mientras Democracia i Llibertad, la marca de Convergencia para las elecciones, caía al cuarto puesto perdiendo a mitad de sus diputados.
La situación política a nivel nacional no es muy distinta y podría desembocar en unas nuevas elecciones dos meses después de las catalanas. En este caso hay más margen temporal porque el proceso no se ha puesto aún en marcha.
El cronómetro empezará a correr el día que se celebre la primera votación de investidura, previsiblemente a finales de enero. A partir de ahí, se abre un plazo de dos meses para designar presidente del Gobierno. Si no hay acuerdo, se fijará una nueva fecha en mayo para volver a votar.
Aunque los cuatro partidos principales insisten en la necesidad de evitar esa circunstancia, lo cierto es que por ahora no se dibuja ningún principio de acuerdo que lo pueda evitar. El PP ha reclamado el apoyo de PSOE y Ciudadanos para formar un Ejecutivo de “amplio apoyo parlamentario” que lleve a cabo “las reformas que necesita España”.
Los populares cuenta ya con el apoyo de la formación naranja, pero no de los socialistas. Pedro Sánchez rechazó esa posibilidad desde el principio y declaró su intención de buscar un “gobierno de cambio”.
Sin embargo, las condiciones para pactar con Podemos que ha decidido el Comité Federal del PSOE y las líneas rojas de la formación de Pablo Iglesias para negociar con los socialistas chocan en el mismo punto: el referéndum en Cataluña.
Con ese escenario, nadie sería capaz de lograr el apoyo del Congreso para la investidura y el rey se vería obligado a pedir al presidente de la cámara baja la convocatoria de nuevas elecciones para primavera.