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El encargo fallido de Felipe VI a Feijóo: historia de una investidura imposible

Felipe VI y Alberto Núñez Feijóo, durante la ronda de contactos en la Zarzuela

Elena Herrera / José Enrique Monrosi

2 de septiembre de 2023 22:26 h

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Nunca antes había tenido que elegir. Hasta ahora, y aunque los resultados de anteriores elecciones hubiesen arrojado escenarios de difícil gobernabilidad o incluso de bloqueo, el rey se había limitado a proponer a la investidura al candidato que se lo pedía. Pero esta vez se lo pidieron dos y, por eso, esta vez fue la primera en que su decisión tuvo que incluir una dosis de discrecionalidad que, vista la nula viabilidad de su encargo al candidato del PP, no todo el mundo comparte entre los principales grupos parlamentarios. Sotto voce, hay quien cuestiona la decisión de Felipe VI en los pasillos del Congreso. Tampoco es algo habitual en la Cámara Baja.

Durante la ronda de contactos, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo le trasladaron personalmente al monarca la intención de someterse a una sesión de investidura. Sánchez, en base a la posibilidad de conseguir los apoyos suficientes; Feijóo, con el argumento de haber sido el más votado el 23J. Pero la realidad es que ninguno de los dos, en el momento en que acudieron al Palacio de la Zarzuela, pudieron certificar al rey que contaran con el respaldo necesario. 

Hubo dirigentes esos días en algunos de los principales partidos políticos que a esa enrevesada situación solo le veían una salida posible que no comprometiera la neutralidad de la figura del jefe del Estado: que una vez constatado que ninguno de los dos candidatos con intención de intentarlo podía garantizar los apoyos, Felipe VI aplazase su decisión y diese tiempo a unas negociaciones que, quizá, arrojasen ya algo de luz ante una segunda ronda de contactos. 

Hay quien lo llegó a creer incluso en el entorno más cercano al presidente del Gobierno, desde donde siempre se han afanado, en público y en privado, en anteponer el respeto absoluto a la decisión de Felipe VI, que han compaginado con sus críticas al “paripé” de la investidura de Feijóo. 

Quienes así pensaban sustentaban su razonamiento en la primera votación de la legislatura en el Congreso. Tan solo cinco días antes de que Sánchez y Feijóo visitaran al rey, el resultado de la elección a la presidencia de la Mesa fue contundente: el PSOE obtuvo 178 apoyos, dos por encima de la mayoría absoluta, mientras el PP cosechó una durísima derrota, tras no conseguir siquiera el respaldo de Vox, su aliado estratégico, y contar tan solo con 139 votos tras sumar a los propios únicamente el escaño de Coalición Canaria y el de UPN. 

La fractura del bloque de la derecha fue un mazazo personal para las aspiraciones de Feijóo. Tras insistir desde el 23J en su derecho a intentar la investidura e incluso a gobernar por haber quedado primero en las elecciones, su legitimidad para plantarse ante el rey y pedirle ser candidato con el fiasco bajo el brazo de la votación en el Congreso y sin poder asegurar siquiera el respaldo de sus socios de Vox, quedaba más que en entredicho. 

Ese era justo el escenario en que varios primeras espadas de la política española concluyeron que Felipe VI no podía encargar al líder del PP la investidura. Entretanto, Feijóo y sus portavoces trataban de restar importancia al marcador de la votación de la Mesa y presionaban con declaraciones en que daban por seguro el encargo de Zarzuela.

Pero entonces, y en tiempo récord, algo cambió. Sin que ocurriese nada, a ojos de la ciudadanía y de los medios de comunicación, el secretario general de Vox, Ignacio Garriga, se apresuró a aclarar en una entrevista en Telecinco que su partido le mantenía “la mano tendida” al PP para una investidura. Apenas habían pasado 24 horas de la votación en el Congreso durante la constitución de las Cortes y Feijóo, casi por arte de magia, volvía a poder presumir de 172 apoyos en vísperas de su cita en Zarzuela. 

La mañana del 22 de agosto Santiago Abascal y el líder del PP mantuvieron una conversación por teléfono tras la cual el líder de la extrema derecha le confirmó a Felipe VI que a pesar de que sus socios en tantas instituciones habían humillado políticamente a Vox impidiendo tener representantes en la Mesa del Congreso, la formación de extrema derecha apoyaría al candidato del PP. El propio Abascal lo contó así en una declaración posterior ante la prensa en la que, rompiendo su costumbre, no admitió preguntas. Lo justificó así: “Para ser absolutamente preciso en lo que quería decir”.

El giro de Vox y una “costumbre” de poco arraigo

La Constitución otorga un papel relevante a la jefatura del Estado en el procedimiento de la investidura del presidente del Gobierno pero deja algunos vacíos. Su rol está definido de forma somera en el artículo 99, que se limita a afirmar que el rey “propondrá un candidato a la presidencia del Gobierno (...) previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria”. Nada más. Ni concreta qué debe hacer cuando ningún candidato se postula, como ocurrió en 2016, cuando Mariano Rajoy rechazó ir a una votación que sabía que iba a perder; ni cuando ninguno de los que sí se han postulado tiene garantizados los apoyos suficientes, como sucede por el momento en la actualidad.

El monarca decidió en esta ocasión activar el contador para una posible repetición electoral proponiendo a Feijóo para una investidura abocada al fracaso, tal y como advertía su dificultad para lograr apoyos más allá de la extrema derecha de Vox y apuntaló la mayoría progresista alcanzada para las citadas votaciones en la constitución de la Mesa y la presidencia del Congreso. Para avalar su propuesta, Felipe VI se amparó en una novedosa argumentación: la “costumbre”. 

En su comunicado, señaló que, salvo en la legislatura corta de 2016, el jefe del Estado siempre ha postulado en primer lugar al candidato más votado. Además, justificó su decisión en que, “a día de hoy”, no se había constatado “la existencia de una mayoría suficiente para la investidura” que, en su caso, hiciera decaer esa “costumbre”. Esa argumentación evoca a las tesis del PP, cuyo líder lleva semanas insistiendo en que debe alcanzar la presidencia del Gobierno el candidato de la lista más votada “como ha sido costumbre durante los últimos 45 años”. 

Son apelaciones a una supuesta “costumbre” que, según Miguel Ángel Presno, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, “carecen de cualquier fundamento constitucional”. Este jurista afirma que, de acuerdo al artículo 99 de la Constitución, el rey no está sometido a una regla consuetudinaria que le obligue a proponer como candidato al cabeza de lista del partido que haya logrado más escaños, sino que “debe proponer al que esté en condiciones de obtener la confianza del Congreso, al margen de si encabeza la lista más votada, porque la clave está en que puede conseguir, con el apoyo de otros grupos, los votos necesarios en el Congreso”. 

La realidad es que ni Feijóo ni Sánchez pudieron certificar al monarca que contaban con los votos necesarios para ser investidos cuando acudieron al Palacio de la Zarzuela. Ante este escenario, Presno Linera considera que Felipe VI no estaba obligado a proponer al candidato del partido con más escaños, sino que podría haber dejado transcurrir un tiempo y celebrar una nueva ronda de consultas “para verificar si ese u otro candidato están en condiciones de ser investidos”. Fue lo que hizo, por ejemplo, en el citado antecedente de 2016. 

Este catedrático llama la atención sobre el hecho de que el comunicado del rey diera entender que esa “costumbre” existe porque en casi todos los precedentes se propuso como candidato al que lo era del partido más votado “pero se omite que en cuatro de esas ocasiones había una mayoría absoluta de una concreta opción política —PSOE o PP— y en varias más se sabía que el candidato propuesto contaba con mayoría suficiente por el apoyo de varios grupos parlamentarios”. “En esos casos, el rey estaba obligado a proponer a ese candidato, no por costumbre sino por mandato del artículo 99. Esa situación no se da en la actualidad y ya puestos a invocar costumbres hay que saber que las mismas exigen que nos encontremos ante situaciones similares”, añade. 

Ana Carmona, catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, otorga menor relevancia a la apelación a la “costumbre” que hizo el monarca en su comunicado, que considera “institucionalmente correcto”. A su juicio, lo realmente determinante era lo que venía después: la constatación de que, al menos en ese momento, ninguno de los aspirantes contaba con los apoyos necesarios. Y que, solo ante ese escenario, se opta por “seguir la dinámica” de designar al cabeza de lista de la fuerza con más escaños. 

De hecho, esta jurista considera que a la decisión del rey también contribuyó el hecho de que Sánchez no se mostrara contrario a que su oponente recibiera el encargo en primer lugar, por mucho que subrayara ante el monarca —y también ante los periodistas— que no veía sentido a que Feijóo se sometiera a una investidura fallida. Carmona insiste, en todo caso, en que el rey tiene en este trámite “un margen de actuación extremadamente limitado, en el que verifica y corrobora el estado de la cuestión en el Congreso y quién tiene posibilidades para la investidura”. 

Varios portavoces parlamentarios coinciden, sin embargo, en que sin el giro de Vox para apoyar al PP a pesar de la ruptura durante la votación de la Mesa, el rey no hubiese podido tomar una decisión que, en realidad, alumbraba un encargo imposible, como el propio líder del PP procedería inmediatamente a admitir. “Es mejor perder una investidura y no que pierda España”, dijo en una asunción expresa de la derrota cinco días después del comunicado de Zarzuela que lo proponía candidato. 

Desde entonces, en Génova se las apañan para intentar rellenar con reuniones y actos diversos la agenda del largo mes que queda hasta la sesión de investidura del 26 de septiembre. Citas, llamadas de teléfono y hasta mensajes de WhatsApp para tratar de simular unas negociaciones que ni siquiera existen como tales por el portazo de formaciones como el PNV. Pese a la constatación de que es imposible conseguir los apoyos, los populares se citaron este miércoles con Pedro Sánchez en el Congreso. El candidato socialista y presidente en funciones acudió y el resultado fue el esperado. “He constatado el rechazo del PSOE”, dijo Feijóo tras su cita de una hora con el líder de los socialistas y presidente en funciones y tras justificar su escenificación, por baldía que parezca, en “el encargo del rey”. 

Lo siguiente será una ronda con presidentes autonómicos sin ningún papel en la investidura a la que los socialistas ya dijeron que no acudirán. Hasta el lehendakari, Íñigo Urkullu, con quien Feijóo mantiene una buena relación personal, lo ha plantado y ha redirigido la cita a una conversación telefónica “cordial” en la que ha vuelto a decir al PP que no cuente con el PNV. Y aún faltan 23 días para que el Congreso celebre el Pleno de una investidura abocada al fracaso desde el mismo momento en que la encargó Felipe VI.

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