Guillermo Zapata: “No me interesa mi cargo, solo pedir perdón y que nadie crea que defiendo la violencia”

“Abrir Twitter y de pronto estar en un capítulo de Black Mirror”. La frase es de una escritora madrileña amiga de Guillermo Zapata. La herramienta tecnológica que ha llevado al epicentro de la política a un grupo de activistas del 15M, la que controlaban como si hubieran inventado, con la que rompieron las resistencias mediáticas, ha pasado a ser su peor pesadilla en lo que tarda una captura de pantalla en ser trending topic. Una distopía que rompía con la alegría investida apenas 7 horas antes con la toma de posesión del nuevo gobierno de Ahora Madrid.

Alguien ha encontrado entre los 50.000 tuits de Guillermo Zapata desde 2008 y los 20.000 de Pablo Soto desde 2009 material para hacer con ellos lo que tantas veces se ha hecho en Twitter con los políticos. Su contenido, con referencias a chistes antisemitas o a víctimas de ETA, ha provocado un escándalo político y mediático, una cascada de peticiones de dimisión entre las que están las del PP, PSOE y Ciudadanos. La intensidad de esta tromba hace que Carmena esté sopesando la destitución de Zapata. Esta vez, una cuenta en Twitter, más peligrosa que una cuenta en Suiza, puede ser suficiente para que lleguen dimisiones.

Guillermo Zapata no es un desconocido en Ahora Madrid. Es uno de los fundadores de Ganemos, la iniciativa municipalista que ha hecho de polo de confluencia para una candidatura que ha arrebatado la alcaldía a Esperanza Aguirre. Tiene excelentes relaciones con Barcelona en Comú y otros proyectos similares. Es miembro del colectivo Patio Maravillas. Ha sido articulista en varios medios, entre ellos eldiario.es. Ha dado charlas y clases universitarias sobre política y sobre ficción (fue guionista de series como Hospital Central y director de cortos).

Durante los últimos meses, Zapata ha sido miembro del comité de campaña que encumbró a la candidata de Ahora Madrid. Paradójicamente, Carmena se plantea destituir por unos tuits de 2011 a una de las personas que le escriben sus tuits y discursos en 2015.

Guillermo Zapata responde al otro lado del teléfono a medianoche, después de que la alcaldesa haya dicho en televisión que “tiene que hablar con él” y que no descarta destituirle en unas horas.

P. ¿Mañana seguirá siendo concejal del Ayuntamiento de Madrid?

R. Hay un discusión pendiente sobre el asunto y la tendremos hoy.

P. ¿Sobre qué es esa discusión?

R. Sobre tres cosas. Primero, sobre el daño que yo pueda haber causado a otras personas por tuits escritos por mí. Por otro lado, sobre la relación entre algo que uno escribe en un determinado momento y si eso condiciona la representación de una función pública años después. Y en tercer lugar, sobre separar mis ideas y mis prácticas de un chiste concreto en un momento muy concreto.

P. Ha dicho que los tuits sobre el Holocausto estaban dentro de un debate sobre la libertad de expresión. ¿Qué puede aportar a ese debate reproducir un chiste diciendo que los judíos caben todos en un cenicero?

R. En el contexto de la conversación [la polémica y el despido como colaborador de El País del cineasta Nacho Vigalondo por hacer precisamente unos chistes sobre el Holocausto en Twitter], lo que se ponía encima de la mesa en aquel momento es que hay comentarios aceptados fuera de las redes sociales y que tenían un encaje muy difícil dentro de las redes sociales, a pesar de ser espacios personales de expresión. Se trataba de poner en cuestión ese cruce entre lo privado y lo público. Mi error fue no contextualizar en cada tuit, uno a uno, que ese era el sentido de cada uno de ellos. Es decir, permitir que fueran descontextualizados y permitir que otras personas pudieran sentirse ofendidas o sufrir por ello en el futuro.

P. Pero se le piden responsabilidades no solo por esos tuits de 2011 sino también por comentarios jocosos sobre Irene Villa o Marta del Castillo

R. El tuit de Irene Villa es en el mismo contexto, dentro del mismo debate y en el mismo momento. Sobre Marta del Castillo, no había intención de hacer daño. Es como si estoy teniendo una conversación en la calle sobre un tercero, hago un chiste y ese tercero pasa por allí lo escucha y le duele. Pues yo le tengo que pedir perdón y aclararle que no pretendía hacerle daño sino ilustrar otra cosa. Porque los chistes siempre ilustran otras cosas más allá de lo que digan literalmente. Y un chiste no tiene por qué ser una opinión.

P. ¿Pediría la dimisión de un concejal de otro partido por hacer un chiste machista?

R. Tendría que repasar yo mismo todos mis tuits, pero creo que no he pedido nunca la dimisión de nadie por hacer un chiste. Lo que sí he hecho es decirle que era un machista. En este caso, yo aclaro que no soy antisemita ni estoy a favor de la violencia. Si aún así alguien me dice que yo soy antisemita por haber tuiteado algo concreto, lo que hago es pedir perdón y le seguiré intentando explicar que no soy antisemita en absoluto y que la reproducción del chiste tenía otro contexto.

P. Rescatar tuits del pasado personal de los políticos es una práctica habitual en el activismo online. ¿Por qué vale con el PP pero no con usted?

R. Es que sí que vale. Yo entiendo que la gente investigue mis tuits del pasado. Debemos estar sometidos a ese tipo de escrutinio. Por eso también tenemos que tener la oportunidad de explicarnos y que se nos quiera entender.

P. ¿La petición de dimisión que hace toda la oposición le parece entonces desproporcionada?

R. A mí lo que me interesa ahora mismo no es mi cargo sino es que todo el mundo entienda que lo siento mucho, que por favor me puedan perdonar. Que nadie crea que tengo algo contra los judíos o que apoyo la violencia. Solo eso. Las consecuencias políticas ahora mismo me preocupan menos que las consecuencias personales.

P. Otro concejal, Pablo Soto, también está en el foco de atención por tuits que hablan de guillotinas y violencia contra políticos en 2013

R. Creo que las expresiones de Pablo son fruto de un estado de mucha crispación producida por las políticas de los últimos años y se diferencian de las mías de algo crucial: él mira hacia arriba, al poder, y se permite un desahogo en una situación terrible. En los tuits míos que circulan, yo estoy en realidad participando de una broma que tiene relación con personas que han sufrido. Lo mío es peor. Y pido perdón.

P. ¿Es Ahora Madrid un partido más vulnerable a estos escándalos por estar formado por gente que no pensaban en ser representantes políticos hasta hace 6 meses?

R. Las formas y el lenguaje de la política tradicional no es el lenguaje y la forma que hemos utilizado los que no hemos estado en eso. En ese sentido, puede ser que sea más fácil sacar de contexto expresiones, exabruptos, etcétera. Y hay un intento por desprestigiar las candidaturas de cambio, está claro. Pero eso no hace que yo me sienta menos responsable sino, precisamente sabiendo que ese es el escenario, me hace sentir más responsble.

P. ¿Tiene el apoyo del resto de concejales de Ahora Madrid?

R. He recibido el apoyo de todos, independientemente de lo que piensen sobre los tuits. A algunos el contenido les ha parecido terrible y a otros menos, pero tengo su apoyo personal.

P. ¿Y político?

R. No hemos hablado de eso.