El 26M pone a prueba la hegemonía de la izquierda y el liderazgo de Casado en la derecha

Las del 28A fueron unas elecciones sin tiempo para la celebración o el duelo. Al día siguiente del incontestable triunfo de Pedro Sánchez en las generales arrancó otra campaña, continuación del clima electoral que vive en España desde hace un año, el tiempo que ha pasado desde que la Audiencia Nacional dictó la condena de Gürtel, certificando que el partido entonces en el Gobierno se había financiado con dinero negro a través de la red corrupta de Correa y cía.

Apenas un mes más tarde, este domingo no solo se elige el Gobierno de doce comunidades autónomas, de 8.131 ayuntamientos y de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, además de los eurodiputados. También se van a despejar otros interrogantes, el poder de los partidos, su fuerza y lo que representan, en los dos bloque ideológicos. Los socialistas han tratado durante las últimas cuatro semanas de mantener la tensión de los suyos: solo con sus bases movilizadas podrán teñir de rojo el mapa municipal y autonómico.

Su secretario general y presidente en funciones, Pedro Sánchez, ha escenificado que es a él a quien le corresponde formar gobierno con una ronda de contactos con los otros grandes partidos, pero no ha dado ni una pista sobre la fórmula por la que optará para lograr la investidura. La Mesa del Congreso la ha pactado con Podemos pero en su primera votación relevante, la de la suspensión de los diputados independentistas presos, el partido de Pablo Iglesias ha votado en contra. El líder de Unidas Podemos, que perdió 1,5 millones de votos y 29 diputados en las generales, lo fía todo a entrar en un gobierno de coalición y se muestra optimista. En una entrevista en eldiario.es este miércoles, aseguró que la otra opción, que no contempla, sería la repetición electoral.

José Luis Ábalos, uno de los pesos pesados de la Ejecutiva socialista y ministro de Fomento en funciones, pidió tiempo esta semana y dio a entender que los resultados de este domingo ayudarán a cuadrar el puzle, haciendo ver que serán necesarios nuevos pactos en la izquierda, pero también que la fuerza de Podemos puede mermar en estos comicios.

Los socialistas aspiran a seguir mandando en autonomías como Baleares, Asturias, Extremadura, Castilla La Mancha, Aragón y el cogobierno de Cantabria junto al omnipresente Miguel Ángel Revilla. Y se han fijado el objetivo de ganar Canarias y Madrid, donde hace cuatro años la izquierda se quedó a las puertas, precisamente porque IU con su candidato Luis García Montero no sacó representación.

Precisamente Madrid encarna la más dura de las batallas. Las últimas encuestas publicadas -la ley prohíbe difundirlas desde el lunes- apuntan a un empate entre bloques, con el PSOE de Ángel Gabilondo como primera fuerza, con el apoyo del partido de Iñigo Errejón y Podemos, siempre que su candidata, Isabel Serra, supere el listón del 5%, necesario para tener representación en la Asamblea. Enfrente, la suma de las tres derechas podría retener el Gobierno, con la controvertida candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, como fuerza más votada.

Una situación similar a la que se da en la alcaldía de Madrid, donde todos los sondeos apuntan a una victoria clara de Manuela Carmena, pero dejan en el aire que pueda gobernar. En el bloque de la derecha PP y Ciudadanos pugnan por la primera posición y las cuentas podrían dar con la extrema derecha de Vox, que presenta a su número dos, el abogado de pasado falangista, Javier Ortega Smith.

Y está por ver el resultado de Madrid en Pie, la candidatura de IU y Bancada, que encabeza el exconcejal de Carmena, Carlos Sánchez Mato, que no logra representación en ninguno de los sondeos publicados, aunque esta última semana ha salido bien parado del debate de Telemadrid. En los últimos días, Pablo Iglesias ha querido hacer campaña por el exedil de Ahora Madrid e incluso en la última jornada de campaña ha reservado alguna puya para el partido de Errejón y Carmena: “¿Por qué algunos nos montan las cloacas y a otros les hacen la campaña?”.

La pugna por el Ayuntamiento de la capital y por la Comunidad se vive dentro de la batalla de las derechas como la segunda vuelta del 28A. Albert Rivera aspira a presentar una victoria de Begoña Villacís en el consistorio como la prueba de que las tornas han cambiado y ahora es Ciudadanos el que se ha quedado un feudo histórico para el PP. Ninguno de los partidos de la derecha ha dejado dudas de que pactarán con Vox para retener el gobierno. El partido de Abascal, que se ha desinflado en esta segunda campaña, con pinchazos significativos en varios de sus mítines, puede convertirse en llave y tocar poder en la capital. En la guerra por liderar la derecha y la oposición a Sánchez, la batalla de Madrid, en el Ayuntamiento y Comunidad, promete ser un episodio determinante, como lo demuestra el fichaje in extremis del penúltimo presidente del Gobierno regional, Ángel Garrido, por Ciudadanos.

Igual que lo será en el mundo de Podemos y sus confluencias. Íñigo Errejón se medirá por primera vez al partido que contribuyó a fundar. Las expectativas para Más Madrid están muy por encima de las de la candidatura que encabeza Isabel Serra, pero un segundo puesto por detrás de Gabilondo que no sirva para desbancar al PP de la Comunidad que ha gobernado desde 2003 no sería consuelo.

Pero si Carmena revalida el Ayuntamiento de Madrid e Íñigo Errejón entra en el Gobierno de la Comunidad, está por ver el futuro de la marca Más Madrid y su relación con las fuerzas a la izquierda del PSOE.

En el recuento del domingo se medirán también los efectos de otras ciudades del cambio. En Barcelona, el resultado se presume muy ajustado, con Ada Colau y ERC prácticamente empatados en la izquierda, y Manuel Valls, el fichaje de Rivera –que empezó a distanciarse por las relaciones con Vox– sin acabar de despegar. El PP ahí ya juega a ser una fuerza testimonial. Otros alcaldes de la izquierda que dieron la sorpresa en 2015, como los de Zaragoza, Cádiz, A Coruña, Santiago o Ferrol tampoco tienen asegurada la reelección.

Todo parece atado en Vigo, donde el presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, el socialista Abel Caballero, que se hizo popular por su exaltación de las rotondas y el alumbrado de navidad, lo tiene hecho para gobernar en solitario la primera ciudad de Galicia.

El futuro de Pablo Casado, en juego

Más que para ningún otro líder, las municipales y autonómicas pueden marcar el futuro de Pablo Casado al frente del PP. Tras cosechar en las generales el peor resultado de la historia del partido, el nuevo líder trata de garantizarse cuatro años para volver a medirse a Sánchez. Pero algunos de los barones ya han cuestionado su política de nombramientos y también el giro a la derecha del partido. Todos se han dado una tregua hasta el 26-M, pero otra debacle podría dejar al presidente popular muy tocado, sobre todo si salen mal sus apuestas más personales, como el fichaje de Isabel Díaz Ayuso para la Comunidad de Madrid, que ha protagonizado una disparatada campaña.

Los populares ni siquiera tienen asegurado el gobierno en feudos de siempre, como Murcia, donde podrían necesitar a Vox, o La Rioja, que según el CIS podría caer en manos del PSOE. Y está la incógnita de Castilla y León, donde se da por segura una fuerta caída, pero que podría entrar en el cambio de cromos con Ciudadanos, que ha acabado presentando a Francisco Igea, después de que se destapase el pucherazo en las primarias para colocar a Silvia Clemente, el polémico fichaje procedente del PP, que de momento no tiene destino conocido.

El 26M constituye también otra reválida para la estrategia de Rivera, que tras distintos bandazos ha situado definitivamente a su partido en una derecha cuya hegemonía pretende disputar al PP con unos modos más radicales –en los debates y en los mítines–. La campaña y algunos de los fichajes han recibido cierta contestación interna que quedó aplacada el 28 de abril, cuando su partido se quedó a 200.000 votos del de Casado. El recuento del domingo dirá si la tendencia se mantiene y cómo será la relación de ambos partidos cuando deban entenderse al acabar la campaña.

El escenario, en principio, se antoja complicado para Unidas Podemos. La demoscopia augura un retroceso en los parlamentos regionales y una nueva pérdida de poder institucional. En la interna, eso implicaría empequeñecer más el partido, pero también despejar el camino de rivales para Pablo Iglesias, de cara a un posible congreso de Vistalegre 3. Por el camino de las urnas pueden quedarse algunos de los barones que han levantado la voz contra la dirección en los últimos meses.

Dos años y medio después de ser destituido por el comité federal de su partido, Pedro Sánchez es ahora el líder indiscutible del PSOE, sobre todo si consigue revalidar el Gobierno, algo que todos dan por hecho. Las elecciones servirán para medir alguna de sus apuestas, como la del exseleccionador de baloncesto Pepu Hernández que no acabó de ser un revulsivo para los socialistas en la capital de España.

En Vox, nada nuevo bajo el sol. La ola que los convirtió en llave de gobierno en Andalucía con 12 diputados y que les otorgó 24 escaños en el Congreso ha perdido fuerza, a tenor de los últimos mítines y actos públicos. Pero está la paradoja de que aún perdiendo representación pueden acabar siendo decisivos en el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid y también en Murcia, uno de sus principales caladeros de voto.

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